Cuando Jairo Martínez iba al colegio, miraba el horizonte a través de la ventana del salón mientras la profesora daba clase. “Tengo que crecer rápido para atravesar ese mar e irme. Hay mucho por hacer”, pensaba. Martínez dice que ya por entonces sabía que en el futuro trabajaría con la mayoría de los mejores artistas de habla hispana y que después de pasar una larga temporada por fuera de Colombia, volvería para ser jurado de un programa cazatalentos.
‘Yo me llamo’ es el programa con más rating de Colombia y sus tres jurados son tan protagonistas como los concursantes: Jairo Martínez, Luz Amparo Álvarez y Amparo Grisales. “Me acusan de ser productor y de ser mánager. No soy ninguno de los dos”, dice Martínez. Ernesto Calzadilla, presentador del programa, lo llama ‘El historiador’ porque habla con datos exactos y referencias históricas detalladas de los trabajos de diferentes artistas. Pero Martínez no es historiador, ni mánager, ni productor. Tampoco es barranquillero y mucho menos cubano, como muchos creen.
Miami, Roma y Río de Janeiro son las ciudades favoritas de Jairo Martínez. Pero por encima de esas tres está Cartagena, su ciudad natal, a donde suele viajar para recargarse de energía. Una posta negra y unas carimañolas hechas por Petra, su nana de toda la vida, son la mejor recompensa para un trabajador incansable como él. Su hogar sigue siendo el mismo que compartió junto a sus 7 hermanos que, al igual que sus papás, lo convirtieron en el consentido de la familia.
Martínez es impecable en su vestir. Su trabajo lo exige y para él no representa un esfuerzo. Pero cuando llega a Cartagena, vuela de inmediato a su isla en Barú, donde cambia los trajes elegantes por un par de botas de caucho y herramientas de trabajo para meterse de lleno en su finca. Allí lo reciben Thalia, Shakira y Paulina Rubio, sus tres vacas. Paulina acaba de parir un ternero cuyo padre, al parecer, es Héctor ‘el Father’ o Emilio Estefan, dos toros de su propiedad. Martínez explica que valora la amistad incluso por encima del amor de pareja y por eso sus animales llevan el nombre de sus amigos más cercanos.
Jairo Martínez llora con facilidad, en especial cuando recuerda a su familia.
Martínez ha trabajado con Rubén Blades, Don Omar, Ana Gabriel, Vicente Fernandez, Shakira, Roberto Carlos, Juan Gabriel y Gloria Estefan. Ha sido su relacionista público. “Yo soy algo así como un asesor comercial con buen oído. No solo me encargo de manejar los eventos de los artistas, Dios me dio un instinto afinado que me deja saber qué canción se convertirá en el próximo éxito”, dice.
Años atrás, Martínez imitaba a su artista favorito. Cuando era adolescente, se vestía de pies a cabeza como Miguel Bosé y hacía la fonomímica de sus canciones de los años setenta como ‘Linda’ o ‘Morir de Amor’. “No poseo habilidades musicales, porque no canto ni compongo. Aunque bailo como los dioses”. Es un rumbero infatigable. Sólo necesita una buena tanda de reggetón, vallenato y una botella de aguardiente Antioqueño tapa azul para empezar una de las tantas fiestas que hace varias veces a la semana y que duran hasta el amanecer.
Su inmunidad al ‘guayabo’ lo favorece y, como no fuma, no siente efectos de la rumba. Sin embargo su estómago es el que siempre sufre porque somatiza las emociones. “Soy una güeva. Extremadamente sensible”. Martínez lo dice sonriente, pero en cuestión de minutos su afirmación se hace realidad cuando llora al recordar a sus seres queridos o momentos que le tocan el corazón. “Lloro para reirme, lloro porque estoy triste, lloro por todo. Y me afecta mucho la injusticia”.
Las lágrimas vuelven cuando recuerda a su tía Socorro y su tío Tico, a quienes Martínez incluye en su lista de “papás”. “Yo tengo 3 pares extra de papás, aparte de los que me criaron: mis padres adoptivos en Pensacola, los papás de Shakira y la tía Socorro y el tío Tico”. Estos últimos tienen un lugar muy especial en el corazón de Martínez: “Los quiero mucho. Cuando yo era niño, ellos me proporcionaron las cosas que mis papás no podían darme”.
Los papás de Shakira, Nidia Ripoll y William Mebarak también han adoptado a Martínez. Se convirtieron en su familia desde que trabajó con ellos. Se reúnen siempre que se encuentran en alguna ciudad del mundo. “El papá de Shakira da las mejores tertulias. Es un gran consejero y siempre tenemos conversaciones maravillosas”, dice Martínez. “Yo siempre he tenido muchos papás y mamás. He sido muy apapachado. Mis hermanos y hermanas, mis amigas, por lo general me consienten mucho”, agrega.
Su amistad con Amparo Grisales se esfumó; Luz Amparo Álvarez es una de sus mejores amigas.
Sus padres adoptivos de Pensacola fueron quienes vieron a Martínez convertirse en el relacionista público de las estrellas latinoaméricanas. People to People fue el programa de intercambio en el que Martínez se enroló después de estudiar comercio internacional en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Cartagena con el fin de aprender inglés. Pero la estadía de Martínez se alargó, luego de que éste decidiera estudiar relaciones públicas en el Pensacola Junior College.
