Sir Cecil Beaton nació en el seno de una rica familia burguesa de Inglaterra, y desde muy temprana edad se dedicó a la fotografía y al diseño. Inició una carrera en la universidad de Cambridge pero la dejó inconclusa para ser fotógrafo de la revista Vogue, donde inició su exitosa carrera como el fotógrafo favorito de la aristocracia inglesa y del mundo del entretenimiento americano.
Pero Beaton nunca estudió fotografía, y sus capacidades técnicas en el manejo de la cámara y de la luz fueron siempre limitadas. Su talento, en cambio, provenía de conocer afondo el glamoroso mundo de los famosos de los años treinta, del que hizo parte desde joven. Esto le permitía hacer fotografías siempre en el gusto de la época, captando ese sentido de elegancia y glamur que se consideraba como el máximo atributo de la belleza.
Por eso Beaton se dedicó casi exclusivamente al retrato, y al retrato de gente famosa, desde la Reina Madre hasta Marilyn Monroe, pasando por Pablo Picasso y Andy Warhol. Durante el auge del rock en los años sesenta también fotografió a sus mayores exponentes, como los Beatles, los Rolling Stones y Eric Clapton, a quienes hacía posar en ambientes diseñados por él mismo, lo que conformaba su originalidad. Sólo durante la Segunda Guerra, enviado por el Ministerio de Información, Beaton hizo fotografías del combate, algunas de las cuales se convirtieron en herramientas importantes para dirigir la opinión pública americana y presionar de ese modo al gobierno para tomar parte en la guerra.
Una vez alcanzada la victoria, Beaton trabajó en Broadway y en Hollywood diseñando vestidos y sets para musicales y películas como My Fair Lady, tras lo cual regresó a su agitada vida social en Inglaterra, donde trabajó para numerosas revistas de moda y de artes y fotografió nuevamente a la familia real, lo que le valió la orden de caballería. A los pocos meses, sin embargo, Beaton sufrió un derrame que le paralizó la mitad del cuerpo y que le impidió casi totalmente continuar su oficio. Preocupado por los gastos de su costoso estilo de vida, vendió su colección de fotografías a una compañía de subastas londinense, y así pudo vivir despreocupadamente sus últimos años en compañía del coleccionista Peter Watson y de sus amigos.

