El atleta que derrotó a Hitler

Lun, 12/08/2013 - 12:01
Hoy, cuando el jamaiquino Usain Bolt bate todos los records del atletismo y es el hombre más veloz de la historia, no podemos dejar de recordar a Jesse Owens, aquel atleta negro estadounidense q
Hoy, cuando el jamaiquino Usain Bolt bate todos los records del atletismo y es el hombre más veloz de la historia, no podemos dejar de recordar a Jesse Owens, aquel atleta negro estadounidense que llegó a la Alemania Nazi en los Juegos Olímpicos de 1936 y venció a Hitler y su corte militar (que desde el primer momento lo señalaron y condenaron como parte de una “raza inferior” en la prueba reina de los juegos: los 100 metros libres. Cuando los recorrió en algo menos de die segundos se convirtió en leyenda y le dio una bofetada al Führer.
Proveniente de Oakville, un pequeño pueblo de Alabama, James Cleveland Owens creció entre la pobreza y la esclavitud. Su empeño por salir de esa vida y su amor por el deporte, logró que batiese todas las marcas en salto largo desde que estaba en la escuela secundaria, la East Technical High School. Inmediatamente obtuvo los primeros logros, las universidades apostaron por él, desafiando la disputa interracial que se vivía por aquellos tiempos en Estados Unidos.
La academia que lo eligió fue la de Ohio. Allí prometieron asegurar su futuro como el de  su familia. Su desempeño consiguió que participara en todas las competencias norteamericanas, venciendo en cada una de ellas. Fue el turno de participar en los olímpicos de Berlín en el año 1936. La justa deportiva era la ocasión perfecta para Hitler de demostrar la superioridad de la raza aria, el deporte al servicio de la política, tal como ocurrió dos años antes, en el Mundial de Fútbol de 1934 celebrado en Italia, en el que ganó la selección anfitriona, no sin cierta dosis de presión directa del Duce Mussolini, tanto sobre los árbitros como sobre los jugadores mismos.
Sin embargo, desde un principio las cosas no les salieron bien a los deportistas del Tercer Reich, ganaron pocas medallas y el manto de duda se cernió sobre sus logros.
Adolf Hitler, kienyke
En la segunda semana de competencias el Führer no quiso saludar a Cornelius Johnson, un atleta norteamericano negro que ganó la medalla de oro en la modalidad de salto largo. Este fue el primer deportista al que Hitler no saludó. El comité de los Juegos le pidió al mandatario alemán que no repitiera el gesto en una próxima oportunidad. Pero el Fuhrer hizo caso omiso.
Fue el turno de Owens. 100 metros lisos, 200 metros lisos, relevo 4 por 100 y medalla en salto de longitud, fueron las preseas que Jesse se llevó a casa. Ante un estadio Olímpico de Berlín colmado que lo aplaudía, Owens pasó por el frente de Hitler, quien miró hacia otro lado, como símbolo de negación al triunfo negro en tierra germana.
Años más tarde, Owens diría en su autobiografía que el Fuhrer si lo saludó aunque de manera disimulada, pero para la prensa en general que estuvo presente en aquellas justas, la historia fue otra. El atleta arremetió contra el gobierno de Franklin Delano Roosevelt, quien no recibió a Jesse en la Casa Blanca, por temor a los estados que apoyaban la segregación. Pese a la versión del múltiple medallista, la leyenda siempre dirá que Jesse Owens fue el negro que venció a toda Alemania y el que Adolph Hitler se rehusó a saludar.
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