El periódico El Colombiano de Medellín publicó este domingo la primera parte de una larga entrevista a Álvaro Uribe con la que su autora intentó ahondar en la personalidad del ex presidente; no se entiende muy bien para qué a estas alturas pero esa no es la cuestión. La pieza se titulaba “A mí nadie me saca la piedra porque siempre la tengo fuera”. Uribe habló de su carácter, de la personalidad de los caballos, de la sonrisa de su mujer, del amor a sus hijos, de sus relaciones con la prensa y se ve chochea con su primer nieto; era una entrevista que a todas luces pretendía mostrar “el lado humano” del ex presidente. Si hubieran consultado el horóscopo chino se habrían ahorrado las cinco páginas que dedicaron al líder del Centro Democrático.
Los chinos, que son el pueblo más pragmático del mundo no han sido nunca metafísicos ni creen en un dios trascendente. Para ellos la naturaleza lo es todo y es en la naturaleza en donde han hallado siempre sus conocimientos y creencias. Por eso dan tanta importancia feng-shui, la disposición de sus casas y, eso sí, profesan un gran respeto a la memoria de sus ancestros. En la dinastía Qin, la última antes del advenimiento de la república, aquellos a quienes la Corte premiaba con el más alto honor de la nobleza no dejaban el título en herencia a los descendientes, como sucede en la cortes europeas, sino que ennoblecían a sus antepasados hasta la tercera generación.
Su astrología se basa en el calendario lunar. Un año está compuesto por doce lunas nuevas a las cuales, cada doce años, se agrega una decimotercera. Doce años cierran un ciclo y cada año lleva el nombre de un animal: la rata, el buey , el tigre, el perro, etc. Son todos bichos perfectamente identificables que se pueden encontrar en sus lugares de habitación o en el campo. Excepto uno, el dragón, un animal quimérico que es como el único resquicio que dejan a la fantasía en todo aquel zoológico de seres de carne y hueso.
El animal del año en que nacen tiene una enorme influencia en su personalidad y su destino, y uno de los elementos más importantes para establecer es el conocimiento exacto de la hora de su nacimiento. Por eso no son muy dados a divulgar el año de su nacimiento ni desde luego la hora. Tus enemigos se pueden aprovechar de esta circunstancia. Y esto ocurre particularmente con los políticos.
Cualquiera puede saber que Deng Xiao-ping nació el 22 de agosto de 1904, año del dragón, pero nadie supo exactamente la hora. Mao Tse-tung y su primer ministro Chu En-lai no pudieron preservar ese secreto. Cuando en los años 1920 ambos vivían en Shanghai, fueron a ver –a lo mejor como una broma juvenil- al más famoso astrólogo de la ciudad, un tal Yuan Shu Shuan. Cuando en 1949 los nacionalistas huyeron hacia Taiwán, se llevaron montañas de documentos, entre ellos las fichas del maestro Yuan. Se publicaron las de aquellos que luego fueron famosos, entre ellos, las de Mao y Chu En-lai. Yuan predijo, en 1962, que ambos morirían el mismo año, en 1976. Cosa que así ocurrió.
Si uno argumenta a los chinos que todo aquello es pura superstición, su respuesta deja que pensar: “si la luna influye sobre las mareas, cómo no va a influir también en unas bolsas de agua que somos los seres humanos”.
Cuando Álvaro Uribe resultó elegido presidente en 2002 por primera vez quise, durante una entrevista, conocer algo más sobre la personalidad del nuevo jefe del ejecutivo de Colombia. Esquivó la pregunta un poco molesto pues, muy en su estilo, ya había dicho lo que le interesaba y quería darse prisa en terminar. Yo, que con no poco escepticismo pero intrigado por lo que he contado hasta ahora, había consultado su horóscopo chino antes de la entrevista, le dije unas cuantas cosas que lo dejaron pensativo por unos segundos.
“Pues tengo entendido que usted es capaz de darle hasta la camisa a cualquiera que le rinda pleitesía; que no es recomendable intentar convencerlo sobre política diferente a la que usted profesa, ni sobre ideales diferentes a los suyos. Que no solo es serio con respecto a sus convicciones, sino que se puede apasionar e incluso ser peligroso si lo contradicen, especialmente si es gente a la que considera amiga. Nunca abandonará a la familia, no importa si sabe que el pariente es un pícaro, ya que su familia es quien más lo venera y le proporciona adulación. Es presumido y empedernido. Claro que tiene muchas cualidades, pero hay que tener cuidado en llevarle la contraria, siempre cree tener razón”.
