Al nivel de un rockstar, Yeison Jiménez fue recibido en las oficinas de Kienyke.com, los colaboradores de todas las áreas de este medio de comunicación le dieron la bienvenida con fotos, saludos y abrazos. Un amigable y sencillo Yeison, se tomaba el tiempo para atender a cada una de las personas.
“Adriana, un gusto saludarte”, le dice Yeison a nuestra directora con su mano extendida. “Yeison siempre había querido conocerte, es un placer atenderte en nuestras oficinas, bienvenido”, le contesta Adriana.
Mientras se hacían pruebas de sonido y de planos, Yeison dejó ver sus ya conocidas cualidades y dotes de cantante, pero esta vez sorprendió al equipo de producción cantando una pequeña estrofa de la canción ‘Una Aventura’, del Grupo Niche, acto seguido bebe agua y dice en voz alta “Sabes, me gusta la salsa ¿Porqué no un día hacer una colaboración?
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De origen humilde y clase trabajadora: una historia que nació en Manzanares
Yeison Jiménez nació un 26 de julio de 1991 en Manzanares, Caldas, en el seno de una familia de clase media, pero que con el paso del tiempo, como dice él: “empezaron a tener dificultades”.
“Yo soy un muchacho caldense, comencé a cantar desde muy pequeñito, pero nunca imaginé hacerlo como proyecto de vida. Nací en una familia bien, ni de ricos ni de pobres, trabajadora. Cuando tenía siete años mis padres se separan, se les olvida que en el medio quedaron dos jóvenes, mi hermana mayor y yo”, dice Yeison.
Y es que para el artista, la separación de sus progenitores le marcó su infancia ya que a raíz de eso, su vida empezó a tener dificultades de todo tipo; sin embargo, valora esa experiencia vivida, pues según él: “Hoy valoro lo que tengo gracias a ese difícil proceso”.
Vea la entrevista completa aquí:
Yeison cuenta con detenimiento que dentro de sus recuerdos cuando era niño, veía que su casa tenía comodidades, pero con el paso del tiempo, esto se iba perdiendo sin él entenderlo:
“Yo estudié en 11 colegios entre Manzanares y Bogotá. Mi mamá siempre fue muy nómada también debido a los problemas con mi papá. Nosotros vivíamos en una súper casa con camionetas afuera, motos, teníamos incluso hasta amarrarnos al fondo en un patio gigante; y de un momento a otro empezamos a una casa más pequeña, otra más pequeña, más pequeña para terminar pagando arriendo. Pagamos toda mi vida arriendo hasta hace cinco años que empecé a comprar mis casas y las casas de mi familia”, asegura Jiménez.
Un cómodo y desparpajado Yeison toma cada vez más confianza en la entrevista, se olvida de las cámaras y los que estábamos presentes y como si estuviera hablando con una amiga de toda la vida, Jiménez se confiesa; incluso entre lo que dice se le sale una que otra mala palabra, pero no con intención, es su esencia, no esconde alguien que no es.
“Yo resulté con 13 años recogiendo chatarra en la galería de Manizales y quizás hoy en día ya cuando rebobino, yo nunca me había dado cuenta que era tan pobre. Yo nunca percibí eso, sólo hasta hace como unos ocho años, cuando ya empecé a ver que la gente tenía un computador, yo no tenía computador, que había un televisor, yo no tenía televisor, no teníamos nevera. Y bueno, eso es parte del proceso de la vida”, comenta el cantante.
Llegada a Bogotá: la ciudad que le abrió las puertas a la música pero que también casi lo pierde
Pasados los 13 años de edad, Yeison y su familia llegan a la capital colombiana en una camioneta, cargando además de sus pertenencias, sueños y esperanzas de una mejor vida; sin embargo, el destino le tenía preparado varios obstáculos que atravesar.
“Nosotros llegamos a un barrio donde había unas corrientes de violencia muy fuertes. Yo me maduré biche porque ya era un pelado que pensaba en el mercado, ya era un pelado que compraba ropa para mí, para mi familia, que ayudaba para arriendo, que me compraba mis medias, que me compraba mis útiles. Y sí, hubo una etapa de mi vida donde perdí mucho la alegría debido a problemas de barrio y pandillas, hice parte de una organización de acá de Bogotá, lo he dicho muchas veces, no me siento orgulloso, pero era lo que me tocaba”, asevera el artista, quien agrega:
“Cuando llegué al barrio veía que los muchachos de la cuadra se vestían bien, tenían 14 años y se la pasaban estrenando, bebían siempre y buenos gustos se daban, me conozco con ellos y empiezo a trasnochar, andar en la calle, conozco las armas y la droga”.
