Si señores, el futbol perfecto existe. Pruebas inequívocas están en la memoria colectiva, de clubes y selecciones que marcaron una época, por la desbordante calidad que exhibieron.
La última muestra, arrolladora y espectacular, fue la del City ante el poderoso y siempre intimidante Real Madrid, al que dominó con futbol, juego limpio y goleada, en estadio efervescente, desbordado, ante la admiración del mundo.
Exhibición de lujo, equivalente a jugar bien y bonito, con placer para todos los sentidos, con apetito voraz, velocidad y precisión técnica irresistibles. Una clase magistral de un colectivo sincronizado a través de la pelota y la memoria operativa. Que convirtió en figura, además de Bernardo Silva, su goleador esta vez, a Courtois el castigado portero rival.
Se demuestra que el fútbol no es asunto de algoritmos. Ni de estrictos parámetros estadísticos. Es de sensaciones y emociones, que no se programan, que brotan espontáneas. Es mental y no robótico. Ahí está la diferencia.
Nueva lección de grandeza de Guardiola. Asumió con humildad los últimos fracasos en torneos anteriores, para persistir, corregir y crecer desde las equivocaciones, con enfoques tácticos potenciados desde la técnica de sus jugadores, sin retórica chabacana.
Ejemplar también Ancelotti. Un caballero con categoría en la derrota, con decencia y dignidad.
Pero el fútbol de comentadores vocingleros, estridentes, camorreros, con fanatismo bufón, que lanzaron pronósticos desafiantes fabulando una victoria, no pudo ocultar sus desdichas.
Dominado por pasiones enfermizas, apuntó y disparó cañonazos destructivos contra los jugadores y el técnico del Real Madrid, considerados hasta hace poco los mejores del mundo.
Delirantes y malos perdedores que viven de victorias propias y ajenas y tienen la habilidad destructiva para sacarle beneficio personal a las derrotas. Con efectos nocivos, por estos lados del mundo.
Halland, el hombre biónico “no estuvo” en el partido. A Guardiola, como él lo afirma, lo atormentó un dolor de barriga desde la última semifinal de Champions. Para ganar además de clase hay que “meter huevo” … Y está demostrado que “la lengua es el azote del culo”.
Creado Por
Esteban Jaramillo