Crisis de precios energéticos

La vida de un trader, en mi caso siendo trader de crudos, parte de dos premisas en general: Nunca mirar el árbol sino el bosque, y comprar el rumor para vender la noticia.

La columna de esta semana la enfocaré basado en el rumor de un posible incremento en el precio del barril de crudo que podría acercarse a los USD$100. Ahora, el rumor está soportado en algunos comportamientos que el mercado energético está presentando y que, de cumplirse, volverá a reestructurar los fundamentales del sector, e inclusive replantear algunas estrategias de transición energética para algunos países.

La producción mundial de crudo sigue dependiendo de las decisiones que OPEP+ tome, y mientras no decidan aumentar los niveles de producción que se acerquen a los 100MM barriles/día que se tenían antes de la pandemia, la demanda mundial que viene en aumento seguirá absorbiendo inventarios, haciendo que el mercado sea cada vez más reactivo. Eso sí, OPEP+ anunció hace unos días que haría un incremento gradual de 400K barriles/diarios mensuales hasta diciembre, pero está por verse si estos aumentos en producción serán suficientes para cubrir las necesidades de demanda.

Analizando otros sectores energéticos, los contratos de futuros de carbón en China cerraron al alza el fin de semana pasado, en parte por la escasez de suministro de carbón y también por el cierre de algunas minas de carbón en la región más productora de ese país. Esto obligatoriamente altera la elasticidad, creando la posibilidad que, a corto y mediano plazo, se genere un patrón de cambio de consumo, pasando del carbón al petróleo, impulsando la demanda de crudo.

Con respecto al gas natural, sus precios actuales son los más altos de los últimos 7 años, y si se dan las circunstancias de un invierno más frío de lo normal en Europa, Estados Unidos, etc., podríamos ver un aumento del precio que pase de los USD$6/mcf y se acerque a los USD$10/mcf.

Este escenario hace que muchos países, sobre todo los más desarrollados, ya empiecen a sentir los efectos de una crisis en precios de energía parecida a la vivida en 2008, donde la hiperinflación va a aumentar el costo de la gasolina, comida, y productos en general.

Soy un convencido que la transición energética es una necesidad imperante con el fin de tener un planeta más sostenible, pero también veo que muchos países han acelerado este proceso de manera más emocional que realista, y en su afán de descarbonizar lo antes posible y poder cumplir con las metas, han olvidado por completo las dinámicas del mercado, pensando que todas las economías tienen matrices energéticas uniformes, y estas políticas públicas sumadas a la pandemia, han generado cambios abruptos en las cadenas de valor mundiales, desde el consumo hasta las cadenas de abastecimiento. Por ejemplo, en Estados Unidos, la administración Biden desaceleró la producción local de crudo para fortalecer las energías renovables, pero al mismo tiempo se contradice responsabilizando a OPEP+ por no aumentar producción.

En el caso de Europa, su modelo de adopción del carbón al gas natural para producir electricidad fue implementado precipitadamente, pasando de producir 300 billones m³/año en el 2010 a un poco más de 200 billones m³/año en 2021, volviendo al continente dependiente del gas natural y, sobre todo, dependiente del gas natural de Rusia.

Incorporando esta coyuntura al mercado colombiano, ¿en qué nos puede beneficiar o afectar? Inicialmente son más los beneficios que este escenario de altos precios traería. El presupuesto general de la nación estableció un barril de Brent en el orden los USD$63 para el 2022, y según cálculos, por cada dólar que aumente el precio del barril, el estado recibe por concepto de ingresos marginales aproximadamente USD$130 millones.

A su vez, mi pronóstico es que el 2022 será el año de corrección del mercado, y seguiremos teniendo precios igual de altos hasta que el mercado se estabilice, y creería que los resultados operativos de Ecopetrol para el 2022 tendrán otro récord histórico, siempre y cuando se mantenga la disciplina de capital, las eficiencias en la caja y sobretodo se fortalezca la política de internacionalización de nuestros crudos. Para lograr eso, es necesario aumentar la producción, y los recientes proyectos Flamencos y Borandas en el Magdalena Medio, encajan perfectamente dentro de esta estrategia comercial.  

En cuanto a la afectación, seguramente el valor de la gasolina aumentará, pero contando con el fondo de estabilización de precios, ese aumento debería ser gradual y así mitigar el grado de volatilidad.  Otro punto para tener en cuenta es la importación de LNG (gas natural licuado), donde vamos a tener que ser supremamente eficientes en las estrategias de negociación de los contratos.

Más allá de eso, Colombia saldrá bien parada de esta crisis de precios y la hoja de ruta hacia la transición energética no debería tener cambios drásticos, teniendo en cuenta que nuestra generación eléctrica es de aproximadamente 70% proveniente de recursos hídricos.

Finalmente, el mercado energético es altamente especulativo, y seguramente en unas semanas, todos estos interrogantes serán resueltos en la cumbre energética de Glasgow COP26, y con base en eso, podremos tener un panorama más claro de cómo será el comportamiento del mercado energético en el futuro.

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