La Primera Guerra Mundial fue la de los aviones militares, que se inventaron justo antes y se desarrollaron durante, y en el centro de ese acelerado proceso, para bien o para mal, estuvo el joven holandés Anthony Fokker.
Ya en 1910, Fokker había construido su primer avión, el Spin, o Araña, responsable de la hazaña de transportar a su colega y piloto desde la pista de despegue hasta el tronco de un abedul no muy lejano. El año siguiente voló personalmente el Spin II, demostrando, al darle la vuelta a la torre Sint-Bavoker, que el responsable de la falla anterior no había sido su diseño sino su colega.
A los pocos años se desató la Primera Guerra, y el gobierno alemán se apoderó de la fábrica de Fokker, a quien dejó de director. Ahí construyó más de 700 aviones para la fuerza aérea alemana, incluido el Fokker Dr.I, hecho famoso por el as del volante conocido como el Barón Rojo.
Pero los aviones de la fuerza aérea francesa estaban mejor dotados de municiones, y Fokker no daba con una manera de igualarlos, irritando sensiblemente a los generales alemanes. Pero en 1915 el avión del as del volante francés Roland Garros cayó ante la artillería alemana, y Fokker pudo estudiar sus mecanismos. Ahí nace el famoso motor OVH, que le permitía al avión disparar la metralleta hacia adelante, cosa de lo más oportuna para pilotos en medio de una lluvia de balas, y que por tanto fue el responsable del período de superioridad aérea del que gozó Alemania hasta el final de la guerra.
Sin embargo, y por otros motivos, Alemania perdió, y el consiguiente tratado de Versalles prohibió la fabricación de aviones de guerra en territorio alemán. De ahí en adelante Fokker se vio obligado a encauzar su inteligencia más a transportar pasajeros que a asesinar transeúntes, cosa que tanto los unos como los otros sin duda le agradecieron.
En 1922 Fokker se mudó a Estados Unidos y se hizo ciudadano americano. Los aviones de esa época son los que lo hicieron rico y famoso, y son los ancestros de los que aún hoy en día llevan su nombre.
Pero como bien había de saberlo un experto de la aviación como éste, todo lo que sube tiene que bajar, y en 1929, mientras la fama de Fokker subía por los cielos, su esposa caía por la ventana de un hotel, y diez años después caía también la salud del entonces ya apodado “Holandés volador”, que murió en 1939 en la ciudad de Nueva York.
Anthony Fokker
Mié, 22/12/2010 - 23:58
La Primera Guerra Mundial fue la de los aviones militares, que se inventaron justo antes y se desarrollaron durante, y en el centro de ese acelerado proceso, para bien o para mal, estuvo el joven hola