Diego García Bejarano

Ingeniero ambiental sanitario. Especialista en gerencia de recursos  naturales y magister en gobierno y políticas públicas. Fui director de Arborizacion Urbana en el Jardín Botánico, director de Ambiente y ruralidad en Secretaría de Planeación Distrital, concejal de Bogota, director de la Región Administrativa Planeación Especial. Guía profesional de turismo, profesor universitario. Co creador del programa BiciRegion y la ruta turística de la leyenda del Dorado. Asesor de turismo de naturaleza.

Diego García Bejarano.

Antes de Europa, América. I Parte

Como un ritual ya adoptado, la familia se reúne para revisar ahorros y planear el destino que nos llevará a sentir emociones y experiencias para sumarle a la vida. Cada año nos  llenamos de motivos para ir a un rincón de Colombia y para ir a un lugar del mundo. Hemos buscado la manera de conocer América, antes del viaje anhelado a Europa, África o Asia.

Tantas culturas, atractivos, historias en nuestra “Abya Yala”, como le llamaban los Kuna a este continente, vuelve a sus destinos un manjar de atractivos para conocer. Luego de muchas decantaciones, optamos por llegar al Salar de Uyuni desde Cusco y conocer por tierra el gran sur. 

Arrancamos en vuelo directo desde Bogotá a Cusco. Pese a las advertencias y reportes de sus muchos vientos, logramos aterrizar tras las pericias del piloto, y no es de poca monta la situación, ya que al menos dos vuelos en la semana son desviados. 

En Cusco la recomendación es una sola: aprovechar cada rincón de la ciudad. Todo tiene historia, es vital hacerlo con los propios poliglotas guías locales de Qosqo, si lo que deseas es viajar en el tiempo y hacer inmersión en una de las culturas más importantes de la humanidad.  

Este lugar es el ombligo del mundo ancestral, la capital y centro político del Inca. Asombrosas edificaciones en piedra, algunas con más de 12 ángulos perfectamente formados. Se ven tres tipos de construcciones: la de los Preincas, la de los Inca y la de los Inca-paces. Esta última referida a los españoles y sus abruptas formas de ocupación y arquitectura en el territorio Inca.

De Cusco partimos a Machu Picchu, la tierra de descanso del primer emperador Inca. Existe todas las formas para llegar, lo puedes hacer en tren, bus o caminando. Las concesiones a 30 años han sido otorgadas a los chilenos, quienes operan el transporte en tren y la subida en bus a la ciudad perdida, un verdadero monopolio.  Las ruinas son majestuosas y solo tienen sentido si son explicadas por los guas locales. Saber que hay mas ciudad enterrada que la observada, es emocionante, aunque el violento turismo masivo no deja de ser alarmante.

Nuestro viaje fue en carro hasta Ollantaytambo, donde disfrutamos un día y su noche para vivir su arqueología, gastronomía y cultura. Es una antesala mágica a la gran ciudad del altiplano. Debes reservar el tren que sale a las 6am y pernoctar  en Aguas Calientes, desde donde tomas camino a Machu Picchu. Este mismo día puedes tomar el tren de regreso a Ollantaytambo, luego de pasar toda la mañana en el pico MCHPCH. Subir a pie es recomendable, se disfruta el paisaje y alimentas las ansias de llegar a esta maravilla del mundo. 

Ya de nuevo en Cusco, retomamos la ruta original para llegar al Salar del Uyuni en Bolivia y para ello debíamos llegar a Puno. Tomamos bus, en un recorrido extenuante de 10 horas, que combinado con paisajes y nuevos parajes se hace llevadero. Puno es un nuevo espectáculo Andino. Bordeado del lago navegable más alto del mundo, a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, el Titicaca es el cielo y sus estrellas convertidos en agua. 

Desde Puno debes ir a compartir en las islas flotantes de los Uros, hechas con totora, una planta acuática que sobresale es sus orillas y allí evidenciar el sincronizado sistema rotativo y la impecable organización cooperativista, con la que te muestran y ofrecen su cultura. Vital el rol de la mujer indígena.

