La vida de los bebés que sobrevivieron al terremoto de México

Mié, 18/09/2013 - 08:58
El Hospital Juárez estaba convertido en un cascajo, un arrume de polvo y cemento en el que reinaba el olor a muerte y destrucción. Las posibilidades de encontrar a alguien con vida eran mínimas lle
El Hospital Juárez estaba convertido en un cascajo, un arrume de polvo y cemento en el que reinaba el olor a muerte y destrucción. Las posibilidades de encontrar a alguien con vida eran mínimas llegando al punto de creer que los rezos de las personas serían más efectivos que la labor de los rescatistas. Pero ocurrió. El 22 de septiembre un rescatista alcanzó a ver el pedazo de tela que se les coloca a los recién nacidos, se movía y junto a este el brazo del pequeñín. Removió los escombros, tardó varios minutos en sacar a Víctor Hugo Hernández, a quien desde ese día le dicen ‘el sobreviviente’. Pero Víctor Hugo fue de los pocos que se escaparon de morir en el terremoto que devastó a Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985. Un sismo ocurrido a las 7 y 19 minutos de un jueves que alcanzó una magnitud de 8.1 grados,  y que duró un poco menos de dos minutos. Lo suficiente para creer que la ciudad había sido arrasada por una guerra nuclear: la energía que desprendió el sismo equivalió a 1.500 bombas atómicas, según un reportaje de la NatGeo en el 2005. Nunca se supo cuál fue la cantidad de muertos: las cifras oficiales aseguran que fueron 4.000; la ONU, que un comienzo no pudo entrar al país estimó que fueron 30 mil los fallecidos; otros organismos independientes hablan de cifras más altas. El metro colapsó, así como los servicios básicos de agua y luz, no había cómo transportar los heridos y socorrer a los que perdieron su hogar. Se improvisaron hospitales de campaña y capillas para orar para que no temblase más y pedir algún milagro. Víctor Hugo Hernández no sabe si fue suerte o milagro que haya sobrevivido junto con otros catorce bebés a la caída de cuatro pisos. “Estoy con vida, pero nunca conocí a mí mamá, que es algo doloroso, no tengo a un ser querido que me dé abrazos y me bese como una madre” dijo en el 2005 a Televisa. Para él la tragedia vino por partida doble, pues días después de haber sido dado de alta, su papa lo dejó abandonado a su suerte en la casa de sus abuelos en Querétaro. —Ahora tengo una familia que me enorgullece. Mira a mi hijo José Manuel. Desde el 2004 trabaja en una fábrica de cereales en el DF. No gana mucho como conductor y empacador, se consuela con el hecho mismo de que está vivo y que apenas terminó la Secundaria. Terremoto Mexico 1985, kienyke Algunos sobrevivientes, de izquierda a derecha: Juana Arias, Araceli Santamaría y Víctor Hugo Hernández.  ‘Los bebés del sismo’ o ‘El milagro del Hospital de Juárez’, así se les conoce desde entonces, su caso elevó al moral de las personas en medio del caos. Otro bebé fue Juana Jazmín Arias Aguilera, que nació un día antes de la tragedia y que acaba de terminar Diseño Gráfico en la UNAM. “No sé bien cómo me rescataron, pero fue uno de tantos héroes anónimos que se metieron entre los escombros”. Juana planea estudiar en el exterior, diferente a Víctor Hugo y otros bebés, como Jesús Alberto Martínez, que camina cojo y no ha logrado conseguir un trabajo para mantener a su familia. Su vida quedó marcada por un hecho fortuito pero determinante: su padre no lo recogió el día anterior al terremoto por compromisos de trabajo, planeaba recoger a su esposa e hijo aquel jueves al mediodía. Jesús trabajaba en Bon Ice, aunque ha sufrido más de un percance por su cojera, producto de un cable que se le incrustó en su columna vertebral aquel 19 de septiembre. “Aunque no deja de gustarme el fútbol y hasta bailó”. Moreno, robusto dice que se ha sentido abandonado por el Gobierno, “en nada me ha ayudado, no he recibido ayuda de ninguna clase, aseguro en el diario ‘Crónica’. Agrega que quiere graduarse como ingeniero de sistemas para "montar un café Internet. Quiero superarme”. [youtube width="540" height="360"]http://www.youtube.com/watch?v=9oZKg5rXjRM[/youtube] Era imposible la comunicación exterior vía teléfono pues fue seriamente dañada la estructura. No fue sino hasta marzo de 1986 que se restableció en su totalidad el servicio de larga distancia nacional e internacional. En 1986 apareció una colección de testimonios de las personas que vivieron el terremoto y sus secuelas. “Nada, Nadie”, así se llama la recopilación que dirigió Elena Poniatowska, “recopilamos los testimonios de los periódicos, los discursos oficiales del gobierno, y claro, las vivencias de la gente”, contó en una revista colombiana. Poniatowska creó un espacio sobre la experiencia de ser sepultado y sobre el drama y la conmoción que sacudieron al DF. Varios de los testimonios son de los bebés del milagro, en especial el de Araceli Santamaría, quien junto con su madre sobrevivieron, el resto de pequeños quedaron huérfanos. Lea también El único colombiano amigo de Einstein
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