Me burlo de los que se burlan de la gente "guisa" y "mañé"

Mar, 05/08/2014 - 12:36
Colombia es un país de moda señorial. Así uno se encuentre hipsters por la calle, metaleros o cualquier otra persona que exprese su estilo de manera más o menos “llamativa”, es indudable que s
Colombia es un país de moda señorial. Así uno se encuentre hipsters por la calle, metaleros o cualquier otra persona que exprese su estilo de manera más o menos “llamativa”, es indudable que siempre existirá, en las mentes de muchos, el concepto de “buen gusto”. No importa cómo te vistas, lo importante es que no parezcas una ‘guisa’, ‘loba’, ‘ñero’ o ‘galán de vereda’, entre otros apelativos. El problema es que esta gente no se ha dado cuenta de que así se viste el 80% del país. Uno que está muy lejos de parecerse a un catálogo de Zara, y sí más bien a las caricaturas de los que tanto se burlan los que se creen dandies parisinos, esos  cuyos poros creen que exudan colonia de Yves Saint Laurent en vez de perfume pirata de Paris Hilton. Y esos son los primeros en protestar cuando ven que todo se sale de su sistema visual y su “perfección”. No hace mucho, defendí a las “lobas” colombianas, y tenía buenos argumentos para hacerlo: La industria del jean levantacola vende acá y afuera más que cualquier diseñador colombiano. Ser sexy y curvilínea es una tendencia en alza, vean a Sofía Vergara o a la Kardashian en Vogue. El país, desde los años 70, tiene una cultura de exuberancia (y no es el único, Brasil o los países árabes son iguales)[1], y muchas mujeres quieren verse lindas, sea para ascender socialmente, o porque les da la gana. Cosas que han pasado en todas las épocas y sociedades. Vino la hecatombe. Muchos amantes de gente como Karlie Kloss o Miroslava Duma[2], y más bien detractores de Jessica Cediel y Marbelle[3], pusieron el grito en el cielo, y creyeron que yo, al más triste  estilo traqueto, les iba a poner un revólver en la cabeza e imponer “mi mal gusto”, tan  solo por mencionar algo de lo que no se han dado cuenta: El “buen gusto” depende de cada cultura. Ya de eso hablaron sociólogos como Bordieu, al mostrar al “gusto” como un elemento desarrollado específicamente en contextos sociales. Es decir, no porque Yurani o Yaritza amen a Pipe Bueno son “menos” que Simón o Mateo, que aman Crystal Castles y los vieron en Estéreopicnic[4]. Son contextos distintos. Y al hablar de moda, la cosa es más divertida: La industria toma todo lo que odian y lo convierte en tendencia. Lo marginal, lo original, lo que está en la calle, es lo que se ve en pasarelas años, décadas después. Pasó con el punk, pasó con los “chavs” ingleses[5] y también con el hip hop y la cultura del deporte. Todo se vendió con marcas como Burberry y diseñadores como Vivienne Westwood y Stella McCartney, entre otros. Por eso, cuando se habla de moda no se puede ser clasista: sería sesgarse a una visión simplista, y desconocer su historia, y la de sus influencias. Pero el clasismo en Colombia, sobre todo para hablar de cómo se ven los otros, es un rótulo grabado en fuego. Está en nuestro ADN. Siempre existió un gran abismo entre el país real y el país de la élite, sobre todo culturalmente. Los que mandan, desde la Independencia, dependieron obsesivamente de Europa, sobre todo de Francia e Inglaterra[6].  