Además, es imperante pasar al menos una noche con las comunidades allí residentes. Ellas mismas organizan todo para la alimentación, alojamiento y diversión del turista. Nuestra isla elegida se llama Amantani; para llegar haces un viaje por el lago Titicaca, con un oleaje fuerte y un poco pesado, aunque todo vale la pena para ir a vivir la emoción de ser recibidos en la casa de Regina, la mujer indígena que nos fue asignada para probar sus alimentos tradicionales y compartir su acogedor techo familiar. En la isla Amantani todo es bello, disfrutas cada momento, toda vez compartes la vida y esos instantes no se olvidan.

También visitamos Taquile, de altísimo valor cultural, con tejidos únicos, confecciones muy finas, donde al comprarte una prenda de vestido sabes que llevas algo muy personal, muy íntimo. Impactante la manera como profesan y viven sus código de comportamiento basado en el “ama sua, ama llulla y ama quella” lo que significa que el robo, las mentiras y la pereza no tienen cabida en su sociedad. Dicen los jóvenes por estos tiempos: “amé este lugar”.

De regreso a Puno, y tras dos días de profunda emoción andina, emprendimos ruta de 4 horas en carro a Copacabana, el lado Boliviano de Titicaca. Esta pequeña ciudad con toque bohemio, te ofrece buenos restaurantes, hoteles para todos los gustos y la imponente playa del lago. El paso de frontera es tranquilo, nada demorado, solo debes llegar antes del atardecer para que encuentres algún transporte disponible. No es recomendable pasar la noche en frontera, no hay buenos lugares. 

De Copacabana, la buena comida, y la tranquilidad andina, nos enrutamos a la Paz. Un ambiente de ciudad agitada, de muchos grises y ocre, con predominante rostro de mujer indígena y sus hijos pequeños enlazados a sus espaldas, con el mismo chal de su colorido vestuario, mientras trabajan, atienden y se sortean entre la multitud. 

En la Paz el sistema aéreo de cabinas para transportarse es ejemplar, por lo que un paseo en cualquiera de sus líneas es necesario de experimentar. Varias cosas por hacer en la capital de Bolivia, al gusto y presupuesto del viajero.

Continuamos luego de un pequeño descanso vía a Oruro. Se toma autobús o carro, en un recorrido de 5 horas para encontrarnos con una ciudad activa cultural y económicamente, basada principalmente en la minería. Demasiada población infantil en condiciones de mendicidad. Como todo el recorrido, paisajes secos, áridos. Interesante lugar, muy vivo en su cultura, y orgullosos de su Carnaval, que es uno de los más importantes del altiplano andino. Tristemente se observa moribundo el lago Poopò, ya con pocas posibilidades de recuperarse, conectado a un río que desde el lago Titicaca intenta salvarlo, que bien saben sus habitantes los aymara, debido a la actividad minera y la evaporación de sus aguas saladas parece no tener forma de recuperarse. 

Luego de ir de compras por un muy interesante mercado de las “pulgas”, donde encuentras buenos productos “importados”, y cuidarnos un poco más por la comida no tan buena, nos alistamos a tomar el tren rumbo al destino. 

Debes reservar en www.fca.com.bo el pasaje para llegar desde Oruro al Salar en tren, en el llamado expreso del sur. El viaje y los momentos de ensueño por sus ventanas, hacen pensar que el Uyuni es solo un nuevo comienzo, el nombre del expreso es un mensaje subliminal a querer ir un poco más allá. 

El Uyuni y su misteriosa placa de sal en forma de hexágonos, las preguntas sin resolver de su nivel freático a borde de suelo, cientos de historias enigmáticas, la presencia de las mayores reservas de Litio en el mundo, los espejos de agua visto desde el espacio, el cementerio de trenes, el palacio y los hoteles de sal, y otras cosas, lo hacen la joya de la corona. 

Siempre encontrarás en Bolivia una mejor manera de hacer las cosas, y en el turismo rogamos porque pronto se tomen medidas para establecer la organización de las rutas de los camperos que te llevan a conocer esta majestuosa obra prehistórica esculpida por eras geológicas de la tierra y evitar un potencial impacto.

De Uyuni regresas a Oruro y luego a la Paz, desde donde tomamos el vuelo a Bogotá, no sin antes acordar que debíamos volver para hacer el expreso al sur, que nos llevará próximamente hasta la Patagonia. Gracias Sur.

Viaje
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Diego García Bejarano.
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