Por estos días, comienza a sentirse en nuestro país, un ambiente especial en torno a la temporada preelectoral. Estoy de acuerdo con los que afirman que, en Colombia, existe una animosidad particular frente a los periodos de campañas políticas, se suscita una fascinación especial alrededor de estas, la población en los diversos municipios y ciudades -por diversas motivaciones- sienten por los políticos un interés que no les genera en otras épocas.
Pero este fenómeno no solo “ataca” al pueblo en general; las firmas encuestadoras y los “analistas” políticos, gozan derrochando tinta, especulando, haciendo cábalas y proyectando sobre el futuro de candidatos, alianzas y partidos, y parece que se olvidan de una realidad que está por encima de todo eso, esa que afronta un pueblo aquejado por el desempleo, la inseguridad, la violencia, el aislamiento, la enfermedad y toda suerte de problemáticas, en una sociedad tan inequitativa como la nuestra.
Este país merece un análisis de todas las dimensiones en las que vivimos, porque a pesar de todas las circunstancias anteriormente mencionadas, Colombia es un país que trabaja por solucionar las problemáticas que surgen en paralelo a las de los nacionales y hay que decirlo, son grandes los esfuerzos que ha hecho el gobierno, al impulsar con valentía, el estatuto de regularización masiva de migrantes venezolanos, un gran legado, ejemplo de solidaridad para el mundo y a su vez la demostración de generosidad para con un pueblo que sufre “sometido al triple yugo de la ignorancia, tiranía y el vicio” citando las mismas palabras pronunciadas por el libertador Simón Bolívar durante la instalación del Congreso de Angostura en 1819.
Este estatuto temporal de protección es una demostración de lo que somos como país y lo que somos realmente los colombianos, ejemplo, aún para aquellos países más avanzados, en los que predomina la exclusión, la xenofobia, los nacionalismos mal enfocados, las brechas raciales, las murallas invisibles, la violencia contra los extranjeros; países, en los que muchas veces, se opta por alejarse de los parámetros que establecen el respeto a la dignidad y la sensibilidad social. Hoy Colombia, hace gala de su tradición democrática y con una visión global, decide otorgarles el estatus de residentes temporales a 1.5 millones de venezolanos, convirtiendo este hecho según las Naciones Unidas en el suceso solidario más grande de los últimos 25 años.
Es así como debemos ver a Colombia, un país que busca ser mucho más que temporadas electorales, mucho más que intereses políticos; porque también en materia económica, este gobierno quiere hacer grandes cambios y no hay duda que el Programa de Apoyo al Empleo Formal (PAEF) instaurado por medio del Decreto Legislativo 639 de 2020, demuestra que existe compromiso social con las empresas, los trabajadores y los emprendedores, un esfuerzo por mostrar solidaridad y generar oportunidades para la reactivación de la economía, evitando el aumento de los índices de desempleo.
En cuanto a la percepción de inseguridad creciente en el país que hasta hace poco estábamos sintiendo los colombianos, empieza a bajar. La llegada del doctor Diego Molano al ministerio de Defensa le ha dado un nuevo rumbo a la lucha contra la criminalidad; los golpes asestados a las “organizaciones” criminales, son un claro mensaje a quienes quieren destruir la esperanza, la fe y amenazan los cimientos democráticos y pacíficos de nuestro país. El mensaje contundente y moderno en su posesión, demuestra que se pueden combinar elementos tecnológicos y cibernéticos en la persecución del delito, así mismo, propone un cambio en la doctrina militar y policial para copar territorios, valiéndose de elementos técnicos de información, herramientas predictivas con análisis de datos a través de la inteligencia artificial, todo esto de la mano de las comunidades, para recuperar rutas, caminos y corredores fluviales dominados por las mafias.
Estas nuevas estrategias trazadas por el señor Ministro de la Defensa, están dando “frutos”, hay un nivel de comprensión más profundo sobre la situación a la que se están enfrentando en muchas de nuestras regiones, hoy se está más claro en el ”modus operandi” de los nuevos actores en las estructuras delincuenciales y por tanto hay una redefinición del enemigo público, por lo que el gobierno y esa cartera se han comprometido a combatirlas para liberar a los municipios que viven bajo el influjo de las mafias propias de la fragmentación de la guerra, como sucede en Catatumbo, Cauca, Arauca, Llanos del Yarí, Buenaventura, Valle, Nariño y Bajo Cauca. No cabe duda, que debe haber una lucha frontal contra los grupos al margen de la ley, para poder rescatar de la pobreza a las regiones, e impulsarlas al desarrollo social y económico.
Es bueno que el gobierno esté empeñado en darle urgente solución a esas poblaciones, colmadas de personas con ganas de salir adelante, nunca he creído que el pueblo colombiano lleve en sus genes la violencia, recorriendo las carreteras del país, conociendo de cerca a sus pobladores, hablando con la gente en todas las regiones, se evidencia todo lo contrario; las grandes mayorías, son gente buena, transformadora, decente, honesta, que lucha por sacar adelante sus familias, sus comunidades, con corazón e ilusiones en pro de lograr mejores condiciones para las nuevas generaciones, pero necesitan presencia del estado y la aplicación de las leyes, en contra de la impunidad y con miras al progreso.
En cuanto a las tareas frente a la equidad de género, hemos dado grandes pasos, según el informe ‘The Global Gender Gap Report 2020’ publicado por el Foro Económico Mundial en México, Colombia, es el país con menos brecha salarial por género en Latinoamérica, es el país donde las diferencias entre las remuneraciones por género son menores, esto producto de una política robusta focalizada en la equidad y la efectividad de una Alta Consejería Presidencial con objetivo claros, liderada por la Doctora Ghedy Gallo.
