Cóctel político: ¿El fin justifica los medios?

A menos de seis meses de las elecciones, en primera vuelta, para el periodo 2022- 2026, estamos presenciando un debate electoral sin precedentes en la historia política de Colombia. En primer lugar, una cantidad exagerada de precandidatos presidenciales: hay para todos los gustos y de todas las tendencias, para dar y convidar; inscritos por coaliciones, partidos políticos y movimientos significativos de ciudadanos. En segundo lugar, múltiples precandidaturas inscritas en coaliciones multipartidarias, con dominio de pactos políticos, manejados por caudillos y líderes de derecha e izquierda que, buscan cautivar a los electores. Todo un coctel político con mezclas para todos los agrados de los electores.

Sin duda alguna, estamos ante una situación donde los principios, valores y actitudes pasan a segundo plano, es decir, en la búsqueda del poder político para gobernar el país, se impone claramente eso de que: “el fin justifica los medios”. Bajo esta premisa, los distintos actores políticos brincan de un extremo ideológico a otro, sin ética política y solo se persigue la codicia, poder, mediante el cálculo oportunista.

La actualidad política colombiana, nos conduce a interpretar la obra clásica de Nicolás Maquiavelo, “El príncipe”, donde se plantea que, para obtener el éxito, en este caso el poder político, existen dos formas fundamentales: “La virtud y la fortuna, cuando no se tiene la fortuna, entra la virtud como elemento determinante”. En otras palabras, la virtud debería ser factor esencial para constituirse en un líder nato”.

Sin embargo, la obra de Maquiavelo, escrita en el año 1513, se constituye en el manuscrito que muchos aplican para llegar y mantenerse en el  poder político. Según el autor, “un Estado fuerte requiere un líder capaz de defender su poder a toda costa. Sostiene que un gobernante puede decepcionar, engañar, oprimir e incluso asesinar a sus oponentes, si sus fechorías sirven para la estabilidad del Estado”.

También, cobra relevancia en la actual coyuntura política de nuestro país, la vida y obra del enigmático político francés Joseph Fouché. Independientemente de la leyenda que hizo de él un paradigma de la amoralidad, traición y su forma miserable de actuar, Fouché, fue un animal político, con cualidades excepcionales, para el desempeño del poder. Discípulo denodado de Maquiavelo, pensaba que la política era “la moral de las circunstancias”. Manifestó en su ejercicio práctico de la política que, el poder es esencialmente, “eficacia, información y propaganda”.

La Biografía de Joseph Fouché (1759-1820) escrita magistralmente por el biógrafo Stefan Zwing, bajo el título “Fouché el Genio Tenebroso”, (Editorial Juventud, S. A. Provenza. 101- Barcelona.), describe uno de los protagonistas más fascinantes de la Revolución Francesa -aunque algunos autores lo definan como: Hipócrita, tenebroso, maquiavélico, traidor de nacimiento, miserable, intrigante, amoral, entre otros despectivos calificativos- en su momento, Fouché votó a favor de la muerte de Luis XVI y María Antonieta, fue responsable de brutales represalias y asesinatos de ciudadanos franceses como consecuencia de sus actuaciones mezquinas y oportunistas. Era un político sin escrúpulos, pasaba de un extremo ideológico a otro y se acomodaba a las circunstancias políticas sin ningún tipo de reparo. Hoy, en nuestro país, muchos parecen querer emularlo, cambian de color político e ideológico y solo buscan el oportunismo para hacerse o mantenerse en el poder.

El momento político que vive el país, es incierto aún para definir quién será el próximo presidente de la República, por la cantidad de precandidatos y diversidad de organizaciones politiqueras que se convierten en cocteles ideológicos sin valores, moral y doctrina política definida, entre ellos; (Pacto Histórico, Coalición de la esperanza, Coalición de la Experiencia, entre otros) y por otro lado, unos partidos tradicionales moribundos en cabeza de una dirigencia arcaica que, no tienen el suficiente liderazgo, ni la capacidad para conducir y convertir sus partidos en verdaderas opciones de poder; por el contrario, generan divisiones y alejan cada vez más a sus militantes, de la realidad política contemporánea.

