El reconocido actor de comedia Buster Keaton tuvo un contrato con la Metro Goldwyn Meyer que le impedía sonreír en público ya que en sus películas mudas siempre mostraba un gesto serio, inexpresivo el cual era muy rentable.
En el momento que apareciera una expresión de felicidad en el periódico o en alguna revista, perdería el jugoso contrato con la productora. El encuentro del miércoles entre Donald Trump y el papa Francisco muestra que la diplomacia en su máxima expresión, obliga a los jefes de estado a no perder la sonrisa cuando se ven frente a frente.
Bajo un clima cordial el papa y el presidente de Estados Unidos intercambiaron regalos. Mientras que Trump le regala un compilado de libros sobre los derechos civiles escritos por Martin Luther King Jr., el papa le da una copia de los discursos que ha dado sobre la lucha contra el cambio climático. Esto hace parte del protocolo de siempre, un jefe de estado cumpliendo la tarea de asistir a una de las infaltables reuniones que, a pesar de sus diferencias, le refleja a su gente, en este caso al mundo entero, que todo marcha bien.
Cuando Trump estaba en campaña presidencial fue extraño ver al papa decir que una persona que quiere construir muros y no puentes, no es un cristiano. Afirmación que muy inteligentemente, en su momento, el presentador Stephen Colbert en su programa cuestionó por el hecho que el Vaticano está rodeado por muros enormes impenetrables, dejando a consideración que los que construyeron San Pedro, no eran cristianos. Porque para para caerle mal al papa debe ser porque no solo vio pecado en sus actos. Por otro lado, Trump afirmaba que el papa para en tal caso de sufrir un atentado de ISIS, estaría deseando que Trump sea el que lo defienda. Son comentarios hechos por politicos que no evitaron el encuentro de esta reunión.
Ante las cámaras Donald se ve sonriente, al lado de él estuvo Melania vestida de negro como si tuviera que cargar con un muerto. Por su parte, Francisco como siempre, sencillo, aprovechando los medios para mostrar sus preocupaciones de una forma decente. Sin embrago, como la productora hizo con Buster, pagándole para que no sonriera, Donald y Francisco con sus enormes diferencias saben que deben hacerlo así no les nazca hacerlo. Por la tranquilidad del mundo una sonrisa entre políticos y líderes religiosos es un contrato que no se debe echar a perder.
