Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Guías para una obra de suspenso

En la obra se dirían cosas que nos han enseñado como:

• Que, según la teoría del Bing-Bang, nuestro Universo surgió hace 13.800 millones de años.

• Que la Tierra, nuestro planeta, se formó hace “apenas” 4.500 millones.

• Que los humanos y quienes los precedieron aparecieron (¿de dónde llegaron?) en África hace centenares de miles de años y se dispersaron (lo que prueba que los ancestros de Francia Márquez y Piedad Córdoba proceden de aquellos lugares).

• Que tales pobladores fueron incurriendo en conductas violentas orientadas a vencer en una durísima lucha por la vida.

• Que los mismos generaron una idea primitiva de la divinidad tras atribuir a varios dioses el origen de cuanto veían y la forma como se desenvolvía la vida.

• Que un día –cual estallido–, una comunidad humana se resistió a creer en varios dioses y optó por creer en uno (de “dios” se pasó a “Dios”), y que esa comunidad, según se dice, era la judía.

• Que el Dios en el que tal pueblo empezó a creer lo premió haciéndolo “su” pueblo, el pueblo “elegido”, al que le dio a conocer sus mandatos para que se portaran bien como creyentes y habitantes del planeta.

• Que, con el tiempo, Dios vio que muchos de sus escogidos desobedecían sus deseos y mandatos, por lo cual se molestó en grado sumo y castigó a su gente de múltiples formas, una de ellas la muerte eterna, el olvido para siempre.

• Que Dios, sin embargo, se compadeció de su pueblo, y de cuantos hubiera, y envió a la Tierra a su hijo, Jesús, para que con su propia muerte, de cruz, violenta y desafiante, salvara de morir a la Humanidad.

• Que para ilustrar su poder, determinó que resucitaría al tercer día, lo que, según se cuenta, acaeció ante el asombro de los suyos (y las suyas, claro).

• Que una de las derivaciones registradas por la venida de Jesús, su muerte y su posterior resurrección (es lo que se ha dicho siempre) es la idea de “iglesia”, co-engendrada por los seguidores para prolongar en el tiempo su mensaje y misión.

• Que tal idea pasó a ejecutarse como “iglesia católica”, iniciativa que tomó forma a lo largo de los siglos, inspirada en las doctrinas de Jesús y ampliada por sus apóstoles.

• Que los cristianos de entonces vieron cómo uno de estos, Pedro, se constituía en el primer “papa” de la nueva institución, es decir, en la cabeza de cuanto se forjara bajo las prédicas de Cristo.

• Que Pedro (no Petro) y sus sucesores, y quienes consagraban sus vidas a la nueva fe, quedaban como los responsables ante Dios de trabajar para que las almas no fueran al infierno (entidad o dimensión que nació de la mente de alguien) y sí al cielo, en donde, como premio por sus acciones, se encontrarían con Dios en persona.

• Que en procura de tal objetivo, la iglesia y sus líderes se convencieron de su misión de “salvar” a la humanidad y crearon un sinfín de teorías, normas, advertencias, prohibiciones, admoniciones, organismos y toda una superestructura de vigilancia, evaluación, premio y castigo (eterno, además) para evitar el infierno (castigo) y asegurar el cielo (premio).

• Que, dado lo anterior, y con los años, el poder religioso y eclesiástico desencadenó sobre la humanidad una avalancha de normas, concepciones, directrices, etc.: “pecado”, “culpabilidad”, “infidelidad”, “herejía”, placeres prohibidos, la envidia, la ira, la ética, la moral, la natalidad, la solidaridad, la honra, “no desear la mujer del prójimo” (¿sí, al varón de la prójima?), la guerra, la piedad, la devoción y una lista sin final de frentes y conductas.

• Que a la vez dispuso el bautizo, la confirmación, la confesión periódica de todos los pecados, las dudas de fe, los “malos pensamientos”. El matrimonio indisoluble, la comunión, la misa cada semana, el rosario a diario, hacer novenas, pagar indulgencias, hacer sacrificios. Creer en el limbo, el purgatorio, las llamas eternas, la Inquisición, el papa y su corte, la infalibilidad papal. Y creer que mientras más se sufra en la Tierra más se gozará en el cielo y más se le ayudará a Jesús en su tarea redentora. Y mucho más para ganar el cielo y evitar las llamas.

Falta espacio para más apuntes. No obstante, lo dicho bastaría para montar una exitosa obra de teatro, o algo similar. Si alguien se le mide, que consiga extinguidores. Eternos porque la “candela” no se extinguirá por las buenas…

INFLEXIÓN. ¿No habrá una versión menos infantil y parroquial que la expuesta, más razonable, más en línea con la inteligencia humana, ya curtida, que ayude a entender y aceptar que nos rodea un misterio no resuelto y de improbable resolución? Cualquiera se la respuesta, ¡feliz 2023 para creyentes, agnósticos y ateos!

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Ignacio Arizmendi Posada
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