Sus tatarabuelos usaban levita, veían al artesano de ruana y decían “fo”. Para la época de Gaitán, cuando los judíos les dieron la oportunidad a los pobres de ser como los ricos (por lo menos en el vestido)[7], estos se fueron a Europa y se diferenciaron. Pero la aspiracionalidad, tanto de los unos como los otros, se ha manifestado hasta la actualidad[8]. Quizás ese complejo de inferioridad, ese deseo de parecerse a otro que no es uno, hace que se tenga una visión sesgada y profundamente prejuiciosa de lo que somos visualmente, de las cosas que producimos, de lo que tenemos. Y la moda en la calle, por lo menos a nivel mundial, es otra cosa. Porque hoy es tan válido vestir de Mango o de diseñador como tener un logo de Diesel en el pecho para mostrar que se tiene plata (los chinos también lo hacen, y qué), o  vestir un jean levantacola con apliques para “verse bonita”. En estos momentos, la moda no es un compendio de reglas para seguir: las redes sociales prueban que el estilo es algo ecléctico, que tiene influencias de muchos lados. ¿Quién puede ser árbitro de estilo cuando hay tantas influencias, tantas cosas pasando en el mundo, y que se integran a la moda? Hay un estilo real. Uno que va más allá del de la “gente nice” que se burla de la “gente mañé” porque no tienen “clase” y no salen en cocteles. Uno que se ve en la calle de forma original, distintiva.  Ese estilo quizás algún día se integre al sistema de la moda de élite, y todos esos defensores del “buen gusto”, tal vez  lo adoren porque un diseñador europeo se los vendió más caro. Y quizás tengan que tragarse sus palabras. @LuxandLan
Notas aclaratorias
[1) En Brasil se vende la exuberancia del cuerpo, prueba de eso son las telenovelas, comerciales y revistas. En los países árabes, las lentejuelas, el brillo y el exceso son permitidos. Hay que ver cómo se arreglan para las fiestas, o bailarinas superestrellas de Egipto como Randa Kamel o Dina para ver que el exceso de maquillaje y lo "vulgar" para Occidente, en Medio Oriente es aceptado.
[2] Karlie Kloss es una de las top models más reconocidas en la industria. Miroslava Duma hace parte de lo que se conoce como "it girls", chicas que por su estilo son halagadas y tienen el foco de atención.
[3] Lamento informarles a los árbitros del buen gusto que en este país los íconos de moda y modelos a seguir son estrellas de la televisión y lo popular. No se extrañen del estilo de muchas mujeres si ven modelos de aspiración en las estrellas femeninas televisivas. Recuerden, no todos acceden a la televisión por cable, ni a Internet.
[4] Bordieu básicamente habla de cómo se forman los ideales culturales en cada contexto social, y cómo se forma el concepto de buen gusto para distinguirse de otros contextos sociales. Está en "La distinción".
[5] Los "chavs" ingleses son el equivalente del "ñero" colombiano. Burberry vendió toda su estética. Para saber más, link en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Chav_%28subcultura%29
[6] Desde la Independencia, y para librarse de todo lo español, los criollos tomaron como ejemplo a los ingleses en todo. Adquirían sus artículos y trataban de ser como ellos. Desde ahí, lo europeo fue modelo a seguir por las élites colombianas. Todo está en la investigación de Ana María Otero Cleves, "Géneros de gusto, y sobretodos ingleses: el impacto cultural del consumo de bienes ingleses por  la clase alta bogotana del siglo XIX".
[7] Los judíos democratizaron la moda en Colombia, con sus ventas a plazos desde los años 20. Para saber más del tema , lean mi investigación al respecto en la revista de moda Focus Magazine, sección "Revista Online".
[8] La frase publicitaria "los ricos quieren ser como los ingleses, los de la clase media como los americanos y los pobres como los mexicanos", sigue siendo cierta. Aunque hay nuevas tendencias y nichos de mercado, la marca y el objeto que la representa como símbolo de prosperidad sigue siendo una clave para entender al consumidor colombiano. No juzguen al joven de hoy por hacer fila Starbucks cuando su abuela seguramente se moría por tener una radio Phillips.
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La denuncia fue realizada por el periodista Daniel Coronell en su reciente columna publicada en Los Danieles.
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