Aun sin tener experiencia laboral, Martínez decidió pedir trabajo en el restaurante Las Tapas, en Miami. “Me preguntaron si al menos había sido mesero. Cuando dije que no, me pasaron un trapo. Mí trabajo era recoger los platos sucios”. Estuvieron a punto de echarlo porque era muy distraído y rompió casi una vajilla completa. Pero la esposa del dueño del restaurante estaba de su lado y sugirió que lo pusieran en la puerta para que recibiera a los clientes.
“Y ahí empezó mi carrera”, dice Martínez. A esa puerta llegaron los Estefan, Chayanne, Ángela Carrasco y muchos artistas que acudían debido a la popularidad del restaurante. “Me hice amigo de ellos. Los recibía, los llevaba a la mesa y me encargaba de que todo estuviera bien”. Martínez era el anfitrión perfecto, pero a veces sobrepasaba los limites: “Yo terminaba sentado en la mesa con los clientes y mis jefes me hacían todo tipo de gestos para que me parara de inmediato”. Pero los comensales disfrutaban de su compañía.
Un día el mánager de Ángela Carrasco lo llamó para ofrecerle trabajo como relacionista público: “Jairo, vamos a hacer una presentación en República Dominicana y quiero que tú me ayudes con la prensa”. Al mes siguiente, Chayanne le hablaba a Martínez: “Me comentó Ángela que trabajaste con ella, por qué no haces lo mismo conmigo en Puerto Rico”. De pronto, Martínez no solo era el anfitrión de Las Tapas y de una discoteca. También manejaba la prensa y relaciones públicas de grandes cantantes.
A pesar de haber estado con personalidades como Jackie Kennedy y Grace Kelly, Martínez nunca se ha emocionado tanto como cuando visitó al Papa y conoció a Lupita Ferrer.
Así surgió IreSolve, la agencia de Martínez. La lista de celebridades que pedía sus servicios crecía. Lo que más lo apasiona de su trabajo es el momento en que ve a sus artistas subiendo el primer escalón al éxito. “Ese instante en el que tu artista entra por primera vez a una premiación. Cuando se baja de la limusina, pisa el tapete rojo y se enfrenta a los flashes de las cámaras. Ves el producto terminado ante tus ojos y es un momento mágico. Es la mayor satisfacción”, dice.
Martínez tiene claro cuál ha sido el momento más grande de su vida: el 13 de mayo de 1998, cuando conoció al Papa Juan Pablo II. Shakira había pedido audiencia y Martínez la acompañó. “Al final me quedé más tiempo yo con él. Cuando lo vi, sentí que mi vida cambiaba. Pensé que iba a ser una persona nueva. A los tres días me fui para Miami, me tomé tres tragos y me metí una rumba de las de siempre, como si no hubiera pasado nada. Pero cuando estuve con él fue un momento muy sublime. Hablamos de la muerte de mi padre y de la guerrilla en Colombia”.
Después de 25 años de carrera, Martínez tiene decenas de artistas ganadores de Grammys y otros reconocimientos. Posee 3 cuentas de Twitter a las que le llegan dos mil mensajes diarios y 5 cuentas de Facebook. Un día se propuso tener un amigo diario y ahora le cuesta trabajo contestarle los mensajes a sus amistades más cercanas porque se han mezclado con los desconocidos.
Martínez está encantado de trabajar en Colombia. ‘Yo me llamo’ lo tomó por sopresa porque acepta que jamás se imaginó que el programa fuera a ser tan exitoso. Lo que en un comienzo parecía una estadía temporal en Colombia, terminaría alargándose hasta el año 2012. Aunque desde niño había visualizado una gran parte de cómo sería su vida, hubo detalles que se le escaparon y son los momentos agridulces con los que hay que lidiar cuando se trabaja en un campo en el que interactuar con la gente es fundamental.
Según dice, su sensibilidad le ha permitido aprender a descifrar quiénes son sus verdaderos amigos dentro de la multitud de conocidos. Ha sido traicionado varias veces, pero también ha encontrado hermanos leales e incondicionales. Luz Amparo Álvarez es una de las personas que se ha ganado la confianza y el cariño de Martínez desde que regresó al país. La considera un ejemplo de ser humano. “En Colombia nos hace falta aprender a trabajar sin ese sentimiento de esclavitud. En Estados Unidos el trato profesional es mucho más cordial. El poder no te debe dar derecho de insultar ni de gritar. Nadie tiene por qué tratar mal a los demás aún si su rango es superior”.
El carácter alegre de Martínez se torna serio cuando habla de su otra compañera en ‘Yo me llamo’. “La relación con Amparo Grisales ha sido dura. Yo simplemente no he logrado entender qué fue lo que pasó. Nos conocimos hace 10 años y yo incluso pensaba que eramos amigos. Pero uno conoce a las personas cuando convive o trabaja con ellas. La amistad que existía entre los dos se esfumó”. Martínez tiene claro que de lo malo también surge lo positivo y que por molesta que sea la situación siempre trae crecimiento. “Cuando uno es feliz no busca ofender ni hacer infeliz a los demás. Eso es un reflejo de frustración”.
La fama tiene formas diferentes para cada persona. Martínez recuerda su niñez y su temprana fascinación con la televisión, que lo ayudaría a visualizar el futuro mientras miraba al horizonte a través de la ventana del salón de clases en Cartagena. Recuerda que cuando tenía unos 4 años le encantaba ver telenovelas con su abuela. Una de sus favoritas era ‘Esmeralda’, protagonizada por Lupita Ferrer. “Gracias a mi trabajo he tenido todo lo que he querido, y he conocido mucha gente: Jackie Kennedy y Grace Kelly entre otras. Pero el día que conocí a Lupita Ferrer, ese día ví a Esmeralda. ¡Wow!”.