De la estúpida espera ni el olvido queda

Hablar de paciencia, de tomar las cosas con calma, dejar que todo fluya de forma natural se ha vuelto en lo más insignificante y absurdo de la vida, pues, ya todas las anteriores no han sido más que un montón de excusas para no sucumbir en el mundo de la duda y la desesperación. Por una parte ser paciente tiene su ventaja, pero ésta puede llevarle al punto de ser ya un "huevón", un tonto que es pisoteado y no se da cuenta o simplemente sigue con su pensamiento de la bendita paciencia. ¿Qué es eso de tomar las cosas con calma? Pues una frase muy bonita, cuando algo se sabe que va a pasar para qué darle rodeo, para qué insistir con la calma, ¿no es más probable que la magia muera y se aniquile un sentimiento con el paso del tiempo al son de nada, antes de que éste crezca? Pues eso parece a mucha gente no importarle. Hay máscaras por doquier, pero ni el eterno dejar fluir de los presocráticos pueden dar una explicación objetiva a la necesidad de ser honestos y de fingir ser una piedra en medio de un montón de bolas de plástico. Esas malditas frases se han tirado lo bello de la conquista, del enamoramiento y, claro está, esto no es solo culpa de las frases, sino de la gente que cada vez es más arrogante, prepotente y se cree indispensable en un mundo donde lo único que importa es... ese es el problema, no hay nada importante. En conclusión, esas tres frases de cajón o reyeno que usa mucha gente para dar a entender al otro que no le importa un carajo, llevan a las personas a desesperarse, a adentrarse en el cuento de la espera, de la maltida y eterna espera, que, como lo dijo alguna vez Maurice Blanchot: «En la espera, el tiempo perdido. Esperar da tiempo, toma tiempo, pero el dado no es el mismo que el tomado. Como si, al esperar, no le faltara sino el tiempo de esperar. Esta sobreabundancia de tiempo que falta, esa falta sobreabundante del tiempo». Es por ello que el consejo es dejar de ser paciente, sobre todo cuando va dándose cuenta de que el tiempo invertido no va a ser correspondido conforme usted lo piensa, en otras palabras, perderá el tiempo y, lo peor de todo, no olvidará con facilidad; pues De la estúpida espera ni el olvido queda.