“Aces High” es el título de la canción con la que Iron Maiden abre su quinto álbum de estudio lanzado en 1984, Powerslave. Quienes han visto el video oficial de este clásico, del heavy metal, saben que es un homenaje a los pilotos británicos de guerra que enfrentaron el terror de la Luftwaffe. También es un homenaje a Winston Churchill cuya voz se oye de fondo dando uno de los discursos más emblemáticos de la época.
Ochenta años han transcurrido desde la toma de Berlín, por el Ejército Rojo, que empezó el 16 de abril hasta la firma de la rendición definitiva del Ejército Nazi, el 8 y 9 de mayo de 1945. A pesar de los testimonios de la brutalidad con la que actuaron las tropas comunistas, en la capital alemana se puede visitar el famoso Memorial Soviético de Tiergarten.
Recorrer Berlín es ir tras las tristes huellas marcadas de un periodo trágico y doloroso para los alemanes. Las marcas de los proyectiles dan cuenta de ello y se pueden apreciar en algunos puntos de la ciudad como en la Isla de los Museos, cerca de la Columna de la Victoria y en la misma Puerta de Brandeburgo.
De tal suerte, el 9 de mayo de 1945 se cerró un período iniciado con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, un 28 de junio de 1914. Desde la trinchera geopolítica, durante estas tres décadas, la conquista del espacio aéreo vino a sellar el dominio del espacio en perspectiva tridimensional; es decir, el espacio empieza a ser entendido y gestionado como un todo y no de manera aislada o separada.
En esa lógica, quien obtuviera la superioridad militar aérea estaría muy cerca de obtener la victoria. De hecho, “Victory thorough air power” protagonizada nada menos que por el mismísimo Alexander Seversky y, a su vez, producida por Walt Disney, es un clásico del cine que rinde un merecido homenaje a Billy Mitchell y a otros pilotos que ayudaron a la consolidación del poder aéreo y, por lo tanto, a la victoria de los aliados en contra del nazismo.
A partir de ese momento de inflexión histórica, el poder aéreo se entendió como la capacidad que tienen los Estados para ejercer control e influencia militar a través del dominio y la explotación del aire en función de objetivos estratégicos, operacionales y tácticos.
Esta superioridad aérea, como preludio de la victoria, abrió paso a que varios pensadores construyeran un cuerpo de ideas y conceptos debidamente articulados para la creación de una aviación estratégica y no táctica tal como, en su momento, respaldaron los oficiales Giulio Dohuet (italiano) y Billy Mitchell (franco estadounidense), quienes fueron retirados del servicio por sus innovadoras ideas y por diferencias con sus superiores. El tiempo les daría la razón a estos ases de la aviación.
Así, después de la Guerra en Libia (1911), Douhet subrayó el notable potencial estratégico de la aviación militar y propuso la unificación de las funciones de reconocimiento, bombardeo y escolta en una única aeronave. Sin embargo, sus planteamientos encontraron una férrea oposición por parte del alto mando militar, que impidió la inclusión de sus ideas en el manual “Reglas para el uso de aviones en la guerra”, uno de los primeros textos doctrinales en materia de guerra aérea. La persistencia y perseverancia de Douhet, a fin de promover el uso ofensivo del avión, generó tensiones con sus superiores culminando en un año de prisión.
Rápidamente el tiempo le daría la razón y tras su retiro, en 1918, fue reincorporado y ascendido al rango de general. A pesar de ello, optó por no reincorporarse al servicio activo y se dedicó plenamente a su producción intelectual que lo condujo a la publicación de su obra cumbre: “The Command of the Air”.
Por su lado, Mitchel que había sido enviado, hacia 1915, como observador aeronáutico en Francia coincidió con Hugh Trenchard y pudo intercambiar algunas de sus impresiones. Al poco tiempo, y tras un enfrentamiento con un superior, fue enviado de nuevo a Europa, al término de la Gran Guerra, donde pudo entrevistarse con Giulio Dohuet. A su regreso, solicitó la baja y ya en retiro, como Dohuet, se dedicó a la reflexión sobre el poder aéreo publicando “Winged Defense” en 1925.
La mayoría de los aportes de estos ases del aire (y otros como Santos-Dumont, Seversky o John Boyd) conforman las teorías geopolíticas del poder aéreo que centraron su atención en que por medio de la superioridad militar aérea se podría garantizar la destrucción del ejército enemigo gracias a una serie de bombardeos a centros vitales, o estratégicos, y/o a centros tácticos que proporcionan al enemigo, en cada momento, la fortaleza necesaria para resistir o continuar en la batalla; igualmente, estudiaron el impacto psicológico de los bombardeos tanto en la población civil como en la moral de las tropas y produjo el aumento de la inversión en la industria aeronáutica en la inmensa mayoría de Estados. El arma aérea modificó, como suele pasar con todos los avances tecnológicos, la dinámica de la guerra.
Al leer los periódicos de Europa, o al ver los telediarios, se observa que Europa está conmemorando el 80° aniversario de la victoria contra el fascismo. Una de tantas conclusiones puede ser que la conquista del poder aéreo, con el avión como arma de guerra, fue el cambio estratégico más significativo entre 1914 y 1945; es decir, entre las dos guerras mundiales.