El mal menor

Mié, 30/05/2018 - 07:20
El mal menor es en esencia un principio ético, a partir del cual se termina eligiendo un mal con el fin de evitar un mal peor, esto al parecer es el fenómeno que ocurre actualmente en nuestro país.
El mal menor es en esencia un principio ético, a partir del cual se termina eligiendo un mal con el fin de evitar un mal peor, esto al parecer es el fenómeno que ocurre actualmente en nuestro país. Pasadas las recientes elecciones de primera vuelta presidencial en las que vimos cómo se encontraron varias fuerzas que finalmente se reducían a dos posturas, el uribismo y el contra uribismo, el primero claramente representando por el candidato Iván Duque, escogido en un proceso de selección interna y luego de una consulta interpartidista en el que el candidato del Uribismo se enfrentó con los candidatos propuestos por el expresidente Andrés Pastrana y en el que el primero salió vencedor con un holgado margen. Mientras que en la otra orilla, encontramos las fuerzas alternativas representadas por los candidatos alternativos, en los que se destacaban Humberto De La Calle, Sergio Fajardo y el candidato de la Colombia Humana Gustavo Petro. Esta línea alternativa estaba conformada no solo por candidatos de la izquierda, sino que por primera vez en la historia democrática de este país, se juntaban fuerzas políticas distantes con un objetivo común; derrotar el uribismo, que se venía fortaleciendo gracias a las estrategias mediáticas de mostrarse como los salvadores y los que, según su campaña, nos iban a “salvar de ser otra Venezuela”, sin embargo, vemos cómo esta campaña en la medida en que la jornada electoral avanzaba, se fue intensificando. Ahora que tenemos claro el panorama, frente a quienes disputarán la segunda vuelta electoral en el camino a la Presidencia de la República, es importante evaluar con despacio y conciencia crítica lo que implica votar por el uno o por el otro. Uno de los candidatos, el del uribismo, el que dijo Uribe, criticado enormemente por tener como respaldo al expresidente y por no tener en su hoja de vida propia, ninguna experiencia electoral real, ni haber ejercido un cargo de elección popular, ya que como Senador fue elegido en una lista cerrada, que tenía como cabeza de lista al mismo expresidente y hoy senador, pero más allá de estos evidentes argumentos, detrás del candidato, con todas las virtudes que pueda llegar a tener, carga con el peso de ser “el que dijo Uribe” y eso ya de entrada es un enorme peso del cual no estamos seguros de si el candidato está en capacidad de responder. A eso se le suman las denuncias por posible corrupción, luego de saberse que participó en las reuniones en Brasil, con la firma Odebrecht y que, por cuenta de eso, no ha habido ninguna sanción, ni moral ni penal. Por otra parte, tenemos el candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro, exguerrillero del M – 19 y exalcalde de Bogotá, quien carga con el estigma de haber pertenecido a un grupo armado ilegal, aunque nunca se le haya comprobado su participación directa en ningún hecho violento, razón por la cual, nunca haya sido condenado por lo mismo, aunque si ha sido señalado por el hecho de haber hecho parte de la cúpula del grupo armado, este sí, responsable de varios hechos violentos y lamentables, entre ellos, el tristemente célebre episodio del Palacio de Justicia en 1985. En estos momentos de intensa polarización, tenemos la decisión en nuestras manos de cambiar el futuro del país y ofrecer una mejor alternativa de sociedad, pasar por fin de ser el tercer país más desigual del planeta a uno que ofrece mejores alternativas para las clases vulnerables, no por nada, fueron justamente las regiones más golpeadas por la violencia y la corrupción las que decidieron dar un paso al frente y cambiar de perspectiva, Chocó, La Guajira, Vaupés, Nariño, Cauca y otras regiones en la periferia de Colombia, le dieron su voto positivo al candidato alternativo, mientras que las capitales de departamento, las cuales no han visto con la misma intensidad estos fenómenos, se mantienen en su apoyo a la política tradicional. Con este panorama, estamos en el punto de tener que escoger entre dos males; por un lado el candidato que por su filiación política y su historia, tiene a la opinión publica, los medios y una gran parte del congreso en contra, lo cual lo va a llevar a una situación muy complicada para gobernar o el candidato sin experiencia pero con toda la historia de su mentor detrás de él. Sea cual sea el que se escoja, debe ser pensando en el futuro de todos, en las próximas generaciones, desprendidos de egos y sin el espejo retrovisor, con el futuro por delante, para nosotros y las futuras generaciones.
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