Kim Jong Il y el episodio de la guerra total por un árbol

Lun, 26/12/2011 - 03:30
Algo perverso y propio de las guerras, es su capacidad de desdibujar la individualidad del combatiente para dejar del soldado solo un molde, repetido miles de veces en las barracas como si se tratase
Algo perverso y propio de las guerras, es su capacidad de desdibujar la individualidad del combatiente para dejar del soldado solo un molde, repetido miles de veces en las barracas como si se tratase de una misma angustia, clonada e industrialmente producida. Ese mismo efecto de olvido del sujeto se refleja en una manera mórbida de la historia de contarse a sí misma; El recordar las guerras, por sus anécdotas. En ese camino, si hay alguna que hoy se pudiera contar, es una curiosa, extraña y a la vez alarmante anécdota de los viejos tiempos de la ya sobreextendida tensión entre las dos Coreas, un episodio clásico de aquellos de la guerra fría y por demás, excelente muestra del desdeñable carácter de Kim Il-sung,  padre del villano de turno por estas fiestas: Kim Jong –Il, y de este último, el “Querido líder” y padre de la nación norcoreana, que, según su biografía, fue siempre carente de todo residuo corporal. La historia, que por una actividad de las mas rutinarias, pudo haber desatado un enorme conflicto internacional, tuvo lugar en una de las zonas mas vigiladas del mundo, llena de soldados, tecnología militar, cámaras, trampas, secretos y desconfianzas: la paradójicamente llamada “zona desmilitarizada” entre las dos coreas, donde a pesar del nombre, en una línea de 240 kilómetros que divide los dos países, solo hay militares y ni un solo civil. Esta franja, hija del armisticio de la guerra de corea, es también  hija de la guerra fría, un recordatorio del debate eterno entre dos sistemas: de un lado los norcoreanos y sus aliados en las sombras (chinos y rusos), y del otro, los surcoreanos hombro a hombro con los americanos. La época en esto no era muy distinta a nuestros días: plena desconfianza y excesiva seguridad, cada tantos pasos, una garita, un puesto de mando, torres, videocámaras y todos armados hasta los dientes, en la mañana del 18 de Agosto de 1976, el enemigo, además de los norcoreanos, los rusos, los chinos, las armas nucleares y los espías, fue el verano, que le retorno sus hojas a un árbol, que como desgracia casual ( como la mayoría de ellas) bloqueaba la línea de visión entre un puesto de control del sur y del norte, generando nerviosismo entre los centenares de militares apilados en tan estrecha franja. Como si del mas peligroso traslado de tropa se tratara, representantes de ambos gobiernos acordaron la poda del dichoso árbol en invierno, cuando aquel, sin hojas, permitía la plena vista y vigilancia entre los enemigos, pero el mal tiempo había impedido la maniobra, así que, con el permiso ya humano previamente obtenido y el del clima, recién otorgado, los del sur se dirigieron a llevar a cabo las labores de jardinería. El contingente mas profesional que jardinero alguno hubiese visto, de 11 soldados, entre surcoreanos y miembros de la fuerza conjunta de las Naciones Unidas, arribó al árbol y comenzó cuidadosamente, a remover las ramas y hojas de más, hasta la aparición inesperada de mas o menos,18 soldados norcoreanos. Durante 20 minutos, los del norte miraron a los del sur cortar el árbol sin interrumpir, hasta que abruptamente, un Teniente, ordenó a surcoreanos y americanos, que se detuvieran de inmediato, en tanto el árbol “había sido plantado y regado personalmente” por Kim Il-sung, padre de Kim Jong Il, quien “cuidaba” de él a diario, cosa que resultaba increíble pues nunca había puesto un pie en aquel cuadrante de la sobreprotegida zona. La situación, aunque tensa, parecía normal para los surcoreanos, acostumbrados, tanto como hoy, a los altos y bajos en la cordura de los miembros de tal “dinastía” y sus subordinados; Todo cambio súbitamente cuando el amenazante teniente, apodado “Bulldog” por