Jill es freeky y vive en Lima

Mié, 06/11/2013 - 10:32
Dice Gaby que cada vez que apareces por ahí vuelves mi vida un desastre, la catástrofe de las catástrofes y una hilera abrumadora de sentimientos que se trastean de un lugar a otro. Cómo le hago p
Dice Gaby que cada vez que apareces por ahí vuelves mi vida un desastre, la catástrofe de las catástrofes y una hilera abrumadora de sentimientos que se trastean de un lugar a otro. Cómo le hago para que te mudes de mi pequeño cerebro y de mis neuronas desgastadas. Tú eres lo que siempre he querido pero no estás. Te necesito como un niño a su madre. Me toco el pecho lo más cerca al corazón y me duele. Me duele saber que te fuiste a enamorar peruanos con cara de indios y que usan gorros de lana. Que te marchaste porque tu sueño es llegar a Londres o Barcelona y ya diste el primer paso. Saber que no estás en la Ciudad de los ruidos y números me baja la presión. Ya no me tropezaré contigo en las fiestas de pato rosado o en los viernes azules para menear la cabeza. Siempre te buscaba pero esta vez ya no te encontraré. Ya no pequeña, ya no. Hoy creo ser feliz con otra persona. Estoy a gusto, me siento seguro y el interés es mutuo, pero te pienso y me desmorono de una. Mi cuerpo se entumece, mi mundo pasa al caos completo y mi llanto pasa a gritos de desesperanza. Quisiera que la vida nos juntara de una vez por todas y que pudiéramos volver a tirarnos sobre la hierba. Quizás en otra vida o quizás en un par de años, no lo sé. He intentado de mil formas no pensarte y no verte pero siempre apareces y derrumbas mi inconsciente, derrumbas mi pedacito de tranquilidad. Opacas el vidrio y desafinas las cuerdas de mi guitarra. Nos encontramos y parece que nada malo hubiera pasado y volvemos a ser nosotros por unos minutos. Nos miramos y sentimos que somos el uno para el otro. Sentimos eso que llaman amor, amor del bueno, sí amor. Por qué no estamos juntos, por qué parece que no es el momento y que debemos esperar. Por qué no dejarnos llevar y ya. Por qué sigues aquí dentro, por qué. Dañaste mis emociones, ya no se siente igual y ya no me enamoro fácilmente. Ya no espero nada de nadie y no me intereso más de la cuenta. A veces creo que es mejor estar con alguien que te quiera más a ti que tú a esa persona, así se evita sufrir tanto y las despedidas son menos dolorosas. Te llevaste esa parte de mí que conservaba un tanto de inocencia y un tanto de ilusión. Tú miedo al amor hizo que te alejaras y quebrantaras ese momento de seguridad. Antes de darme un baño todos los viernes me miraba al espejo y no podía contener las lágrimas. Fueron tantos los momentos en que quise que estuvieras y no te encontré, fueron tantos sabes. Me sentí tan vacio y desconsolado, solo y melancólico. Nunca pensé caer tan bajo y menos por ti, por una persona que no sabe lo que quiere y que tristemente no aprecia el cariño de un alma pura. Gaby insiste en que nadie me mando a meterme en semejante encrucijada y que no debo dejar que tú hagas lo que te plazca con mis emociones. No debo poner en riesgo la estabilidad que profeso a manos llenas y que confirmo cada vez que beso los labios que ya no son tuyos, sino de una mujer que me ha enseñado que todo llega a su momento y que no hay que correr detrás de una persona que siempre huirá de ti. Alguien que teme y se esconde bajo el telón de su subconsciente y su fachada de relax. Siempre seré para ti esa persona indicada que conociste en el momento equivocado. Te encontré días antes de que partieras a Lima y te vi tan mal, sabes. Te vi tan borracha e inconsciente que me dio lastima. Nos miramos y nos sorprendimos, era de esperarse. Luego de cinco meses volvimos a desacostúmbranos el uno del otro. No puse el mínimo esfuerzo por acercarme, siempre era yo el que daba el primer paso y esta vez venía acompañado. Por momentos quería mandar todo a la mierda y correr detrás de ti, que me tomaras de la mano y nos fuéramos al motel más cercano. Quería untarme de tu olor y lamer tus orejas, mojar tus labios así como tu entrepierna. Mirarte y sonreír, reír juntos y hablar hasta el amanecer. Quise volver el tiempo, el tiempo en que fui feliz. Llegaste a mí, aprovechaste que mi chica se fue al baño y te sentaste a mi lado. Me ofreciste un sorbo de tu cerveza y hablaste de tus planes en la ciudad de las llamas. Yo presumí de mi nueva relación y tú decías sentirte bien por mí. Pasaste tu mano por mi cuello y me besaste, yo te correspondí con unas ansias de antaño. Uniste tú frente a la mía y besaste mi nariz. Recordé que mi chica podía llegar en cualquier momento y te aparté, te pedí que te alejaras porque lo que menos quería en ese momento era una pelea injustificada. Nos despedimos y anotaste tu número de celular en una servilleta. Insistías en que nos viéramos al día siguiente pero en realidad era un caso perdido. Creo que esta vez es definitiva, se siente en el ambiente. Esta vez sigue tu camino y sé feliz, yo estaré haciendo lo mismo. No te preocupes por mí, ya eso pasó de moda.
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