En su columna “Referendo al Fracking” del diario ElTiempo, el columnista Cristian Valencia usando un tono afectista, nos anuncia que los colombianos estamos ante la horrible disyuntiva de escoger entre agua y petróleo, en particular si este viene del proceso de fracking. “Se acaba el agua, y sin agua no hay nada” sostiene en ese tono con que él y ese puñado de ambientalistas radicales se adueñan de la moral nacional cuando de la explotación de recursos naturales se trata. Es interesante cómo, para justificar su postura, el columnista cita el editorial del NY Times de Marzo 7 de 2013, pero, vaya casualidad, no menciona el contra-editorial de Marzo 13 en el mismo diario, en el que se exponen algunas verdades del fracking, que contradicen la agenda ambiental y política de los opositores a este tipo de extracción. Olvida mencionar que en muchas estados donde se explotan hidrocarburos vía fracturamiento hidráulico en los EE.UU., incluyendo Pensilvania, Dakota del Norte y Texas, se recicla hasta el 90% del agua inyectada, y los casos de contaminación de acuíferos, que existen, son más bien una excepción que una regla. Además, el agua puede ser tratada en plantas de reciclaje para uso humano. Las cuentas pues de un vaso de petróleo por vaso-y-medio de agua no cuadran.
Concluye Cristian su columna con un llamando al ejercicio de la democracia participativa, y pide someter a un referendo nacional la decisión del uso del fracking en Colombia: ¿Cuál pregunta recomendará para el referendo: Petróleo o vida? Puesto así, en ese tono definitivo, hasta el CEO de Exxon respondería vida. Pero iniciativas como estas parten del error conceptual de tener que escoger entre lo uno o lo otro. Este tipo de decisiones no deben hacerse al calor de un fervor nacional-ambientalista, que solo juzga en blanco y negro. No. Deben hacerse con todo el rigor técnico y económico, y sin ningún tipo de agenda privada o institucional. Me pregunto ¿porque países como Noruega o Australia han sido capaces de combinar la extracción de recursos naturales con la sostenibilidad ambiental? La respuesta se encuentra al considerar que la discusión entre ambiente y la explotación de recursos naturales no empieza en extremos opuestos, sino en un punto medio de “chequeos y balances”. El famoso cliché “todo extremo es nocivo”, se aplica mejor que nunca al tema en discusión.
La técnica de fracking ha generado cerca de dos millones de empleos en Norteamérica, tiene el precio del barril de petróleo hoy a 60 dólares, creando un estímulo inmenso al crecimiento de su economía (Colombia no está aprovechando este hecho, pues aún no se entiende porque la gasolina en Colombia no ha bajado al mismo ritmo del barril de petróleo, lo que crearía un estímulo importante a la economía nacional y un impacto directo en el bolsillo de los colombianos). ¿Cuántos empleos, impuestos y desarrollo generarían la producción de shale-oil en Colombia? ¿Se habrá preguntado esto el columnista?
No debemos pues, permitir en Colombia que los ambientalistas extremos, ni que los ambicio
sos desenfrenados, lideren las discusiones sobre explotación de recursos naturales en nuestro suelo. Pues bien hemos visto estos días como su polarizada visión ética del ambiente los lleva a cometer imbecilidades como la de GreenPeace en las Líneas de Nazca, o bien a decir sandeces como las de Maduro al predecir terremotos debido al fracking.