Como me miraba entre intrigado y con ganas de darme una patada en el trasero, agregué rápidamente: “no lo digo yo, lo dicen los chinos…, mejor dicho, el horóscopo chino ya que usted ha nacido en 1952, es dragón de agua. “Eso a lo mejor fue así en mi juventud –me respondió-, pero ya he cambiado. Mejor hágame pregunticas”. Entonces le hice “pregunticas” pero ya sabía a que atenerme con el nuevo presidente.
Su astrología se basa en el calendario lunar. Un año está compuesto por doce lunas nuevas a las cuales, cada doce años, se agrega una decimotercera. Doce años cierran un ciclo y cada año lleva el nombre de un animal: la rata, el buey , el tigre, el perro, etc. Son todos bichos perfectamente identificables que se pueden encontrar en sus lugares de habitación o en el campo. Excepto uno, el dragón, un animal quimérico que es como el único resquicio que dejan a la fantasía en todo aquel zoológico de seres de carne y hueso.
El animal del año en que nacen tiene una enorme influencia en su personalidad y su destino, y uno de los elementos más importantes para establecer es el conocimiento exacto de la hora de su nacimiento. Por eso no son muy dados a divulgar el año de su nacimiento ni desde luego la hora. Tus enemigos se pueden aprovechar de esta circunstancia. Y esto ocurre particularmente con los políticos.
Cualquiera puede saber que Deng Xiao-ping nació el 22 de agosto de 1904, año del dragón, pero nadie supo exactamente la hora. Mao Tse-tung y su primer ministro Chu En-lai no pudieron preservar ese secreto. Cuando en los años 1920 ambos vivían en Shanghai, fueron a ver –a lo mejor como una broma juvenil- al más famoso astrólogo de la ciudad, un tal Yuan Shu Shuan. Cuando en 1949 los nacionalistas huyeron hacia Taiwán, se llevaron montañas de documentos, entre ellos las fichas del maestro Yuan. Se publicaron las de aquellos que luego fueron famosos, entre ellos, las de Mao y Chu En-lai. Yuan predijo, en 1962, que ambos morirían el mismo año, en 1976. Cosa que así ocurrió.
Si uno argumenta a los chinos que todo aquello es pura superstición, su respuesta deja que pensar: “si la luna influye sobre las mareas, cómo no va a influir también en unas bolsas de agua que somos los seres humanos”.
Cuando Álvaro Uribe resultó elegido presidente en 2002 por primera vez quise, durante una entrevista, conocer algo más sobre la personalidad del nuevo jefe del ejecutivo de Colombia. Esquivó la pregunta un poco molesto pues, muy en su estilo, ya había dicho lo que le interesaba y quería darse prisa en terminar. Yo, que con no poco escepticismo pero intrigado por lo que he contado hasta ahora, había consultado su horóscopo chino antes de la entrevista, le dije unas cuantas cosas que lo dejaron pensativo por unos segundos.
“Pues tengo entendido que usted es capaz de darle hasta la camisa a cualquiera que le rinda pleitesía; que no es recomendable intentar convencerlo sobre política diferente a la que usted profesa, ni sobre ideales diferentes a los suyos. Que no solo es serio con respecto a sus convicciones, sino que se puede apasionar e incluso ser peligroso si lo contradicen, especialmente si es gente a la que considera amiga. Nunca abandonará a la familia, no importa si sabe que el pariente es un pícaro, ya que su familia es quien más lo venera y le proporciona adulación. Es presumido y empedernido. Claro que tiene muchas cualidades, pero hay que tener cuidado en llevarle la contraria, siempre cree tener razón”.
Como me miraba entre intrigado y con ganas de darme una patada en el trasero, agregué rápidamente: “no lo digo yo, lo dicen los chinos…, mejor dicho, el horóscopo chino ya que usted ha nacido en 1952, es dragón de agua. “Eso a lo mejor fue así en mi juventud –me respondió-, pero ya he cambiado. Mejor hágame pregunticas”. Entonces le hice “pregunticas” pero ya sabía a que atenerme con el nuevo presidente.
