El deporte es una de las actividades más importante que impacta sobre el bienestar físico y la salud mental de quienes lo practican. Hace parte de las campañas de vida saludable y se convierte en una de las banderas de prevención de las enfermedades. Beneficios para el corazón y para el cerebro; es fertilizante para el sistema inmunológico y se considera el gran estabilizador de nuestra arquitectura emocional. Actúa como gran impulsor de endorfinas, responsables químicos de la felicidad que modulando nuestro afecto aumentan la resistencia al dolor. Cuando me preguntan por “una vitamina” para el cerebro. respondo al instante: haga ejercicio, practique un deporte, fomenta la neurogénesis (producción de nuevas neuronas)
El deporte es salud y debemos sembrarlo en el corazón y en el cerebro de nuestros niños. Los niños deportistas tienen mejor rendimiento intelectual y la capacidad única que tiene el cerebro, la neuro plasticidad, se crece. Esta permite que se formen nuevas neuronas y conexiones. Ante una enfermedad que lesione estructuras cerebrales en forma irreversible, la posibilidad que neuronas vecinas sustituyan su función es más significativa en los niños deportistas. Durante el ejercicio el corazón se activa y con mayor fuerza hace que el flujo sanguíneo cerebral se aumente. Como la lluvia para la cosecha es el oxígeno para las neuronas: las potencializa generando los indispensables factores de crecimiento cerebral. Es el deporte un gran desahogo, reduce el estrés y la ansiedad. Competir robuste la capacidad emocional y la aleja de ambientes viciosos como el alcoholismo y la drogadicción. Literalmente, es una responsabilidad social y el mejor camino para formar prematuramente ciudadanos integrales.
Hay deportes de impacto colectivo y el futbol es una de ellas. Como ejemplo, los partidos de la eliminatoria al mundial de Qatar 2022 capturan toda la atención de los colombianos. Se calcula que los fines de semana el 4% de la población se viste de pantalonetas y guayos para practicarlo. Nuestros muchachos lo disfrutan, se cubren con las camisetas tricolor y el fervor patriótico es la emoción del momento. Duelen los empates y hay que enseñarles, desde temprano, a celebrar los triunfos sin acercarnos a las exageraciones de conductas antisociales.
Sin embargo, las actividades recreativas y de entretenimiento se deben realizar baja unas condiciones que impliquen seguridad y que no desencadenen en el corto o largo plazo lesiones a quienes lo practiquen. En el futbol se ha demostrado que el cabeceo produce traumas a repetición sobre el cerebro y estas conmociones cerebrales son responsables de lesiones neurológicas que impactan el desempeño de los individuos. Hay deterioro en las habilidades mentales superiores, alteraciones en juicio, raciocinio y capacidad de abstracción. Los procesos cognitivos y los comportamientos se modifican y el individuo se aísla. Se han descritas conductas bizarras que desembocan -tristemente- en el suicidio. (La Encefalopatía Traumática Crónica que antes se llamaba Demencia Pugilística)
Hay una gran población vulnerable: nuestros niños y especialmente el grupo comprendido entre los 5 y 12 años. La proporción cabeza-cuerpo es mayor y su cerebro está en pleno proceso de formación y desarrollo. Además, la fortaleza de la columna cervical no es sólida y los músculos de la nuca no están preparados para contrarrestar el impacto de los cabezazos.
Promover el deporte es una obligación de los equipos de salud y de las campañas de prevención para anticipar las desviaciones del comportamiento (adicciones, violencia). Debemos promocionarlo sin que se convierta en un factor de riesgo que atente con el desempeño futuro del ciudadano en formación. Mayúscula responsabilidad de los padres atendiendo normas de un estado que vigila el desarrollo neuronal de nuestros infantes. El equilibrio, fomentar el deporte protegiendo las neuronas, es construir nación.
No podemos perder este partido. Pobre ganancia para un país: niños de alto rendimiento deportivo y mañana adultos de pobre capacidad cognitiva y deficiente competitividad intelectual. Cabecear en la infancia es golpear el talento y hacerle falta al desarrollo del recurso humano. Es un penal al emprendimiento.
Nuestra propuesta, única, imita la norma existente en algunos países: los niños de 5 a 12 años no pueden utilizar la cabeza como instrumento deportivo; más bien, enseñarles que utilicen el cerebro como estratega en las competencias. Mientras esta resolución llega, el uso de casco y las escuelas de futbol infantil son los primeros pasos.