En el más puro estilo de república bananera el presidente Juan Manuel Santos nombró embajador en Washington a Luis Carlos Villegas durante la asamblea de los empresarios colombianos en Pereira. Vestían los dos protagonistas de este episodio, blanca y sudada guayabera para estar más a tono con el carácter tercermundista de la designación que, ¡cómo no!, fue aplaudida a rabiar por la concurrencia. Ambos, el presidente y el recién investido plenipotenciario sudaban manteca –más el embajador in pectore que el primer mandatario, todo hay que decirlo- pero manteca al fin y al cabo, bajo el sol de justicia que caía esa mañana sobre la Perla del Otún, que es como llamamos a la capital de Risaralda los periodistas cultos.
El recién nombrado embajador, arrebolado como pudorosa quinceañera ante el sorpresivo regalo, se quedó sin palabras y apenas atinó a insinuar un diplomático “ayjuputa” ante los periodistas que al salir del evento le preguntaron por su designación. Difícil imaginar una puesta en escena más cutre para designar a un representante de Colombia ante la nación más poderosa del mundo. La cereza del pastel la puso el presidente al decirle a su representante en Washington que “usted no se tiene que ir ahora” porque tiene que seguir en proceso de paz que se negocia en La Habana. No sé, a lo mejor uno hila muy fino, pero a mí me parece una grosería con el señor Obama.
Y es que a su excelencia don Luis Carlos se le acumula el trabajo. Entre entregar la Andi, estudiar qué se hace con el dinerillo de los de las Farc cuando firmen el acuerdo de paz y preparar los alamares para presentar cartas credenciales a don Barak en Washington no le llega el alma al cuerpo. ¡Qué envidia de pluriempleo para los desocupados de Colombia! En este país siempre ha habido gente que cae para arriba y Louis Charles pertenece a ese exclusivo club: dieciocho años chupando de la teta de la Andi y ahora dorado exilio a la vera del Potomac en donde se jubilará como diplomático.
Lo que en países serios ocurre tras un consejo de ministros y, previa llamada al interesado, se publica como decreto en el boletín o gaceta oficial del Estado, en Colombia puede llegar a ser, como es el caso, una parranda de amigotes a la que solo le faltó papayera. Pero al margen es este hecho, que es una anécdota más del manejo de las relaciones de Colombia con el exterior, el nombramiento escenificado por Santos lleva, una vez más, a la reflexión sobre la falta que le hace al país una carrera diplomática y que las relaciones con el exterior caigan en manos de profesionales preparados al servicio del Estado y de los intereses generales y que el ministerio de Relaciones Exteriores deje de ser la agencia de turismo para los amigos del presidente.
[caption id="attachment_244814" align="alignnone" width="547" caption="Luis Carlos Villegas"]
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El ejemplo más claro de cuan caro se paga esta frivolidad es lo que ha ocurrido con Nicaragua, un país que, sin ser precisamente la envidia del Foreing Office, se aplicó juiciosamente hasta arrebatarle a Colombia noventa mil kilómetros de mar. ¿En manos de quién estuvo este litigio durante años? En manos de la inefable diplomacia colombiana. Uno espera que algún historiador en el futuro estudie toda la trayectoria de los “diplomáticos” colombianos en cuyas manos ha estado el asunto de la reivindicación de Nicaragua sobre las aguas de soberanía colombiana. Habrá sorpresas, estoy seguro.
Pero aquí no aprenden. Envían a Washington a un abogado que ya llevaba la losa de una investigación por apropiación ilegal que luego tuvo que renunciar al cargo por las denuncias que hace una revista norteamericana. No se toman ni el trabajo de investigar a los amigos nombrados. No importa, que se “den la palomita” y luego salgan jubilados como ex diplomáticos que para eso son amigos. Y así con otras muchas embajadas adonde han enviado payasos de televisión, locutores de fútbol, políticos atrabiliarios, favorecedores de paramilitares y hasta presuntos homicidas.
Dice la prensa que la recién cesada cúpula militar y policial, que por lo visto era más leal a Uribe que a Santos, está en capilla para ocupar varias embajadas. ¿Por qué regla de tres? Que nos lo explique la señora canciller. ¿Van a enviar al general Mantilla con un helicóptero para que le lleve las gaseosas a la embajada?
Y ¿qué va a hacer Luis Eladio Pérez en Caracas, una de las más complicadas delegaciones diplomacias de Colombia en el exterior, si no la más complicada? No es de extrañar que Maduro esté feliz con este nombramiento. Una diplomacia como la venezolana en manos de los cubanos que son más listos que el hambre tratando con un señor sin experiencia ninguna. Por eso, señor Santos, los vecinos le sirven la sopa con cauchera.
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El ejemplo más claro de cuan caro se paga esta frivolidad es lo que ha ocurrido con Nicaragua, un país que, sin ser precisamente la envidia del Foreing Office, se aplicó juiciosamente hasta arrebatarle a Colombia noventa mil kilómetros de mar. ¿En manos de quién estuvo este litigio durante años? En manos de la inefable diplomacia colombiana. Uno espera que algún historiador en el futuro estudie toda la trayectoria de los “diplomáticos” colombianos en cuyas manos ha estado el asunto de la reivindicación de Nicaragua sobre las aguas de soberanía colombiana. Habrá sorpresas, estoy seguro.
Pero aquí no aprenden. Envían a Washington a un abogado que ya llevaba la losa de una investigación por apropiación ilegal que luego tuvo que renunciar al cargo por las denuncias que hace una revista norteamericana. No se toman ni el trabajo de investigar a los amigos nombrados. No importa, que se “den la palomita” y luego salgan jubilados como ex diplomáticos que para eso son amigos. Y así con otras muchas embajadas adonde han enviado payasos de televisión, locutores de fútbol, políticos atrabiliarios, favorecedores de paramilitares y hasta presuntos homicidas.
Dice la prensa que la recién cesada cúpula militar y policial, que por lo visto era más leal a Uribe que a Santos, está en capilla para ocupar varias embajadas. ¿Por qué regla de tres? Que nos lo explique la señora canciller. ¿Van a enviar al general Mantilla con un helicóptero para que le lleve las gaseosas a la embajada?
Y ¿qué va a hacer Luis Eladio Pérez en Caracas, una de las más complicadas delegaciones diplomacias de Colombia en el exterior, si no la más complicada? No es de extrañar que Maduro esté feliz con este nombramiento. Una diplomacia como la venezolana en manos de los cubanos que son más listos que el hambre tratando con un señor sin experiencia ninguna. Por eso, señor Santos, los vecinos le sirven la sopa con cauchera.
