Para muchos en Colombia mencionar el tema político es sinónimo de corrupción, sobre todo en los jóvenes quienes han perdido mucho el interés en este tema. Sin embargo no son los culpables de lo que pasa, pues es evidente que los representantes de esta materia han sido quienes se encargan de construir su propia fama. –No me refiero a la carnicería-
Es bueno recordarles a los jóvenes que debemos apropiarnos de los espacios políticos, pues allí se toman decisiones trascendentales para nuestro futuro, y sería interesante que seamos nosotros los que cimentemos lo que esperamos de un mañana.
Sebastián Cortes hace unos meses escribió una columna que realmente me dejo anonadado, pues sé que muchos jóvenes se sintieron identificados con lo que él expresaba, y no es para menos, pues allí hace la descripción de algo tan fantasioso, pero que a su vez refleja la realidad Colombiana. Por ese motivo quise revivir aquella columna:
“Un nuevo día llega para la ciudad maqueta, que con cariño aún llamamos Bogotá, a pesar de que el cielo está despejado, no sé si continuará así y un confianzudo sol abusador me abrazará más tarde o tal vez aparecerá una repentina lluvia que dejará bien mojadita hasta la monja más santurrona. Solo sé con certeza que de paso al trabajo me encontraré por lo menos con un indigente que me verá cara de panadero, y con una sonrisa de cien dólares intentará sacarme cien pesos, además hallaré en mi camino por lo menos dos putorras que también me sonreirán (ellas por el contrario CREEN tener la sonrisa de cien dólares), estas con macabras intenciones las cuales mi inocencia no me permite percibir ni la esencia de su querer.
¡Ya basta de mi día! Se supone que deba escribir de política, así que ahí les va… Doña Poli Tica (Tal vez nombre extraño para aquel que no ha visitado nuestro país, pero… no se impacten con esto, en Colombia desde los 70’s dejo de ser una rareza el tener nombres poco comunes), anciana pedante y orgullosa por lo que tenía, lo cual no se trataba del tanto por el cual valoré la sonrisa del asusta niños en el párrafo anterior (esto lo digo por experiencia propia <para el idiota que se pregunte: ¿Cuál es el asusta niños? Pues me refiero al indigente>), si no que era tal vez un millón de veces más del aproximado mencionado, todo a costas de mucha gente que en ella había creído. Aunque, como en toda historia colombiana, estaba su maldición, a ella, no la acompañaba más que su empleada de servicio María Paz, ya que sus familiares habían muerto, la habían abandonado, o simplemente nunca existieron, el caso, estaba sola.
De repente, cuando nadie lo esperaba (nadie es María Paz porque ninguno más supo de ella <hasta ahora>) doña Poli falleció. Las malas lenguas dicen que fue al infierno, tal vez antes de irse los visitó y les contó del tour que planeaba hacer por allá, el caso es que la mujer más farándula de Colombia, por encima de cualquier modelo, se había ido y con ella todo su dinero, pues a pesar de los reclamos de María Paz por recibir por lo menos sus sueldos atrasados, todo fue a parar al ICBF, donde sí que saben administrar el dinero (si señor/a lector/a es ironía).
Conclusión: El dinero no te da la felicidad, pero si te da para comprar el ataúd más bonito, que a la final es donde pasaras más tiempo aquí en la tierra.” (Texto tomado de ZooAPolitica)