Geografía de tragedias

Créditos:
Google Maps

Colombia es un país de tragedias anunciadas. Ya sea por un desastre causado por la naturaleza, por la acción de los grupos armados o por el abandono y la incuria del Estado, periódicamente el país lanza nombres que quedarán en la memoria como hitos que deberían avergonzar a una sociedad: Armero, el Palacio de Justicia, El Aro, El Salado, Machuca. Ahora, el nombre de Tasajera queda fijado en la geografía; ignorábamos su existencia, ya sabemos donde está.

Cito Armero, la mayor tragedia natural del país, y el Palacio de Justicia porque la una no se entiende sin la otra, y porque, como en casi todas las desgracias en Colombia, hay hechos que vinculan una historia con otra. Un gobierno atenazado entonces por una tragedia causada por la guerrilla, ni alertó a la población ni tenía planes para evacuarla ante la anunciada erupción de un volcán. Y recuerdo tres nombres que la infamia de la guerrilla y los paramilitares se ha encargado de señalar en el mapa.

Ahora la tragedia de Tasajera, que por cierto para la prensa escrita pasa a un segundo plano en las portadas ante el escándalo de corrupción de los dirigentes del fútbol y las desventuras de James Rodríguez, es algo que se podía prever. Las imágenes de unos policías mirando la rapiña de los desheredados de esa tierra sobre un camión accidentado cargado de combustible, es todo un paradigma de esta sociedad. Es el Estado cruzado de brazos, impotente o negligente.

Ocho muertos calcinados y otras cincuenta personas heridas, algunas con quemaduras en el cuerpo de un noventa por ciento, en la vía que comunica Barranquilla con Ciénaga, pondrán por unas horas --no digo siquiera días-- el problema de aquella región en los medios, en las consabidas declaraciones oficiales y después, el olvido.

Las víctimas de esta tragedia viven hace años sin agua potable, sin electricidad, sin servicios de salud, en la más absoluta pobreza y abandono. Tasajera y los pueblos palafitos de la zona, por increíble que pueda parecer, fueron en otro tiempo prósperas comunidades de pescadores que incluso vendían sus productos fuera de aquella región. Pero el deterioro ecológico de la Ciénaga Grande en los últimos veinte años los empobreció ante la mirada indiferente del Estado.

En la Ciénaga Grande de Santa Marta desembocan siete ríos que nacen en la Sierra Nevada, más la inyección acuífera que recibe del río Magdalena, el afluente más caudaloso del país. Se trata del complejo lagunar más importante de América Latina, lugar de arribo de miles de aves migratorias provenientes del otro extremo de la tierra y una de las reservas de flora y fauna más ricas en biodiversidad, un territorio de miles de kilómetros cuadrados sobre el que muchos particulares siempre han querido ejercer algún tipo de poder.

El deterioro de la Ciénaga Grande empezó con las obras de la vía en donde tuvo lugar esta última tragedia y se agudizó con la construcción de una vía marginal que interrumpió el proceso natural de mezcla de aguas marinas y aguas dulces. Esto más el abandono del Estado y la incuria en la preservación de tan importante recurso natural, han sido el caldo de cultivo de la pobreza en que viven los habitantes de esa región, de la que Tasajera y las imágenes de miseria que hemos visto en las últimas horas son solo una muestra.

Ya lo hemos visto, ya sabemos donde está, ya el presidente expresó sus condolencias; ahora ocupémonos del destino de James Rodríguez.

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