Me desperté con dolor en la patria el lunes después de la primera vuelta. Salí a trotar para liberar serotonina, la hormona de la felicidad. Y sí que la necesitamos porque todavía no concibo la idea de que un señor bonachón, admirador de Hitler y atravesado con el lenguaje –eso sí, picho en plata pero sin unos papás que lo reprendieran de niño por boquisucio- tenga hoy altas posibilidades de convertir a Colombia en un circo.
Quiero creer que estoy viviendo un sueño y que el 20 de junio despertaré aliviado de la pesadilla.
En un país decente una persona de la tercera edad -77 años- que madrea a diestra y siniestra (como si así tratara a los peones de la finca) no tendría el más mínimo chance de ocupar el cargo más importante de la nación. Pero es que la vergüenza también la perdimos hace rato.
Rodolfo Hernández es –como tantos políticos- de los pocos adultos mayores que sin tener ninguna necesidad de trabajar –porque dinero no le falta, según repite hasta cansar- quiere poner a Colombia a pasar trabajos con su amplío desconocimiento de todo. Por lo general, los abuelos están en la silla del parque tomando el sol o malcriando a los nietos, aunque algunos vagan por las calles viendo pasar el hambre y la indiferencia. En la calle los ancianos son gente que ya no sirve, en la política los dejamos servirse a sus anchas hasta que casi se mueren.
Por eso la frase “el país es de los jóvenes” no es más que un chiste barato, un sofisma de distracción.
Sí a ustedes no, a mí sí me preocupa la edad de Rodolfo Hernández por esa personalidad altanera y sus cambios bruscos de humor; me pregunto si es culpa de la andropausia. Al ingeniero se le puede aplicar el dicho ese de que “el que tiene plata marranea”: usa su fortuna como pretexto para dar a entender que no necesita robar y que acabará con la robadera. Qué bueno para nosotros que se viene el primer gobierno de los ángeles y los arcángeles.
Vuelvo a necesitar serotonina en grandes cantidades -una hora en el gimnasio-para calmar esta rabia inocultable. Solo tengo preocupaciones.
¿Qué pasará si el señor muere de un infarto fulminante en sus arranques de cólera en pleno consejo de Ministros? ¿Significa eso que por primera vez tendremos una mujer de presidenta o quién asumiría el poder?
¿Qué pasará sí le da por gobernar desde su finca sólo para medir nuestra paciencia? Lo creo capaz de eso y de otras cosas inimaginables. No soy Nostradamus. Apenas un aprendiz de escritor que usa una frase de cajón para no tragar entero: “Piensa mal y acertarás”.
Preferirá estar lejos de todo –sobre todo de la realidad nacional- para que nadie escuche sus rabietas cuando esté increpando al señor o a la señora Ministra, a los que con toda seguridad mandará callar cuando se le dé la gana, porque él es el señor presidente de la República, ¡ni más faltaba! A la ministra es probable que la mande a la cocina a preparar limonada.
¿Qué pasará si las tragedias naturales tocan al departamento del Vichada –por decir algo- o a cualquier otra región? Lo más seguro es que él, como los taxistas bogotanos, por allá no va ni con Google Maps, aunque no sabemos si por miedo o por falta de alientos. Creo que preferirá acostarse temprano, tipo 7:00 p..m… ¡con las gallinas decían mis abuelos, que murieron de 79 años ambos!
Me gustaría sentarme con su esposa Socorro Oliveros, su hija y sus nueras con el único propósito de saber qué tan bien la pasan ellas en la casa, que es donde deben estar las mujeres. Siendo ellas mayoría en Colombia, aún así muchas no se dan por aludidas con sus expresiones misóginas.
Con tal desprecio habla de la mujer, que es probable que a su fórmula vicepresidencial la convierta en figura decorativa. El machismo trasnochado de RH me recordó un viejo y flojo chiste sobre la guerra de los sexos.
-¿Por qué las mujeres no tienen carro?
-¿Por qué no hay una autopista entre la cocina y la alcoba?
Tengo tres hijas en edad de votar y me preocupa pensar que el país que les tocará es uno donde retrocedemos a los años en que se les negaban los derechos. Con uno Rodolfosaurio en el poder, están garantizados cuatro años de Prehistoria política.
Me late que esta probable familia presidencial tiene su séquito de empleadas para las funciones domésticas. El mal que les desea a las demás no creo que lo aplique con los de su casa, porque debe saber que la educación es la base del progreso para que una sociedad se desarrolle. Haciendo un paréntesis, yo prefiero una primera dama como Verónica Alcocer: hermosa, inteligente, elegante y con mucha vida por delante. Como estamos en el tiempo de las banalidades, diré que prefiero ver una cara bonita durante cuatro años, añadiendo que la mujer de Petro es inspiración para otras mujeres, incluso porque en un acto de empoderamiento fue capaz de casarse con el hombre al que ama, a costa del desprecio de su propia familia.
