La paz... y después qué?

Jue, 30/01/2014 - 10:00
Uno de los temas que va a llamar la atención del país en el 2014 son los resultados de la mesa de negociación de la Habana. Me he de confesar sorprendida por los avances en los tres puntos de la Ag
Uno de los temas que va a llamar la atención del país en el 2014 son los resultados de la mesa de negociación de la Habana. Me he de confesar sorprendida por los avances en los tres puntos de la Agenda tratados hasta ahora, pero no deja de inquietarme un aspecto fundamental:  Y después que?... El país tiene que prepararse para muchas cosas que vendrán después del acuerdo.  Una de ellas es la seguridad en las ciudades una vez se dé la pretendida " desmovilización". De la experiencia Nicaraguense y Guatemalteca hemos aprendido que una vez se firman los acuerdos, no todo es paz y seguridad. En Guatemala aún hoy siguen azotados por la inseguridad que se desató después de los acuerdos. (http://www.irenees.net/bdf_fiche-analyse-774_fr.html).  ¿Qué vamos a hacer en Colombia con las miles de personas que han dedicado su vida al conflicto armado? ¿Cómo les vamos a garantizar un lugar en la sociedad? ¿Qué empleos les vamos a ofrecer? ¿ Qué partidos les van a dar cabida si quieren participar en política?. Solo hay preguntas y más preguntas. Colombia no tiene institucionalidad suficiente para responder a la ola de personas que van a requerir asistencia y apoyo. Si, se tiene una Consejería Presidencial para la reintegración, pero como el nombre lo dice, no está allí para atender a nadie. En algún momento se rumoró que a Unidad de Víctimas debería asumir las funciones relativas a la incorporación de las personas a ala vida civil. La propuesta es descabellada: ¿Víctima y victimario haciendo fila en el mismo lugar para recibir asistencia estatal?.  No podemos sobrecargar una entidad que de por sí ya tiene una demanda bastante alta.  Por otro lado, una cosa es la reparación de una víctima del conflicto, y otra la asistencia y el acompañamiento que se le puede dar a una persona que se desvincula. Más que subsidios, se requiere la formalización de su vinculación a una vida laboral o académica. ¿ Cómo vamos a garantizar eso? ¿ Cómo hacemos para que la falta de opciones o de acompañamiento para dejar las vías violentas haga que nos pase como con la Ley 975 y los grupos paramilitares?.  El país tiene que empezar a aprender de sus errores, y ya en el 2005 ( y hasta  hoy) vivimos los efectos de una desmovilización de papel, pero que en la práctica trajo inseguridad y muchas muertes. Es necesario que cada dependencia estatal haga lo suyo: Que Min. Educación se encargue de vincular a los niños y niñas a su sistema  educativo apenas dejen las armas, que en SENA habrá sus puertas para las personas desmovilizadas que quieran aprender oficios o dejar sus CV en el servicio de empleo de esta entidad, que Min. Agricultura baje recursos de regalías para apoyar iniciativas de  aquellas personas que  se quieran  y se puedan quedar en el campo cultivando la tierra,  y así sucesivamente.  No es necesario crear una nueva entidad: el  país no tiene recursos para crearla: toca sumar esfuerzos y capacidades ya instaladas. Por supuesto, esto va a tener un costo y un impacto fiscal, pero hay que tratar de optimizar lo que hay. Otra cosa grave, y  en la que hay que pensar, es en la inserción social de las personas que dejen las armas. Somos un país de intolerantes, como nuestra historia reciente lo demuestra. Desde ya se deben lanzar campañas en pro de la reconciliación como único mecanismo para lograr una sociedad sin guerra. Es duro, pero hay que plantearlo así: que prefiere: ¿Que esa persona  sea su vecino o compañero de trabajo, o que esté militando en un grupo armado ilegal? Sin ser ave de mal agüero, debo decir que si las instituciones no se comprometen a dedicar parte de sus esfuerzos a trabajar para una reinserción eficaz, el acuerdo de paz será un saludo a la bandera. Espero que no se tiren la pelota entre ellos.
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