Recuerdo que no tuve la oportunidad de gozar de una licencia de maternidad, producto de la legislación colombiana que desde mi posición política me convertía en un individuo al que no se le permite tener este tipo licencias sin que la curul se vea afectada. Isabella llegó en tiempos de pandemia y eso me permitió vivir (aunque en cumplimiento de mis funciones) mi proceso de posparto junto a ella, como se supone debería suceder.
Esta situación sin duda me puso en un estado reflexivo, en el que como nueva madre me permitió comprender la multiplicidad de injusticias a las que nos vemos enfrentadas. Afortunadamente Isabella nació en medio de todas las condiciones que considero todas deberíamos tener, pero que lamentablemente en la mayoría de los casos no es así ya que en este país muchas mujeres en sus periodos de gestación, parto y posparto sufren de algún tipo de maltrato en las diferentes instituciones prestadoras de salud, un tipo de violencia de la que poco se habla.
Convertirse en madre debería ser una de las etapas más maravillosas, pero en Colombia con frecuencia es un episodio inolvidable y no justamente por los gratos recuerdos. Son muchas las mujeres que han vivido episodios realmente lamentables, donde las futuras madres en el escenario de traer una nueva vida al mundo, se encuentran con una parte médica asistencial irrespetuosa e indolente.
“Cuando llegó el momento del parto, el trato fue deshumanizante… Aquí no hay espacio para el pudor, usted ya abrió las piernas, ahora tiene que sacar las tetas”. Como este, muchos casos que se viven a diario y que de a pocos se han convertido en un maltrato normalizado ¿Dónde queda la salud mental de estas mujeres? Suficiente tienen que enfrentar con la vulnerabilidad emocional que llega con la maternidad, como para que además sean revictimizadas.
Según un estudio de Violencia obstétrica realizado por la Universidad Jorge Tadeo Lozano, “El cuidado de las mujeres durante el parto y las consecuencias que trae un nacimiento violento en el bebé y la madre, como las altas probabilidades de que ella sufra de depresión pos parto y secuelas psicológicas inconscientes que puede experimentar el recién nacido a lo largo de su vida” asegura Marcela Lozano, psicóloga clínica, creadora de la comunidad Nacer Ágatha.
Parto humanizado es un proyecto que nace desde el Concejo de Bogotá, justamente para exigir a las entidades de salud un trato digno, respetuoso y confidencial. Con la aprobación de este proyecto también, se logrará que todas las mujeres tengan apoyo socioemocional, en salud mental, en el proceso de gestación y si se presenta en el caso de un duelo. También, se respetarán los derechos de las comunidades indígenas en nuestra ciudad, esto garantizará a las mujeres que, en su proceso como madres, se les permita ser protagonistas de su parto, tomar decisiones sobre su cuerpo incluyendo cuándo, cómo, dónde y con quién parir.
Todo esto, sin dejar a un lado la transformación que se debe tener en todas las entidades de salud del Distrito, con el fin de que el personal médico, y algunas empresas y organizaciones, comprendan que antes de ser profesional se es ser humano. Otro pilar fundamental es lo que pasa a diario en miles de hogares de nuestro país en donde por una posición errónea y machista se discrimina y deja sola a la mujer en un proceso vital en el que debemos entender que, así como nace una nueva vida, también nace una madre, y es aquí donde hago un llamado a las parejas para que cumplan su rol de acompañamiento y se conviertan en su principal red de apoyo.