El siglo XXI trajo consigo una seria de cambios políticos y sociales que hasta el momento ningún movimiento, por lo menos en Colombia, ha sabido aprovechar. Estas transformaciones dan como resultado que se generen nuevas ciudadanías que a su vez abren el escenario para nuevas formas de hacer política.
Los movimientos políticos del siglo XXI deben asumirse como una plataforma para la transformación social; atrás deben quedar las construcciones piramidales donde un líder decidía sobre el futuro de un proceso y de forma pueril las bases obedecían, sin tener la menor opción de participar en la toma de decisiones sobre el movimiento o partido. Es importante identificar que los movimientos que han surgido en Colombia durante los últimos años están formados teniendo como piso la Constitución del 91, esa que tantos defendemos pero que algunos pretenden tumbar para retroceder en el goce de derechos. En su mayoría los movimientos que se han gestado en la última década son producto de la sumatoria de intereses y se presentan como resultado de una práctica democrática. El gran problema de estos movimientos o partidos es que se construyeron bajo nuevos paradigmas pero manteniendo las estructuras anquilosadas y retrogradas de los partidos tradicionales, ofreciendo como excusa que era necesario mantener una organización para estar bajo las reglas de juego del establecimiento. Los movimientos políticos del siglo XXI deben estar fundamentados bajos los parámetros de una organización horizontal, que no es para nada una afrenta a la organización y por el contrario debe considerarse como un remedio contra el autoritarismo y una opción de consolidar una construcción colectiva. La organización, que en realidad no es más que la práctica de cooperación y solidaridad, es una condición natural y necesaria de la vida social: es un hecho ineludible el cual ciertamente involucra a todo el mundo, sea en la sociedad humana en general, o en cualquier grupo de personas unidas por un objetivo común. El principio básico de cualquier movimiento del siglo XXI es la libre organización, creada y mantenida por la libre voluntad de sus componentes, sin ninguna clase de autoridad, es decir, sin nadie teniendo el derecho a imponer su propia voluntad sobre los demás. Con respecto al tema ideológico, no se puede pensar en una unidad de pensamiento o un planteamiento ideológico unitario, es importante tener claro que la ideología se debe basar en la discusión colectiva, amplia y sin sectarismos, de abajo a arriba, de todos los miembros de este nuevo movimiento en las instancias y momentos apropiados. Los movimiento políticos del siglo XXI pueden conformar un partido, si por la palabra partido entienden que están del mismo lado, es decir, que comparten las aspiraciones generales y que, de una u otra manera, luchan por el mismo objetivo en contra de los contradictores comunes. Pero esto no significa que sea posible -ni, quizás, siquiera deseable- que se unan en una misma asociación específica. Con lo anterior, es claro que Colombia no tiene un movimiento con estas características, aquel que logre una organización que le permita ofrecer a la ciudadanía en general esta propuesta, demostrara que su generosidad está por encima de los intereses mezquinos de un vulgar protagonista de novela, y así la ciudadanía se lo sabrá recompensar.LA CULTURA POLÍTICA DEL SIGLO XXI
Lun, 11/06/2012 - 16:27
El siglo XXI trajo consigo una seria de cambios políticos y sociales que hasta el momento ningún movimiento, por lo menos en Colombia, ha sabido aprovecha