Pero volvamos al asunto. Rodolfo Hernández no me representa pero ni poquito. Tampoco creo que el colombiano promedio sea como este personaje. Es que yo pensaba que la plata lo hacía a uno más educado pero a lo largo de mi vida he visto más decencia en gente que no tiene nada, salvo su humildad que lo es realmente todo.
Si yo fuera el director de cualquier medio de comunicación, le pediría a un psiquiatra elaborar un perfil sobre la personalidad de este candidato sui generis, analizando sus frases de grueso y delgado calibre. De paso, le pediría a un sociólogo –no a un politólogo- explicar qué hay en la mente de cinco millones de colombianos que le creen a un candidato que usa lenguaje de gamín. Yo diría que se nos zafó más de un tornillo. El politólogo dirá que RH es el resultado del hastío general con los políticos tradicionales, aunque es claro que del cielo no caerán los que gobernarían con él si llega.
Si fuera médico ordenaría un chequeo completo para saber si Rodolfo Hernández está en condiciones físicas y mentales para ser presidente. Con tantas sandeces que ha dicho no creo que lo esté; más bien estoy por pensar que está ad portas irremediablemente de la demencia senil Porque manejar un país no es lo mismo que administrar una finca o dar órdenes por videollamada, por mucha plata que se tenga.
Los únicos que ganarán ante una eventual presidencia del viejito –como lo llaman alegremente en las redes sociales- serán los caricaturistas políticos que se mofarán de él con tanta avidez como lo hicieron en su tiempo con Turbay Ayala y ahora con Iván Duque.
Salió con el cuento de que no irá a debates. Si fuera su asesor le habría aconsejado lo mismo: “Mire, ingeniero, usted no puede exponerse a que le digan en su cara que es un atrevido por decir que representa la anticorrupción, sabiendo que tiene pendiente un juicio penal por presunta corrupción. La gente ya lo tiene en un pedestal, mejor no nos arriesguemos. La ropa sucia lavémosla en casa. Y si puede hablar menos, mejor porque cuando abre la boca la embarra”. Si. Así le hablaría yo, tan desabrochado como es él, porque tendría que comportarme solapado como el mismo candidato.
Cuando le enrostren el escándalo de las basuras de Vitalogic (está imputado por interés indebido en la celebración de contratos y su hijo Luis Carlos Hernández salpicado), podría responder lo mismo que le contestó al concejal que probó su mano energúmena:
--Miente H.P.
La verdad es que a la hora de la confrontación y las tesis programáticas, Gustavo Petro le daría sopa y seco al santandereano. Mejor dicho, mondongo con hormigas culonas incluidas. A su edad el señor no aguanta ese voltaje político. No lo aguantó ni Fico con 47 años…
Más allá de eso, debe haber una manera de obligar a un candidato a que salga al ruedo y demuestre, usando sus propios términos, qué tan machito es en la arena política. Si quiere hacerse con el primer empleo de la nación, debe hacer como la mayoría de nosotros: pasar por una entrevista de trabajo para medir sus competencias intelectuales y, por qué no, mentales. No puede ser que sigamos creyendo que un TikTok es lo mismo que una plataforma de gobierno.
No quiero que Rodolfo Hernández llegue a la Presidencia. Será lo mismo que subirse a un avión fallando. Creo que su tiempo ya pasó, así el delirio colectivo y las encuestas digan lo contrario. Lo que quiero es que por fin un día el país estrene sus neuronas.
La política es dinámica y claramente, tras las adhesiones que están llegando a la campaña del Pacto Histórico, hoy hay dos sectores del mismo establecimiento que harán lo que sea para hacerse con el poder: los uno de la mano de un exguerrillero con pinta de estadista y los otros con un constructor sin modales al que hay darle clases de etiqueta, protocolo y Urbanidad de Carreño para que no siga creyendo que Colombia es un potrero.
Se me ocurre que para salvar el año, Petro debería anunciar desde ya quiénes serán sus ministros, porque un golpe de opinión así pondría a hablar al país y a lo mejor le daría cierta tranquilidad a tanto empresario que lo ve con desconfianza. Tiene menos de 20 días para escoger a la gente competente que garantice cuatro años de buen gobierno, dándoles espacio suficiente a las mujeres.
Lo que yo daría por estar escuchando detrás de las puertas en este momento. Saber lo que se está cocinando en las campañas. Hasta podría jurar que ya pasó por la mente de algunos genios la palabra espionaje. Con los políticos nunca se sabe y lo que ha mostrado la historia reciente y pasada es que de ellos no hay que fiarse. La política es de viejos zorros, léase gente astuta.
Quien mejor lo supo fue Mario Vargas Llosa, el escritor que se quedó con las ganas de ser presidente de los peruanos: "La política está hecha casi exclusivamente de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos, paranoias, traiciones y todo tipo de malabarismos".
Lástima no estar dentro de ese circo, aunque si RH gana las elecciones vamos a vivir en uno. La pregunta es si queremos ser los payasos.