Colombia ingresa a las grandes ligas energéticas

El jueves pasado, el gobierno presentó la hoja de ruta para la producción de hidrógeno en el país, marcando un hito en la historia energética de Colombia, posicionando al país como uno de los líderes mundiales en el desarrollo de energías renovables.

El objetivo de este proyecto es captar inversiones entre USD$2.5 y USD$5.5 billones en los próximos 10 años, y a su vez reducir la huella de carbón en aproximadamente 3 millones de toneladas de CO2 para el 2030, sumado a la producción de 1 a 3 Gigawatts de energía generada por hidrógeno verde.  A su vez, en materia de generación de empleo, se espera crear de 7.500 a 15.000 puestos de trabajo.

Esto es indudablemente el mayor avance en materia energética que ha tenido Colombia en décadas, al mismo nivel que tuvo el descubrimiento del campo Caño Limón Coveñas en los 80s, cuando éste se convirtió en factor clave para el desarrollo de la economía nacional, donde dejamos de importar hidrocarburos para convertirnos en energéticamente autosuficientes.

Ahora, la hoja de ruta del hidrógeno fue diseñada dentro de una coyuntura geopolítica y geoclimática que tiene como premisa la reducción gradual de huella de carbono al 2030 hasta ser carbono neutro en 2050, y que, a través de la incorporación de energías renovables, la matriz energética sea complementada y potenciada acorde a las necesidades de consumo de nuestro mercado. Y es en este punto donde debo hacer énfasis, porque uno de los retos/oportunidades que tiene el país, es entender su rol dentro del juego global del mercado energético.

Colombia, como miembro de la OCDE, debe cumplir con unos lineamientos claros respecto a la reducción de emisiones, descarbonización e incorporación de energías complementarias; y a su vez, como país en vía de desarrollo tiene unos retos importantes en materia de costos de generación de energía, y de esa forma lograr conectar la red a todos los territorios de forma eficiente y económicamente sostenible.

Este “sandwich energético”, tiene unos puntos claves que deben ser enfocados de forma eficaz para que la hoja de ruta del hidrógeno sea un éxito.

  1. Producción de crudo y gas natural. El objetivo más importante del país es ofrecer autosuficiencia energética y dentro de ese marco, Colombia tiene un poco más de 6 años de reservas de crudo y 7 años de reservas de gas natural aproximadamente. En teoría, tenemos las reservas suficientes que, en conjunto con el factor de recobro, podrían cubrir la demanda nacional a corto y mediano plazo. En la actualidad estamos produciendo un poco más de 750 mil barriles/día, estando 50 mil barriles/día aprox. por debajo de la producción antes de la pandemia. 

Estas cifras son importantes, pero a pesar de que la técnica de recobro secundario y terciario ha sido optimizada, necesitamos producir mucho más con el fin de seguir siendo jugadores relevantes dentro del mercado de hidrocarburos. Sin incluir los resultados que presenten los proyectos piloto de yacimientos no convencionales, la cadena presenta oportunidades de crecimiento que deben ser capitalizadas, ya que los niveles de recobro en el país siguen siendo bajos, creando la posibilidad de generar más caja a través de esta técnica.

Con respecto al gas natural, y siendo éste el agente principal dentro de la política de transición energética, necesitamos que los proyectos onshore y offshore exploratorios, no sólo sean desarrollados rápidamente, pero a su vez conceptualizar su rol y propósito dentro de la cadena de valor, teniendo en cuenta que todas las iniciativas de hidrógeno azul y verde parten de la variable de reservas de gas natural a mediano y largo plazo.

  1. Regulación. Estamos en desventaja con respecto a otros países de la OCDE o inclusive de la región con respecto a la concepción y desarrollo de pozos. Mientras la ingeniería de detalle, desde los estudios de geofísica hasta la perforación que determina la capacidad de producción del pozo toma aproximadamente 18 meses, los procesos de contratación, asignación y enfoques socioambientales toman el triple de tiempo, y esto hace que no seamos competitivos a la hora de explorar y desarrollar nuestro potencial. Sin una regulación más eficiente, va a ser más difícil en el largo plazo que el sector hidrocarburos en Colombia tome el rol protagonista dentro de un proceso de transición energética.
  2. Ecopetrol-ISA. Dentro de la política de transición energética que el gobierno Duque incorporó, este es el mayor logro. De acá al 2030 necesitamos conectar energéticamente al país de forma gradual y con base en lo que nuestra matriz energética ofrece, y mediante esta fusión toda la cadena productiva pueda ser abastecida por ambos sectores, no sólo creando empleo, progreso y cerrando brechas sociales, pero también generando confianza en los mercados, generando valor agregado que será reflejado en captación de capital inversionista.

Por último, no olvidemos que ingresamos a las grandes ligas energéticas y eso no es un logro cualquiera. En los próximos años estaremos hablando de Colombia como generador global de energía, donde haciendo mucho con poco, y siendo eficiente en nuestros procesos, podemos competir en igualdad de condiciones con cualquier economía del mundo.

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