Vivimos un momento de grandes desafíos, en un contexto altamente dinámico e incierto, donde la empatía, el coraje, la audacia, la visión a mediano y largo plazo, la resiliencia, la adaptabilidad y un liderazgo positivo, deben prevalecer para superar cualquier obstáculo o imprevisto que se presente en el camino hacia el desarrollo económico y social de las empresas y del país.
Por lo tanto la crisis actual, revela la importancia que tienen los líderes positivos en el marco de la nueva normalidad para asumir circunstancias similares en el futuro. Liderar implica adaptarse a nuevas exigencias, asumiendo y entendiendo el contexto en el cual debe interactuar, empatizando, con las personas con quienes se tienen objetivos comunes y trabajar de manera optimista por alcanzarlos.
Ejercer un liderazgo positivo en la actualidad, requiere de características, como lo es liderar con el ejemplo y desde el comportamiento, ejecutando directamente las acciones requeridas. Al mismo tiempo debe comunicar de manera precisa y eficiente, transmitiendo confianza, tranquilidad y escuchando a los demás lo que incrementara la interacción entre equipos, asumiendo la responsabilidad de tomar decisiones, lo que permitirá que las personas se sientan cómodas y comprometidas con las acciones que se toman.
Además de lo anterior, es imprescindible generar vínculos con los trabajadores, con representantes de organizaciones externas y con las familias de los trabajadores, creando una red de alianzas estratégicas, involucrando a los diversos grupos de interés, permitiendo enfrentar desafíos y situaciones complejas y estar preparados antes de que sucedan futuras crisis y poder reaccionar de manera efectiva, es decir estar preparados para asumir con sabiduría y positivismo futuros eventos.
Tenemos que adaptarnos de forma permanente, al igual como ocurre con las empresas, todas las personas deben hacerlo de igual manera. En este contexto, los líderes deben contar con la capacidad para asimilar los procesos de transformación e integrar a sus equipos a las dinámicas del mercado, mediante una efectiva gestión del cambio.
Y mediante un enfoque que garantice igualdad de oportunidades para todas las personas, comprendiendo que en la diversidad y la equidad esta la clave para mejorar la productividad y competitividad, siendo fundamental conocer las fortalezas, debilidades y habilidades de los integrantes del equipo. Esto permitirá definir el rol de cada uno frente a una situación especifica, lo que facilitará delegar responsabilidades en personas adecuadas. Un líder positivo impulsa acciones que repercuten en un buen clima laboral y en el bienestar de trabajadores y grupos de interés.
Tomas Elorriaga, director de BANPRO Innovación y Personas, decía que “cuando los líderes de las organizaciones promueven conductas positivas, fomentando expresiones frecuentes de gratitud, aprecio por las fortalezas, retroalimentación positiva, comunicaciones empáticas y sentido de misión, entonces la confianza, el compromiso, la productividad, la innovación, la satisfacción del cliente y la rentabilidad son más altas que en otras empresas”.
Por lo tanto, toma mayor importancia la inteligencia emocional, al fin y al cabo, “la capacitación centrada en conocimientos y destrezas no es suficiente, pues se puede tener el conocimiento y saber cómo hacer las cosas, pero con actitudes negativas nuestras comunicaciones, relaciones y actuaciones, no serían las óptimas”, según Tomas Elorriaga.
Si una empresa está pasando por un momento de crisis, la mejor opción es generar ideas en conjunto con los diferentes equipos de trabajo, que ayuden a buscar alternativas e innovar para producir soluciones beneficiosas para todos. Nada mejor que demostrar a los trabajadores la importancia de sus ideas, fomentando la creatividad, como estrategia fundamental para alcanzar del éxito.
John C. Maxwell, experto coach y escritor sobre el liderazgo con más de 80 publicaciones, define el liderazgo con una sola palabra: “influencia”. Teniendo en cuenta esto, no cabe duda que un jefe que actúe con positividad tendrá más capacidad de influir sobre los demás. Para Maxwell, se es líder cuanto más influencia se ejerce, a pesar de existir lideres negativos quienes o por soberbia, ignorancia o debilidad, desarrollan sus actividades y dirección, destruyendo el trabajo de otros, con crítica destructiva y una amenaza constante. haciendo de la auto-alabanza, su diario vivir
La inteligencia emocional y el liderazgo están estrechamente ligados para ser un buen líder, dos características fundamentales que una persona debe tener, siendo estas dos habilidades que posee una persona para comprender y manejar sus emociones de manera que estas fomenten y enriquezcan los objetivos profesionales y personales. Un líder positivo, lo es dentro y fuera de la empresa.
El liderazgo implica conocer las propias emociones y entender su significado, para así tener la capacidad de entender cómo pueden impactar su día a día. El secreto de un buen liderazgo radica en la inteligencia emocional, dominando aspectos relacionados con el autoconocimiento y el autocontrol y estas competencias se integran con la motivación, la creatividad, la empatía y las habilidades sociales, llevándolos a alcanzar la excelencia.
Que un líder sea emocionalmente inteligente, humano, estratégico al rodearse de un equipo competitivo, asertivo, visionario, creativo y ejecutivo, implica que puede mantener el control de situaciones complejas y cambiantes, analizando cada situación con anterioridad, asumiendo cada una de manera eficiente y ágil, logrando resolverlas exitosamente. Y es este el momento para desarrollar un liderazgo positivo entre directivos y en aquellas personas con potencial, con el objetivo de prepararse para asumir con una actitud positiva nuevos retos y exigencias del mercado y de la sociedad.