El Pacto Histórico por Colombia bajo la dirigencia del líder de izquierda Gustavo Petro, que encabeza la intención de voto para elecciones presidenciales de 2022, con un 23 % según la última encuesta de Datexco, y 22 % según el Centro Nacional de Consultoría (CNC), quien llegaría a la primera vuelta, según los analistas, pero que perdería en la segunda vuelta con sus más cercanos contrincantes. La cabeza de este coctel político que, hoy tiene en sus filas a líderes de la vieja clase política, de todas las vertientes ideológicas, como el Polo Democrático, Alianza Verde, Partido Liberalla U, la Colombia Humana, Unión Patriótica, Movimiento Mais y organizaciones sociales, entre otras, que jugarán un papel preponderante en las elecciones parlamentarías del 13 de marzo de 2022. Sin embargo, en las presidenciales es muy poco probable que llegue a la primera magistratura de la República. Las controvertidas propuestas del candidato del Pacto Histórico en materia económica, son demasiado populistas, poco realizables, y en la práctica, generan desconfianza en los empresarios, los inversionistas nacionales y extranjeros, como en aquellos electores que tienen educación media y alta, pero además conocen de cultura política, por la inseguridad jurídica y económica que representa y que pueden llevar al país a una crisis con consecuencias imprevisibles para el futuro económico.        

Más  cócteles                                                                                                                                            

Otro coctel político que viene tomando fuerza, es la “Coalición de la Esperanza”, los cuales llevaron a cabo el pasado 28 de noviembre, su conclave, en el cual hicieron un acuerdo para llegar unidos a las elecciones presidenciales del próximo año. Allí, en la misma copa, están mezclados Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Sergio Fajardo, Jorge Robledo, Ingrid Betancourt y Carlos Amaya entre otras figuras y de acuerdo con la más reciente reunión, se llamará Coalición Centro de la Esperanza. Gran expectativa genera este grupo diverso de políticos para las elecciones parlamentarias, habrá que esperar cuál será la estrategia para la consulta interna que, les permita escoger los candidatos a la presidencia y vicepresidencia y dar a conocer las propuestas de cambio que van a presentar para cautivar a los electores.

Parece un coctel seductor el denominado “Coalición de la Experiencia” en la que se encuentran el candidato de partido conservador David Barguil, los ex-alcaldes Alex Char, Enrique Peñaloza, Federico Gutiérrez y la exgobernadora Dilian Francisca Toro, los cuales agrupan el espectro ideológico de centro derecha que, sin duda alguna será protagonista en la elección de la primera magistratura. Entre tanto, el Centro Democrático liderado por el expresidente Álvaro Uribe, escogió en su consulta interna, al candidato Oscar Iván Zuluaga, quien tendrá un papel trascendental en la Coalición de la que decidan hacer parte y lo más seguro es que se unan a la Coalición de Centro Derecha.  

Finalmente, el país político está a la expectativa de las decisiones del partido Cambio Radical liderado por German Vargas Lleras, quien a la fecha no ha decidido precandidaturas en sus filas, y se especula, será el candidato presidencial; lo más seguro, es que esta organización política se integre a las filas de la Centro Derecha, es decir, a la “Coalición de la Experiencia”.

Veamos lo que ocurre con los partidos tradicionales. El partido Liberal, está sumido en una crisis profunda, sin precandidatos definidos, pues su principal carta Alejandro Gaviria, se acomodó en la “Coalición de la Esperanza”. De todas maneras, los votos liberales son muy apetecidos, tanto en la centro-izquierda, como en la centro-derecha y pueden inclinar la balanza en cualquiera de estas organizaciones políticas.  Amanecerá  y veremos.

Es claro que, la crisis y decadencia ideológica de los partidos tradicionales de derecha o de izquierda, han dado origen a movimientos y partidos políticos que declaran ubicarse en el centro, es decir, se caracterizan por una apariencia política intermedia entre los partidos de derecha o izquierda o también, se conocen popularmente como centro-derecha o centro-izquierda. Por lo tanto, muchos de estos movimientos y partidos políticos emergentes que dicen ubicarse en el centro -como dije anteriormente- carecen de ideología política específica, valores y principios. Ante esto, los colombianos deben informarse bien para tomar decisiones inteligentes, para elecciones que garanticen la solidez de las instituciones democráticas y el desarrollo productivo del país.

La coyuntura política nacional está para alquilar balcón, el exceso de cocteles políticos, sin una clara definición ideológica y propuestas concretas, tienen embriagados a los electores. La última encuesta de Datexco, muestra que los indecisos representan el 16 % y no saben por cuál precandidato votará a la Presidencia en el año 2022, en otra parte del espectro, hay un 15 % que no votaría por ninguno de los precandidatos en estos momentos, lo que representa un 31 % que podría ser determinante en la escogencia del próximo presidente de Colombia. 

Habrá que esperar como queda el mapa político después las elecciones parlamentarias de marzo del próximo año y de las futuras coaliciones que se realicen para determinar cuáles serán los candidatos que enfrentaran al candidato Petro en la primera vuelta. De todas maneras el escenario político es complejo y se va requerir de estrategias de cultura política y comunicaciones para que los electores logren diferenciar las posturas ideológicas y las propuestas que más les convienen a los colombianos y no dejarse engañar por el discurso populista.

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