Más allá de la corrupción, de los cacicazgos políticos y las constantes burlas de la élite política nacional en la cara de los colombianos, este país sufre de un mal peor, una enfermedad que no se cura con marchas ni actos simbólicos de indignación: la indiferencia. Esa que el 9 de Marzo hizo que usted se abstuviera de votar mientras que el primo de Pablo Escobar, José Obdulio Gaviria, se anteponía a su nombre las iniciales de HP, no, no esa clase de HP, me refiero a la de Honorable Paralamentario, perdón, Parlamentario.
Entiendo las posturas de muchos abstencionistas que decidieron manifestar su inconformismo por medio del famoso #NoVoto, no puedo meterlos en el mismo saco de los perezosos o los indiferentes, sería injusto, pero ¿fue esa la solución?. Seguramente muchos dejaron de acudir a las urnas por el mismo repudio que a muchos nos despiertan los monopolistas de la política colombiana, pero pregunto: ¿no hubiera sido mejor canalizar la inconformidad por medio del voto inteligente?. Pongamos un ejemplo, Rodolfo Arango, profesor universitario y candidato por el POLO, fue uno de los candidatos al Senado que teniendo propuestas buenas, coherentes y sobretodo posibles, se quemó. En su lugar llegó Andrés Felipe García Zuccardi por el PARTIDO DE LA U, hijo de Juan José García (condenado por peculado por apropiación e investigado por el proceso 8000) y de Piedad Zucardi (condenada por parapolítica) y, para rematar, sobrino de Álvaro García Romero (condenado a 40 años de prisión por su responsabilidad en la masacre de Macayepo), un personaje cuya procedencia deja mucho que desear respecto a su participación en el congreso.
Como García Zuccardi hay 32 Senadores más relacionados con narcotráfico y escuadrones de la muerte. Dejar de votar fue darles permiso para que sigan acabando con el país, fue enviar el mensaje erróneo de que no nos interesa lo que pueda pasar, fue perder la oportunidad de participar de un congreso con mayor representación bajo el cual se pudiera pensar en una reconfiguración de las dinámicas políticas corruptas y tradicionalistas en las cuales, tristemente tengo que decirlo, los jóvenes del país están cayendo por promesas vacías de quienes los usan en campaña y luego los desechan. Así ¿qué pretendemos renovar?.
Si nos vamos a las cifras, según la Misión de Observación Electoral (MOE), de 32´700.000 votantes convocados, sólo participamos 14´300.000, representando un 43.58% de la población votante. La indiferencia política que nos aqueja nos está llevando a niveles pírricos de representatividad, nos está volviendo cómplices de los paras, de la guerrilla, del pedófilo, del violador, del asesino, del estafador, del secuestrador, del corrupto y de todas las plagas que necesitan ser reguladas normativamente, pero que la corrupción y los intereses particulares dejan pasar por alto para legislar a favor de su bolsillo.
En definitiva, un pueblo como el nuestro, abstemio a la democracia, indiferente y ¿por qué no? Indolente, no tiene la autoridad moral de exigir ser bien gobernado. Vale la pena recordar que el pueblo tiene los gobernantes que se merece y mientras nosotros como colombianos no ejerzamos nuestro deber como corresponde, no podemos aspirar a mejorar el panorama. Así que pensémonos como sociedad en un futuro, seamos claros y aterrizados y hagamos una verdadera revolución con las armas que, aunque imperfecta y manipulable, nos da la democracia. Dejemos de lado la utopía, dejemos atrás la revolución cubana, el anarquismo y demás corrientes “inspiradoras”, luchemos con las armas que tenemos a la mano. Hay un 56.42% que no votó, que no está interesado o que está desilusionado, en teoría somos más los inconformes y los que esperamos un mañana mejor, así que canalicemos la inconformidad y a la próxima votemos inteligente y arrebatémosle el poder a los que desde el capitolio, hoy en día, juegan con la cuchara del pueblo.
@FelipeBarreraH
LISTO, SE ABSTUVIERON. ¿AHORA QUÉ?
Mar, 11/03/2014 - 10:42
Más allá de la corrupción, de los cacicazgos políticos y las constantes burlas de la élite política nacional en la cara de los colombianos, este país sufre de un mal peor, una enfermedad que no