Rodó la pelota en el mundial de clubes, faraónica invención de Infanino, quien fortaleció su condición de líder y dictador del futbol, respaldado por el poder del dinero que llegó en torrentes desde Arabia, como peaje para celebrar los próximos torneos, con jugosos premios.
Torneo forzosamente incrustado en los calendarios, que agigantó la brecha entre el futbol rico y el pobre, que reafirmó el poder de los europeos frente a los suramericanos, a pesar de las polémicas prefabricadas e insulsas, de apasionados periodistas dispuestos a demostrar lo contrario.
Infantino, genuflexo ante Trump, que presumió de hincha del futbol y del Manchester United, porque su hijo es del Arsenal, mientras persigue, despiadado e implacable, a los migrantes de los países subdesarrollados, la fuerza invisible de su economía y visible en los estadios.
El Mundial que robó el descanso a los futbolistas famosos, los llevó al límite físico, mientras sus patrones agigantan sus cuentas bancarias. Fútbol dinero- exclavitud y no fútbol espectáculo.
Por fortuna, con partidos como los del PSG, o los del Chelsea, con las impactantes y escandalosas eliminaciones del Real Madrid y el City, los toques de distinción de los brasileños, en contraste con la humillante caída de los argentinos, convencidos al comienzo del torneo que serían campeones del mundo.
Torneo de exhibición que alejó el tedio de los días sin la pelota, a pesar de tantos partidos insulsos con participación de clubes exóticos.
Pobre nuestro futbol que no se asoma a esas vitrinas, por los limitados alcances en su competencia.
Rueda la pelota en Colombia, en un deprimido mercado de fichajes, por la ausencia de dinero o las erróneas inversiones.
Liga vieja de goleadores veteranos, con decenas de jugadores mediocres, sobrevalorados, exaltados sin justificación desde los micrófonos, que salen de un club por su incompetencia y son anunciados en otro como megaestrellas.
Con especulaciones informativas que alimentan con descaro sueños imposibles.
"Mundo" que muchos ven como un mágico ritual, en el alquiler de las piernas de los futbolistas, sin justificar su estado de forma y su compromiso en la competencia.
Rueda la pelota cuando aún retumban los tambores, las campanas, los cantos de sirena de hace un semestre, cuando llegaron agitando el ambiente, en festival pasional de Likes en las redes, Falcao y Quintero, a la postre con limitado aporte para las campañas de sus clubes.
Resplandor sin fuego el de ellos, con resultados precarios que burlaron la confianza de muchos de los aficionados.