los americanos por su buena cara, envío un soldado al otro lado de su puesto de control y retorno con 20 norcoreanos mas. Viendo lo ocurrido pero con el llamado del deber siempre presente, el capitán Bonifas, uno de los americanos enviados a semejante misión de alta jardinería, se dio la vuelta y continuó la poda, ante lo cual, el teniente norcoreano, con la frialdad del que sabe va a pasar a sus enemigos por los hierros, se quitó el reloj, lo guardó en su bolsillo y gritó: “A matarlos!” [caption id="attachment_6871" align="aligncenter" width="400" caption="Foto del Ataque de los Norcoreanos a quienes podaban el árbol"][/caption] Por las tensiones propias de una zona de seguridad conjunta en donde varias naciones tenían efectivos, el porte de armas era restringido, así que alrededor de 30 norcoreanos, iracundos por ver el “árbol de su querido líder” irrespetado, se abalanzaron sobre los soldados-jardineros con hachas, palos y puñales, matando a 2 americanos e hiriendo gravemente a los demás enviados. Se supo que la maniobra había sido orquestada como provocación, el gobierno norcoreano luego, en una cumbre de No alineados, representado por el difunto Kim Jong Il, manifestó que “sus tropas habían sido ofendidas y provocadas por los del sur y habían tenido que reaccionar para defender su honor”, con lo que solicitaron, ante la diplomacia internacional, la desmilitarización de la zona, naturalmente sin éxito. También se dice, que la maniobra, propia de las películas de espías que para la época ya coleccionaba, fue orquestada por Kim Jong Il, como muestra de valentía y liderazgo para el partido y ejército que dos años antes ya lo había declarado sucesor  del líder. Mas increíble que el ataque, fue la reacción, propia de los despliegues de fuerza de la guerra fría y otro de esos días de ese siglo, en los que por cualquier cosa se podía justificar acabar con el mundo: Una gigantesca operación militar, o mejor, la forma mas cinematográfica y aterradora de cortar un árbol: tres días después del incidente, alrededor de 3 batallones surcoreanos, 2 de la alianza multilateral, mas de 8 vehículos, helicópteros circundantes, puestos móviles de ametralladores y un destacamento de ingenieros del ejército, llegaron muy a las 7 de la mañana, eso si como los buenos jardineros, ya no a podar, sino a cortar entero el árbol de la discordia. Durante el tiempo que duró la operación, alrededor de 300 soldados norcoreanos se apostaron al otro lado del espectáculo, alistando también sus puestos de fuego, pero dejando pasar el asunto sin consecuencias. [caption id="" align="alignnone" width="650" caption="Momento en que gran cantidad de soldados cortan el árbol en la "zona desmilitarizada""][/caption]   Nadie murió ese día, pero las cosas cambiaron para siempre, la tensión entre las dos coreas incrementó y la seguridad en todos los sentidos en la zona desmilitarizada se vio reforzada, todo por un árbol, que como el orgullo de Kim Jong Il, ponía en peligro a todos a su alrededor entre mas crecía, pero que, como el de todo mortal, terminó, finalmente en el piso. _________________________________________________________________________________________ Walter Arévalo. Politólogo (Grado Meritorio) y Abogado Rosarista. Ha sido Miembro de la línea de Investigación en derecho Internacional. Columnista Invitado en el NUEVO SIGLO, lasillavacia.com, Kienyke.com, y los periódicos confidencialcolombia.com y libretadeapuntes.com  Colaborador del Anuario Colombiano de Derecho Internacional. Director Editorial www.thebluepassport.com . Ha sido parte de iniciativas del Pacto Global de Naciones Unidas en Colombia y de la Agencia Trust For The Americas de la Organización de Estados Americanos. 2011 Galardonado con el Premio Asociación Cavelier del Derecho al mejor trabajo de Investigación para el Observatorio de derecho internacional 2009-2010 TWT: @walterarevalo . walterarevalo.com     
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