El fallecido presidente de Venezuela ha sido de manera innegable, un fenómeno político en toda América Latina en las últimas dos décadas, al punto de que aun hoy, después de veinte años de haber sido elegido presidente democrático de la hermana república y a cinco de su fallecimiento, sigue siendo un referente (para lo bueno o para lo malo) y generando pasiones, no solo en la patria de Bolívar, sino en toda Latinoamerica.
El fenómeno Chávez (No Maduro), ha logrado crear un efecto de resistencia en las ciudadanías de todos los países del continente, basados en el miedo a no parecerse a ellos, este efecto ha sabido ser capitalizado en muchos países por la derecha y en alguno incluso por la ultra derecha, azuzado ademas por los medios de comunicación y las redes de noticias falsas, al punto de que ya ha logrado poner por lo menos siete presidentes de derecha en casi toda América y el miedo ya se está expandiendo hasta Europa.
El ultimo país que milagrosamente se salvó de ese virus "antichavista" ha sido México, sin embargo el embate que padeció el elegido presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO por las iniciales de su nombre), no fue poco, por supuesto, en toda la campaña, los señalamientos eran los mismos “no voten por AMLO para no volvernos como Venezuela”, “Castrochavista” y otra serie de apelativos similares.
En Colombia el fenómeno no fue distinto, por el contrario, aun cuando el partido de gobierno ganó justamente con esa arma de campaña, aún siguen haciendo uso de Venezuela y el Chavismo como elemento de miedo, al parecer para las próximas elecciones locales y por qué no, incluso para las próximas presidenciales.
En muchos de los círculos conspiracionistas criollos, se ha llegado a especular que la insistencia del gobierno del “Presidente Eterno” por alargar los periodos de alcaldes y gobernadores e incluso, hasta el del mismo presidente ha sido el de mantenerse en el poder hasta que haya un cambio de gobierno en el vecino país, lo cual, claramente no está en la visual de nadie, incluso ni en la del gobierno regente del Palacio de Miraflores.
Este fin de semana le corresponde el turno a Brasil, quienes tienen la oportunidad de elegir entre un progresista como Fernando Haddad y el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Mientras el primero se ha alzado en una campaña en la que su elemento de batalla ha sido la educación (es académico y fue Ministro de Educación entre 2005 y 2012), el segundo ha llamado la atención principalmente por sus mensajes incendiarios, xenófobos y excesivamente discriminatorios en contra de las mujeres, los afrodescendientes, los migrantes y la comunidad LGBTI, en el que su principal elemento de campaña ha sido por supuesto, el “Chavismo” y Venezuela.
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Aun cuando son muchos intentos desesperados de Haddad por atraer a los otros candidatos que se rezagaron en la contienda para que se le unan, estos intentos han sido infructuosos y ha sido casi imposible detener al candidato del partido Social Liberal y abiertamente defensor de la dictadura militar del 62. Actualmente Bolsonaro le lleva más de 30 puntos en las encuestas a Haddad y ya se declara virtualmente vencedor de las elecciones en segunda vuelta que se desarrollaran este domingo en el territorio brasilero.
La preocupación en este momento en América Latina ya no es si Bolsonaro ganará o no las elecciones, ya que al parecer es lo más seguro, la pregunta hoy es; si Chávez aun con la enorme desventaja de haber fallecido, seguirá poniendo y quitando presidentes y si Venezuela seguirá siendo el referente para que el elector primario tome sus decisiones, las cuales además, ya han mostrado en muchos casos, que no han sido la mejor elección, una prueba de ello es lo sucedido en Argentina, donde el electo presidente Macri ha puesto a su país en una crisis económica igual o peor a la vivida por el vecino país.
Sea cual sea el resultado en Brasil, sería bueno que América aprenda de una vez por todas de los errores y que entre todos y todas evitemos a toda costa la llegada de nuevas dictaduras que nos regresen vergonzosamente a la época de las dictaduras y a la década de los 70 y 80 y que por miedo a la lamentable situación de Venezuela terminemos todos mucho peor que ellos y lamentando haber tomado el camino de la guerra segura en lugar de haber tomado las vías alternativas que la democracia nos ofrecía.
