
Guillermo Cano, periodista, escritor y columnista colombiano, marcó sus mejores momentos en El Espectador durante más de 30 años.
Fue asesinado por sicarios al mando de Pablo Escobar. Una tragedia que se suma a la historia de Diana Turbay, madre de Miguel Uribe, quien también perdió la vida por orden de Escobar.
Son historias que han marcado a Colombia y que siguen dejando huella en aquellos que alzan la voz y buscan contar la historia del país.
Hoy, Guillermo Cano cumpliría 100 años, recordó su esposa Ana María Busquets quien se pronunció en la W, en medio de una coyuntura donde la violencia en el país ha generado una nueva cicatriz con la muerte del senador Miguel Uribe.

El Espectador, medio de comunicación que fue el hogar de Cano, compartio hoy un homenaje sobre la historia de Guillermo, también conocido como “Conchito” (apodo que le dio su padre en su época de cronista taurino y fiel admirador de la torera Conchita Citrón), pasó de las noticias deportivas a las políticas en 1948, cuando la violencia partidista se acrecentaba en el país.

En este nuevo rumbo, se enfrentó a la censura, la presión del gobierno de entonces y la dictadura. Cano no solo recibió reconocimientos por su trabajo en defensa de la libertad de prensa y su apoyo a los procesos de paz (siendo fiel creyente de que la paz no se construye sobre la muerte), sino también por sus denuncias sobre la crisis financiera de los años 80, en las que destapó fraudes de varios conglomerados. Más adelante, sus investigaciones se centraron en desenmascarar al representante a la Cámara Pablo Escobar, un narcotraficante que marcó la historia del país silenciando la voz de periodistas y actores políticos.
Cano dejó una huella imborrable en el periodismo, demostrando que su voz podía ser silenciada, pero sus palabras y letras jamás serían olvidadas. “A nosotros nos repugna la paz de los sepulcros”.
Denunció lo que muchos temían y callaban, y aunque fue asesinado en la noche del 17 de diciembre de 1986 como consecuencia de la violencia sistemática del país, su legado nunca se borrará.
Guillermo Cano no solo dejó un legado al país, sino también a su familia. Su sobrino Fidel Cano, periodista y director de El Espectador, afirmó que “era un ejemplo de periodismo para este país y para el mundo, basado en los principios que deben guiar esta profesión”