Estamos a pocos días de las elecciones del próximo 29 de octubre; quienes nos dedicamos a la política llevamos más de un año trabajando alrededor de las votaciones territoriales; primero en un ejercicio de selección de candidatos, alianzas, acuerdos, luego, en la etapa de planeación y preparación, finalmente, hace aproximadamente tres meses, de acuerdo con el calendario electoral, en campaña pública, con publicidad y eventos.
No ha sido una campaña fácil, en realidad nunca lo son, sin embargo, esta ha parecido particularmente difícil, en primer lugar, por un ambiente de apatía y desconfianza, tristemente el divorcio entre la ciudadanía y la política parece acentuarse cada vez más por múltiples razones, la politiquería, la corrupción, el engaño, entre los primeros lugares.
En segundo lugar, por la agresividad, cada vez es más común ver la mentira y la campaña negra para desprestigiar al contrincante, no parece suficiente debatir con ideas y argumentos, en Medellín, por ejemplo, han intentado atacar a Fico descontextualizando videos para decir que se había acostado con una prepago, o que le habría sido infiel a su señora en una fiesta, el método Guanumen ya no parece ser correr la línea ética sino borrarla.
Además, la violencia parece haberse apoderado del debate electoral, pensar distinto convierte a muchos en enemigos, familias que en época de elecciones se dejan de hablar, insultos y gritos intolerantes en la calle, incluso, bochornosas peleas en vía publica, en los peores casos, agresiones físicas, lesiones personales y tentativas de homicidio.
Personajes como el exalcalde Quintero, el candidato Bolívar, el mismo presidente Petro son incendiarios con su discurso, promueven la lucha de clases y la división del pueblo colombiano, buscan enardecer y polarizar para intentar ganar. Su método demagógico basado en la generación de odio y resentimiento, cosecha violencia, lo que les sirve en últimas, al recibir la respuesta, para victimizarse, así para lograrlo tengan que inventarse agresiones, como la del carro y el ex alcalde de Medellín, o el publicar vallas difamando a todos los contrincantes, pero al llegar las respuestas alegar no volver a debates por los “ataques recibidos”, como Bolívar.
En esta, más grave que en el pasado, tampoco deja de ser preocupante la intervención de grupos al margen de la ley, muchos de ellos obligan a votar por determinados candidatos, o cierran ilegalmente los territorios donde se encuentran a determinados partidos políticos o candidatos, inundan las calles con dineros del narcotráfico o la corrupción para la compra de votos etc.
A pesar de todo, todavía hay esperanza, las encuestas muestran un hastío por la corrupción y la politiquería, pero también por el desgobierno en el que estamos hoy, la gente ha empezado a despertar, a entender quiénes son realmente aquellos que atentan contra los intereses de la ciudadanía, por fin, empezamos a despertar de los cantos de sirena.
Las próximas elecciones son absolutamente determinantes, el hecho de que en todo el país ganen opciones diferentes al Pacto Histórico vigoriza la expresión de distintas corrientes y pensamientos políticos, es decir, hay un fortalecimiento real de la democracia y la representación genera un contrapeso al poder político del gobierno nacional otorgando poder territorial plural.
Ese contrapeso es un incentivo a los congresistas de todos los partidos, que teniendo poder local dejan de depender de la mermelada del gobierno nacional, habrá que exigirles entonces que actúen con mayor independencia en la discusión de las reformas, que aprueben lo que sea necesario para mejorar la vida de los colombianos y entierren definitivamente todo aquello que los afecte.
Por último, recuperar la gobernabilidad en las tres ciudades más importantes; Bogotá con Galán en primera, Medellín con Fico, Cali con Eder, de la misma forma la mayoría de los departamentos, por ejemplo, en Antioquia Andrés Julián Rendón y en Santander Juvenal Díaz. Así mismo, en el resto de las ciudades y los municipios. Es el inicio de la pavimentación de la autopista hacia la recuperación de la sensatez en el 2026, con un o una presidente, no importa el partido, ni siquiera la ideología, sino su talante democrático, social, su compromiso con el crecimiento y desarrollo económico, así como su determinación con la seguridad y tranquilidad de los colombianos.
La tarea que tenemos todos el próximo domingo es derrotar de forma masiva y contundente al Pacto Histórico y a sus candidatos, de estas elecciones depende buena parte de nuestra tranquilidad y nuestro futuro.