
El escenario es insólito: un sauna. Y no es casualidad. En este espacio de vapor y cuerpos al desnudo se desarrolla 'Bakunin Sauna', una obra que, a punta de humor negro, nos sumerge en un mundo de conspiraciones corporativas, ideologías opuestas y la eterna lucha entre el poder y la justicia. Escrito por el dramaturgo uruguayo Santiago Sanguinetti y bajo la dirección de la icónica Victoria Hernández, este montaje se convierte en un manifiesto incómodo pero hilarante sobre el sistema, el consumo y la rebelión.
La historia gira en torno a tres exjubilados de una empresa que conspiran para vengarse de la alta directiva de IBM. En el centro del plan está una inteligencia artificial –y un humanoide llamado Baco– que les ayudará a ejecutar su complot. Pero como suele suceder con las mejores tragedias cómicas, las cosas no salen como se esperaban. La obra se desborda, se retuerce, se burla del capitalismo verde y nos planta preguntas que no se resuelven con carcajadas.
En medio de ese entramado ideológico destaca la presencia de Diana Wiswell. En entrevista con KienyKe.com, la actriz compartió cómo llegó este papel a su vida y lo que ha significado reencontrarse con el teatro, luego de varios años enfocada principalmente en el mundo audiovisual.
“Recibí una llamada de Victoria Hernández y cuando me contó quiénes estaban en el elenco, fue un sí inmediato. Hace mucho no me paraba en un escenario y la idea de compartir tablas con María Cecilia, Alejandra, Germán… me llenó de emoción. Es un elenco del que uno aprende solo con observar”, detalla Wiswell.
La conexión con el equipo no fue lo único que la convenció. También estaba el reto actoral: interpretar a un humanoide con tintes anarquistas, basado en figuras como Proudhon o Víctor Serge, ideologías que, confiesa, no le eran cercanas. “Yo no me considero anarquista ni he sido seguidora de ningún ‘ismo’, pero justamente por eso me interesó. Me obligó a investigar, a repensar ideas. ¿Qué sentido tiene hoy el anarquismo? ¿Qué tan reales son las políticas éticas de las grandes empresas? ¿Cuándo una postura se vuelve fachada?”, se pregunta.
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Y ahí es donde la obra se vuelve mordaz. Porque Baco, el humanoide, es la antítesis de lo que Diana vive en su cotidianidad. Mientras ella practica un consumo consciente, se guía por principios ecológicos y busca habitar el mundo de forma más honesta, Baco es una especie de espejo deformado: tecnócrata, pragmático, útil al sistema, pero a la vez peligroso para él. “Fue muy fuerte habitar un cuerpo con valores tan opuestos a los míos. Pero eso lo hizo más fascinante”, admite.
En el escenario, la obra se mueve entre monólogos largos y momentos de comedia física. Es una mezcla de ritmos donde la risa sirve como trampolín para lanzarnos al abismo del pensamiento. Diana destaca la dinámica corporal como uno de los mayores desafíos del montaje: “En cine uno puede quedarse quieto frente a una cámara, pero en teatro hay que estar vivo todo el tiempo. Hay un momento de violencia que llamamos ‘el baile con Bakunin’, y que implica una energía completamente distinta. No es solo actuar: es resistir, reaccionar, estar presente con todo el cuerpo”.
Ese “baile” con el caos también ha significado reencontrarse con su origen. Porque para Diana, el teatro fue el primer amor, el punto de partida de su carrera actoral. Volver a las tablas ha sido como volver a casa, pero con nuevas preguntas. “El teatro es la mamá de todas las artes escénicas. Es donde uno realmente se pone a prueba. Te enfrenta a ti misma, te quita el maquillaje del ego y te dice: esto es lo que hay, estás tú y el público, sin filtros. Y eso es hermoso”, expresa emocionada.
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Bakunin Sauna no solo se queda en la sátira. También es un espacio de reflexión intergeneracional, donde actores y actrices con trayectorias muy distintas se encuentran, se confrontan y se abrazan en sus diferencias. “Ha sido como una clase viva. Yo los veo trabajar y aprendo todo el tiempo. Hay algo muy generoso en el equipo, algo que no siempre pasa. Esa humanidad detrás del telón también se siente sobre el escenario”, dijo.
Antes de despedirse, Diana se permite una reflexión íntima sobre su propio camino: “Me defino como alguien curiosa. Me reto todos los días, me incomodo, me hago preguntas. Estoy en búsqueda constante. Creo que ahí está la clave para seguir creciendo: incomodarse con cariño”.
Y esa es quizá la mejor descripción de Bakunin Sauna: una obra que incomoda con humor, que provoca desde la risa y que, sin pretensiones aleccionadoras, nos recuerda que detrás del sistema, las máquinas, las estructuras y las etiquetas ideológicas… seguimos siendo humanos.
Todo lo que debe saber sobre las funciones:
- Funciones: Jueves, viernes y sábado en la Casa del Teatro Nacional – sede Teusaquillo.
- Dirección: Victoria Hernández.
- Dramaturgia: Santiago Sanguinetti.