De igual forma, en el 2020 Colombia se posicionó al nivel de países europeos como La Gran Bretaña, en cuanto a los índices globales de disminución de la brecha de género entre 153 países , medidos en lo relacionado a la paridad entre hombres y mujeres en cuatro áreas clave: salud, educación, economía y política, siendo Islandia el primer país con una puntuación de 0,87 y Colombia líder en Latinoamérica ocupando el puesto 21 a nivel mundial con 0.76; resultados de la acción coordinada de las entidades del gobierno en 15 departamentos con las Secretarías de la Mujer, el Observatorio Colombiano de las Mujeres y el Pacto por la Mujer Rural.
Con el funcionamiento asertivo de la Comisión Intersectorial de Infraestructura, se ha puesto en marcha la infraestructura del país, en materia de obras públicas estratégicas que habían sido abandonadas; por esta razón se ha logrado avanzar en obras fundamentales como el Túnel de la Línea, el Puente Pumarejo, La Espriella-Río Mataje y el nuevo Puente de Honda entre otros, todo en beneficio de los ciudadanos.
En Infraestructura vial de cuarta generación y de conectividad nacional, Colombia lidera a Latinoamérica, los 5 túneles más largos a través de La Cordillera de los Andes fueron construidos en territorio nacional incluyendo el túnel del Toyo (10 km), el túnel de la línea (8.5 km) y el túnel de oriente (8.5 km). Es indudable que Colombia avanza en obras de ingeniería de gran calado, a pesar de contar con 3 cordilleras que, generan grandes retos por las dificultades geológicas.
En cuanto a los programas desarrollados para la conservación ambiental y fomento de las prácticas gubernamentales en pro de la prevención de efectos del cambio climático, Colombia también lidera en Latinoamérica, siendo Bogotá la ciudad número 1 con cerca de 635 kilómetros urbanos de ciclovía, todo en concordancia con la edición 2019 de la conferencia “Transformando el transporte” del Banco Mundial, en donde se evidenció el cambio de los medios de transporte, para reducir los impactos del cambio climático, que estiman que el transporte representa el 23 % de las emisiones mundiales de CO2, equivalente al 15 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Aunque falte mucho para lograr los niveles ideales como los de países más avanzados, hay que reconocer que en nuestro país se ha generado cambios importantes, la conocida práctica de “contratación a dedo” de obras de infraestructura ha ido quedando atrás, gracias al decreto 342/19 reglamentario de ‘Pliegos Tipo’, así, la concurrencia y participación de proponentes, ha sido más equitativa y justa.
Uno de los mecanismos líder en América -que funciona para facilitar las denuncias ciudadanas- ha sido la Red Interinstitucional de Transparencia y Anticorrupción –RITA-, conformada por 149 entidades del Estado, en aras de tomar medidas oportunas ante la corrupción, un flagelo que por décadas ha azotado a nuestras instituciones, en detrimento del estado y por supuesto la calidad de vida de los colombianos. Sin embargo, con ese mecanismo anteriormente mencionado, se logró acercar a los ciudadanos a las instituciones públicas e involucrarnos en la implantación de una cultura de la transparencia.
Esto contradice el espíritu siempre negativo de muchos analistas, comentaristas e incluso de la opinión pública que manifestaban en encuestas, que la corrupción era insuperable, lo cual, nos invita a tener confianza en las políticas gubernamentales y en las instituciones definidas para tal fin, todo ello plantea un gran reto para la ciudadanía, en términos de participación y construcción de un nuevo lenguaje colectivo.
Según los resultados del Reporte Global de Competitividad 2019-2020 divulgados por El Foro Económico Mundial, hoy Colombia se ubica en el cuarto puesto en Latinoamérica. Frente a su desempeño en construcción y desarrollo de infraestructura, ocupa un segundo honroso puesto y el número 33 a nivel mundial en conectividad por puertos, también ocupamos el segundo lugar en Latinoamérica, en transmisión y distribución eléctrica (51 a nivel mundial) y tercero en Latinoamérica en conectividad por aeropuertos (31 a nivel mundial).
Este posicionamiento es producto del funcionamiento multidireccional de las Comisiones Regionales de Competitividad e Innovación, en las que se ha priorizado más de 287 proyectos de los 1.000 estipulados en las agendas, para dar celeridad y articularlos con la oferta institucional de nueve ministerios. Más del 30 % de los proyectos priorizados se enfocan en el sector comercio, industria y turismo; el 25 % a la agricultura y agroindustria; el 14 % a ciencia, tecnología e innovación, y el restante a temas estratégicos como infraestructura, transporte, trabajo y energía.
Con todo lo anterior, debemos reflexionar frente al lenguaje que descalifica y desvaloriza los avances del país, que no concuerda con la realidad, las estadísticas y la visión del mundo, en el que se nos ve como una estrella fulgurante en el escenario latinoamericano y mundial. Esta visión del país, no es fruto de una opinión positivista, sino, de los datos que ofrecen las estadísticas mundiales, las cuales nos invitan a creer en Colombia y no ser presa de las opiniones deliberadas, polarizantes, negativas, divisorias y desesperanzadoras, que algunos políticos y columnistas usan como si tuvieran la verdad revelada, sin el sustento y la solidez de los estudios que en el contexto mundial, ubican a Colombia en el escenario exacto, para marcar los caminos de acción en el futuro.
Con todo lo anterior, es importante que abandonemos la “fascinación” por la temporada electoral, por los discursos populistas, “veinte julieros” y demagogos, que restan a la construcción colectiva que debemos hacer de la nación, alejada de esas figuras caudillistas, que pretenden ser salvadoras de un caos que solo existe en el imaginario y está lejos de la realidad.