
Aunque parezca un comportamiento extraño y hasta desagradable, es más común de lo que se cree: muchos perros, sobre todo en sus primeras etapas de vida, comen sus propias heces o las de otros. Este comportamiento, conocido como coprofagia, puede tener múltiples causas, y según la médica veterinaria zootecnista Luzceina Buitrago Osuna, de la Clínica Veterinaria UNIAGRARIA, no debe ser tomado a la ligera.
“La coprofagia puede tener un origen conductual o nutricional”, explicó la experta en entrevista con Kienyke.com. En el primer caso, se presenta especialmente en cachorros o perros que pasan mucho tiempo solos, encerrados o que enfrentan altos niveles de ansiedad. En cuanto a las causas nutricionales, Buitrago señaló que están relacionadas con dietas de mala calidad o mal balanceadas, que no suplen adecuadamente las necesidades del animal.
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Para identificar el origen del problema y abordarlo correctamente, el acompañamiento de un médico veterinario es fundamental: “Lo ideal es descartar causas patológicas primero. Si se determina que es solo conductual, se puede intervenir con cambios en el entorno y rutinas del perro. Si es nutricional, se puede mejorar la calidad del alimento, ajustar la dieta o incluso utilizar productos que desodoricen las heces para disminuir el estímulo”, aseguró.
La coprofagia no solo es un problema de comportamiento o alimentación, también puede implicar riesgos para la salud del animal, debido a la presencia de bacterias y agentes infecciosos en la materia fecal. Por eso, ver este tipo de comportamientos debe ser una señal de alerta. “También pueden aparecer signos como lamer excesivamente el piso, morder muebles o paredes, lo que puede estar relacionado con una condición conocida como pica”, añadió Buitrago.
La experta también advirtió que algunas razas son más propensas a estos comportamientos, sobre todo aquellas con alta energía y mayor desarrollo cognitivo como los border collie o golden retriever. “Son razas que requieren mucha actividad física, retos mentales y socialización. Si no se satisfacen esas necesidades, pueden desarrollar comportamientos inadecuados”, explicó.
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Finalmente, Buitrago insistió en la importancia de la alimentación balanceada, diseñada para cada tipo de animal según su edad, raza, sexo y condición física. “Una nutrición adecuada y una crianza responsable pueden prevenir este tipo de problemas. El bienestar de nuestras mascotas depende, en gran medida, de nuestras decisiones como cuidadores”.