Muchos de ustedes se preguntarán por qué mi silencio, por qué no dije nada sobre el discurso magistral de Nicolás Maduro en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por qué no les di la oportunidad de leerme y conocer lo que pienso sobre la muerte anunciada de la migración venezolana; simplemente he dejado pasar el tiempo, aunque debo aplaudir a quienes escribieron los discursos de los mandatarios de Chile, Argentina, Perú y Colombia.
A mi juicio no hay mucho por decir, primeramente, considero que el hecho noticioso es simplemente un episodio de un trágico y desencadenado final y, por otra parte, ya presumía cual era ese final.
Las declaraciones del recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y otros líderes latinoamericanos son suficientes para aceptar que en Venezuela no habrá intervención extranjera para recuperar la democracia y el institucionalismo enmarcados en el Estado de Derecho. En realidad, nunca comulgué con esa tesis y mucho menos planteando a Colombia como frente de guerra. ¿Acaso los venezolanos creemos que otros serán la carne de cañón para recuperar nuestra libertad?
Hay quienes creen que China y Rusia son el tanque de oxígeno del narcogobierno que impera en Venezuela, pero la verdad es que el residente de Miraflores vende lo que queda del país. Las reuniones con miembros del Banco de Desarrollo chino y los asesores financieros rusos tienen como objeto la posesión de las industrias básicas, de servicios y los yacimientos de recursos; ni crean que están hablando de alimentos y medicina para la gente.
Entiéndase que EE. UU. está haciendo presión por otros medios. El dictamen del Tribunal de Apelaciones reafirma los titulares de The New York Time sobre la venta de Citgo en un modelo de subasta, lo cual representa un golpe bajo para el régimen revolucionario pues se le acabaría la gallina de los huevos de oro. Está demás decir que la industria petrolera nacional con la que se financia el poderío chavista son sólo ruinas. Petróleos de Venezuela (PDVSA) está arruinada desde 2017 y el pago de los bonos 2020 se soportan en las acciones del operador en suelo estadounidense.
Ni el Grupo de Lima ni la Unión Europea y mucho menos la Organización de Estados Americanos aboga por las penurias que sufrimos los venezolanos. Perú ha declarado no emitir más permisos de permanencia, Colombia le ha delegado a los organismos internacionales y multilaterales la tarea de atender la crisis, México está preocupado por la ola centroamericana de inmigrantes y el temperamento de Donald Trump, Argentina sucumbe con su economía, y así cada quién está pendiente de lo suyo.
Cada vez cobra más vida la tesis de que a Latinoamérica le conviene una Venezuela empobrecida y desmoralizada. Más de uno le reza a la Corte Penal Internacional para encarcelar al señor de los bigotes y hacer justicia, sin embargo, la ingenua diplomacia aboga por el diálogo. Me temo que el 10% de los venezolanos que hemos salido del país no nos queda más que trabajar y rehacer nuestras vidas, y a los que todavía quedan allá mucha suerte. Lo que si está claro es que todos debemos sacarnos la añoranza de aquel país anhelado pues posiblemente aún no haya nacido nuestro Chapulín colorado.
¿Y ahora quién podrá ayudarnos?
Jue, 01/11/2018 - 04:57
Muchos de ustedes se preguntarán por qué mi silencio, por qué no dije nada sobre el discurso magistral de Nicolás Maduro en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por qué no les di la opo