En este momento la protesta social del país hierve. El Catatumbo, los cafeteros, todo el sector agrícola, los estudiantes... por donde se mire hay descontento.
Nada de esto es casualidad. Esta "crisis" la vienen anunciando diversos sectores desde hace mucho tiempo. Es como cuando uno se va de vacaciones, deja las puertas de la casa abiertas, en el barrio no hay vigilancia, y espera que las cosas estén allí al regresar. Es imposible que un país pequeño como Colombia firme tratados de libre comercio con Estados infinitamente más capacitados para la producción en masa, comprometiéndose a descuidar a sus campesinos y que nada pase. El gobierno creó su propia bomba social, y hoy está viendo las consecuencias. No hemos aprendido de los golpes que han vivido nuestros vecinos, o de nuestra propia "Apertura económica" de los noventa que solo nos trajo la posibilidad de que Doña Ana María de Gaviria pudiera traer con mayor facilidad sus productos para el cuidado del cabello.
Ya el senador Robledo lo decía: Colombia pretende quebrar sus pequeños empresarios, y pedirles que de todas formas sonrían para la foto. Esto es tan ridículo como poner a un niño de quinto de primaria a hacer el ICFES y esperar que tenga buenos resultados.
Lo que se está viendo hoy, es la gente que no puede competir con los precios de la mercancía que está entrando masivamente de otros países, que no tiene carreteras para sacar y comercializar sus productos, gente que no cuenta con subsidios a la producción, que recibe fumigaciones en sus cultivos. El gobierno no puede esperar que ante esto, la población se quede callada. Es muy fácil decir que es culpa de las FARC que alborota aprovechando a coyuntura, y lavarse las manos, cuando la realidad es que los campesinos y campesinas están protestando por física hambre.
El pueblo colombiano es callado, dolorosamente callado. Cuando decide protestar es porque las situaciones son insostenibles, o porque no les limitaron el horario para beber (Recuerden la lluvia de críticas contra Petro por limitar la hora de consumo de licor en Bogotá). Justamente eso es lo que debe ver el gobierno: Estas protestas son el síntoma principal de una enfermedad que, de no tratarse, nos puede matar como país: Esa manía de querer quedar bien con la gente del exterior a costa del bienestar del propio país. Al final, esa mala maña que tienen nuestros gobernantes, nos va a dejar en una Colombia aún más descompuesta de lo que tenemos hoy.
¿Firmar TLC? Si, cuando estemos listos, cuando se fortalezca la industria, o simplemente hacerlo sin comprometerse a desmontar o no otorgar subsidios a los campesinos. Esto más allá de un discurso mamerto contra los tratados y el libre comercio, es una necesidad que todo país tiene para poder sobrevivir en medio de la crisis economica. El comercio con el exterior es una herramienta que, bien usada, puede ser util para el desarrollo; pero si se utiliza mal, puede desencadenar crisis internas como la que estamos viendo con el Paro Nacional. Podemos evitar que nos pase lo que a México en los ochenta (Cuando aquí estábamos muy ocupados viendo como los carteles se mataban los unos a los otros), o a Argentina en los noventa. Aún tenemos tiempo de frenar la debacle, a menos que se nos ocurra escoger a Pacho Santos como presidente.
Un ciclo de Nunca acabar
Jue, 15/08/2013 - 00:00
En este momento la protesta social del país hierve. El Catatumbo, los cafeteros, todo el sector agrícola, los estudiantes... por donde se mire hay descontento.
Nada de esto es casualidad. Esta "c
Nada de esto es casualidad. Esta "c