Hace rato pienso que la democracia electoral no funciona. Lo escribí como una de las proposiciones que tuve que enunciar cuando defendí mi tesis doctoral, y cada vez que puedo se lo digo a aquellos de mis amigos interesados en saberlo. Con seguridad no soy el primero que lo piensa, y no quiero darle tintes de revelación a esta idea que seguramente a todos nos pasa por la cabeza de vez en cuando. En mi caso particular, la opinión está motivada por la falta de evidencia que indique que los pueblos eligen democráticamente aquello que más les conviene. Diría más bien que existe evidencia de lo contrario. Me parece que, con contadas excepciones, el éxito de aquellos prósperos países que hoy llamamos potencias mundiales ha sido más el resultado de circunstancias históricas que el desenlace de procesos electorales acertados. Por supuesto, los valores y principios que vienen con la democracia han aportado a la igualdad y al libre crecimiento de las naciones, y en el papel son probablemente nuestros mayores logros como sociedad. Pero el proceso particular mediante el cual mayorías atribuladas eligen a líderes que una y otra vez las decepcionan impunemente, es evidentemente contrario a nuestra idealizada concepción de la democracia.
En un artículo publicado al día siguiente de la muerte de Hugo Chávez, dos analistas políticos españoles ofrecen un balance de su gobierno. En pocos párrafos presentan muchos datos y dicen muchas cosas, como que la reducción de la pobreza y el crecimiento del PIB venezolano se hicieron a costa de un aumento en la dependencia del país en el petróleo y de una reducción en las opciones de desarrollo, o que la estabilidad en el gobierno de Caracas está por ahora garantizada, pues las dos partes contaban desde hace tiempo con la muerte de Chávez, todo lo cual es posiblemente cierto. En su intento de explicar el éxito electoral de Chávez se alinean con el tema de este post. La democracia falla, dicen los politólogos españoles, porque entre las dos funciones que tiene el gobernante, la de gestionar y la de redistribuir, los electores tienden a elegir la redistribución, que alguien con recursos inconmensurables como Chávez puede garantizar sin necesidad de ocuparse de la gestión.
Me parece un argumento interesante, pero creo que a los autores se les escapa su verdadero significado. Redistribución es justamente lo que las mayorías latinoamericanas vienen pidiendo desde hace rato, y si en Venezuela los votantes optaron por la redistribución, no sólo estaban en todo su derecho, sino que además al hacerlo nos han ofrecido un raro ejemplo de la democracia electoral favoreciendo a las mayorías. Si es verdad que en Venezuela el PIB creció y el desempleo bajó (como se desprende de los datos publicados en el mencionado artículo), y si es verdad que hubo en estos 14 años redistribución de la riqueza en Venezuela, entonces los venezolanos nos acaban de dar un ejemplo histórico. Lo demás no me parece muy diferente a lo que sucede en otras naciones latinoamericanas. La dependencia en recursos naturales ha sido siempre nuestro estigma, y la reducción de opciones de desarrollo la pesada cruz que nuestras economías agrícolas nos han hecho cargar. La gestión de Chávez, con todo su populismo, sus peleas con los medios y su descontrol de la seguridad, no ha sido muy diferente de los recientes gobiernos en Colombia. ¿O acaso no se dice por ahí que Santos ya descuidó la seguridad?
La democracia falla porque son otros intereses, no las necesidades populares, los que deciden sus resultados. La reciente campaña presidencial gringa nos dejó claro que la democracia electoral se ha reducido a una carísima empresa en la que se gastan millones de dólares en avisos publicitarios para que un pueblo completamente omnubilado por su manía consumidora, y dispuesto a creer lo que sea, salga a decir en la calle que Obama es musulmán y que Romney es mormón. Las "grandes democracias" del planeta saben que sólo ciertos resultados democráticos son aceptables, y están listas a enviar sus aviones de guerra para corregir democracias defectuosas, aunque los procesos electorales se hayan desarrollado normalmente. Me temo que pronto no esperarán hasta que el demócrata de turno (o déspota de turno, si se prefiere) empiece a cuestionar la autoridad moral de los imperios para considerar que la democracia debe ser corregida. Me harté de leer por estos días artículos sobre Venezuela que empiezan por aceptar que Chávez ganó todas las elecciones antes de achacarle todos los males del mundo, como si sus autores quisieran decir que, antes que nada, fue un error el hecho mismo de que ganara.
En algo estamos de acuerdo esos autores y yo: la democracia electoral no funciona.
P.S. Adelantándose a las preguntas, el autor aclara que no tiene, por el momento, otro sistema mejor para proponer.
@juramaga
Algo anda mal con la democracia
Dom, 10/03/2013 - 14:43
Hace rato pienso que la democracia electoral no funciona. Lo escribí como una de las proposiciones que tuve que enunciar cuando defendí mi tesis doctoral, y cada vez que puedo se lo digo a aquellos