Y si, la persona que hoy llena estadios y que el público aclama, estuvo a punto de perderse por malas compañías y malos actos, hoy reconoce con voz y mirada baja que no fue un ejemplo, pero que se siente orgulloso del camino que ha recorrido.
“Si hay algo en lo que yo me siento orgulloso es de mi proceso, porque a pesar de que todos saben mis cosas malas, yo lo logré, y hoy en día me siento orgulloso de lo que soy, de lo que hice para llegar acá”, dice Yeison.
Como si estuviera haciendo un análisis de su vida pero en voz alta, Yeison dice que en su momento no tuvo ninguna importancia por la vida, corría riesgos sin medir repercusiones, vivía el día a día; incluso, llegó a tener casa por cárcel.
La música: el impensado destino que le esperaba
Como todos los cantantes virtuosos y conocidos a nivel mundial, el canto siempre ha estado ligado a sus vidas, desde pequeño empiezan a mostrar fortalezas y con el tiempo se traduce en grandes artistas. Para Yeison Jiménez este escenario fue así, de seis años de edad ya cantaba, pero por gusto, más no por convencimiento de convertirse en artista.
“Jamás en mi vida se me pasó hacer 22 giras internacionales, llenar casi todos los eventos donde me presento, jamás. Y tengo que ser muy claro en esto, yo no esperaba todo lo que estoy viviendo. Cuando empecé a ser cantante, me dije a mi mismo, voy a llegar a cobrar 10 millones, me van a contratar en asaderos, en supermercados, en billares, voy a comprar mi casa, mi carro y ya, una chimba”.
El joven que cargaba bultos y trabajaba vendiendo aguacates, cantaba en sus quehaceres música de los Tigres del Norte, Luis Alberto Posada y Darío Gómez. Estudiaba en la tarde y trabajaba en la madrugada.
“Trabajaba en una plaza de mercado vendiendo aguacates y cargando bultos desde las tres hasta las once de la mañana. Estudiaba de una a seis de la tarde, hacía tareas, dormía poco y luego me levantaba nuevamente para trabajar”.
Sus dotes de cantautor, también desde joven los mezcló con la composición:
“A los 17 años nació en mí la composición. Yo me subía a los palos de la finca de mis tíos, a escribir canciones mientras me comía una naranja. Y mira, me volví compositor, he escrito todas mis canciones”.
Fe: el motor y el punto cardinal de Yeison Jiménez
Tratando de enamorar a una joven muchacha, Yeison empezó a conocer de Dios de una manera diferente, aunque resalta que de niño siempre tuvo una facultad de percibir cosas que las demás personas no percibían.
“Una vez a mi mamá la atacaron mucho con brujería, que en ese tiempo en los pueblos eso era como muy normal, cultural. Un día me desperté y ví cómo un espíritu atacaba a mi madre, ví que estaba encima de ella e incluso observé cuando se lo quita y este ente se va por la ventana de la casa. Era como una sombra. Claro yo quedé traumado y me llevaron al psicólogo. Después de eso, una señora le dijo a mi mamá que yo era una persona especial, que tenía una luz especial, un brillo especial y una percepción especial”, explica Jiménez.
“Conocí a una muchacha que me habló de Jesucristo, me dijo que era cristiana. Yo no sabía qué era eso de ir a una iglesia cristiana. De un momento a otro empecé a vivir lo que decía. Empecé a orar y cuando yo oraba sentía cuando llegaba algo a mi, me involucré tanto en el tema espiritual que me alejé de la iglesia más no de Dios, porque cuando tú dices, yo soy cristiano es un compromiso demasiado serio”, detalla Yeison.
Y aunque las personas creen que Yeison tiene una vida como las canciones que interpreta, lo cierto es que su día a día es tranquilo, trata de disfrutar el poco tiempo que a veces tiene para sus hijas y su esposa. “De gira en gira, no me alcanza el tiempo como quisiera para compartir con ellas”.
Yeison conoció la fama desde muy temprana edad, dice que han sido 12 años de shows, espectáculos en los que ha llenado escenarios en Colombia y se ha dado a conocer en la región, pero asimismo entiende que a sus 32 años, ve el retiro no muy lejano.
Precisamente quiere dedicarse a compartir con su familia: “En el futuro, pasados los 40 años quiero ser un hippie con plata, recorrer el mundo en un carro casa, dedicarme a mi familia y mis negocios, hacer presentaciones pero no a este ritmo, con más calma”, agrega Jiménez, quien finaliza dejando abierta la posibilidad de que su historia aparezca en la pantalla chica.
“Por ahí puede haber algo, Netflix o un canal de acá, lo cierto es que hasta de pronto puedo estar actuando, ya veremos qué nos depara el destino”, finaliza.
