Las peluquerías y los salones de belleza representan una de las actividades más cercanas y entrañables para la comunidad. No hay casi ningún barrio en nuestras capitales ni ninguna plaza o calle en nuestros 1.103 municipios donde estilistas y barberos clásicos no estén siempre dispuestos a servirnos.
Su trabajo estético, y muchas veces terapéutico en medio del estrés y los afanes de cada día, ha crecido en la medida en que se le valora. Está presente en cerca de 100.000 establecimientos y genera no menos de 180.000 empleos.
Peluquería y belleza se han formalizado como actividades gracias a una demanda cada día más calificada, y representan una franja de la actividad económica que mueve anualmente unos $2,6 billones. Por supuesto, también es un contribuidor fiscal.
Sería un acto de elemental justicia con barberos, peluqueros y esteticistas autorizarles la reapertura de sus locales en este proceso de reactivación de las actividades económicas que, con aplomo y buen tino, vienen manejando el presidente de la República, su ministro de Salud y sus bien calificados equipos de trabajo.
En compañía del gobernador del Meta y presidente de la Federación Nacional de Departamentos (FND), Juan Guillermo Zuluaga, enviamos por estos días una carta al ministro Fernando Ruiz en la que le planteamos la propuesta que desarrollo en este espacio de opinión.
Estamos convencidos de que los empresarios y trabajadores de este sector sabrán acogerse y respetar estrictamente -porque su trabajo así se lo ha exigido siempre- las normas de bioseguridad que sean dispuestas como condición para que puedan retomar sus labores.
Es claro que su proximidad con el cliente requiere, hoy más que nunca, observar medidas rigurosas. Una de ellas podría el establecimiento de turnos y la atención mediante cita previa para evitar una riesgosa aglomeración en sus establecimientos. Reactivar sus servicios es también volver a darle impulso a una valiosa cadena productiva.
Desde el día uno, la Federación y sus afiliados hemos apoyado de manera irrestricta las medidas adoptadas por el presidente y su gabinete y hemos participado solidariamente con aportes y propuestas concretas. Me declaro convencido de que seguiremos contando con su apoyo en esta oportunidad porque el gremio de la belleza y la estética es un bastión para la actividad económica y comercial, así algunas veces nos olvidemos de él.
Las Secretarías de Salud Municipal, que siempre han ejercido control y vigilancia sobre salas de belleza y peluquería, serán garantes de la obediencia a las nuevas normas dictadas amortiguar los efectos del virus. Los clientes, los mayores interesados en que las normas funcionen, serán aliados naturales de las disposiciones.
Los empresarios, trabajadores y sus familias lo agradecerán y honrarán con sus esfuerzos la misión de evitar que la pandemia siga haciendo mella en la actividad económica de nuestro país.