El político, y los humanos, tenemos un ojo de vidrio y otro de carne. El ojo de vidrio sirve para ver el futuro, las aspiraciones de la gente, las más bellas utopías, los horizontes prometedores del territorio. Con esa providencial visión, el político promete un nuevo mundo, imaginario y artificial, para ganar electores. Y el ojo de carne, le permite al político ver lo humano, la violencia, el atraso, los dolores, el sufrimiento del pueblo y la cruda realidad.
El político con su ojo de vidrio, promete y promete una nueva realidad, que nunca llega; y así, la pobreza continúa en carne viva.
El ojo de carne de nada le sirve al político que no cumple, pues se vuelve indiferente a la cruel realidad de la gente. Y fuera de no cumplir, el ojo de carne lo enfoca hacia sus intereses ocultos, a buscar prebendas y favores indebidos que sostengan su trono. El ojo de carne lo ponen a disposición de la ambición y la codicia.
El político que no cumple su palabra, abandona las utopías de su ojo de vidrio, y su mirada hacia el pueblo se vuelve fría e indiferente. Ese ojo de vidrio no llora por la pobreza; no se estremece con el hambre; no se indigna con la corrupción ni con el clientelismo. Aparenta atención, pero no siente nada. Y así, empieza a utilizarlo para engañar, para fingir, para aparentar.
Cuando un gobernante fracasa en sus promesas, con el ojo de vidrio finge y con el ojo de carne engaña. Con el ojo de vidrio gobierna y con el ojo de carne saquea. Cuando se acaba un gobierno, sin cumplir lo prometido, el ojo de vidrio se totea y el ojo de carne se opaca; y pierde el gobernante el honor, la dignidad y la conciencia. Así, terminan gran parte de los políticos.
Igual en el tema económico. Cuando un gobierno derrochón entra en bancarrota, el gobernante, sin vergüenza, abusa con impuestos para sostener un gobierno manirroto. Un Dictador no es solo el tirano que se perpetua en el poder. Un dictador es también un gobierno que tapa su despilfarro con más impuestos. La gente trabaja y el gobierno gasta.
Con su ojo de vidrio, Petro prometió rebajar el IVA general al 15% y suprimir el IVA a los alimentos. Ahora, al final de su mandato, trae una reforma tributaria y ordena IVA alto para todo. El ojo de carne muestra una cruel realidad: no cumplió con nada. El ojo de vidrio del Presidente Petro se podría volver trizas con la reforma tributaria.
El Tirano moderno no carga armas, carga un decreto de impuestos.