Seis de enero

Corraleja es un término que nace extensivo de corral. Aunque no tiene significado propio indica patio. Es un gran patio cercado donde se juegan los toros. Así nació. De los corrales de las grandes haciendas del Siglo XIX donde en la faena de marcar, descornar y curar animales enfermos, se descubrían habilidosos vaqueros que, para defenderse del animal furioso, improvisaban ágiles torsiones. Esto fue observado por el patrón quien, para celebrar algún acontecimiento especial, cumpleaños, día de un santo, reunía a los vecinos y amigos para que vieran jugar sus toros por los trabajadores de la finca. Mestizaje de fiestas: tradición española y carácter sin cerca del caribe en las sabanas del Viejo Bolívar. Tiene varias líneas que la escribieron con el hierro de la época: ganadería, hacienda y poder. No sabemos en qué momento estos corrales lineales se convirtieron en corralejas. He tratado de transcribir lo que mi Tercer Abuelo me contó en esta revisada de papeles viejos.

Manuel Burgos cavilaba en esa madrugada fresca del medio Sinú y pasaba el álbum fotográfico de su vida. Corría el año de 1870. La década de 1860 había sido dura. Josefa Burgos, su madre, perece en 1861 y el 9 febrero de 1862 había fallecido su padre, el Cura Berástegui. Emblemático sacerdote de quien se dijo “el hombre sin tacha”. Les había dejado tierras y deudas. Los hechos curiosos en su vida: se había casado preso en Cartagena después de solicitar traslado desde la cárcel de Mompós. Y Manuela González Rubio, su prometida, llegó como las lluvias del trópico en mayo de 1862 y generosa, pasó por alto el vinagre de las sentencias políticas.

Su vocación campesina empresarial la interrumpió la política, Su presencia en el congreso como Parlamentario 1850 y 1851 dejó dos hechos trascendentes: la abolición de la pena de muerte y de la esclavitud. En lo íntimo descubrió las ideas conservadoras que calaron en su espíritu. Dejó voluntariamente el Congreso y a pesar de tener electores que aseguraban su permanencia, se desprendió de esas posiciones y veleidades. Había que volver a Berástegui para pagar las deudas y el Congreso no era sitio de negocios.

En uno de esos domingos grises en Bogotá recordó a su padre, El Cura, con amigos asistió al circo donde se hacían las corridas. (Los mártires). La herencia española y las corridas de toros. Su retina campesina lo llevó a esos corrales artesanales de 1842 cuando los trabajadores de la hacienda Berástegui jugaban con los toros para celebrar uno de los cumpleaños del Cura. Tareas estas aprendidas en las labores de campo, la marca con hierro caliente y castración, faenas propias de la ganadería extensiva. Los espectadores, sus familiares e hijos, que invitaban a los vecinos a ver el espectáculo. Corrales lineales que permitieran el manteo, las jugarretas y la protección.

seis de enero

Había escuchado que en época de la Nueva Granada el ganado vacuno vino de España en el segundo viaje de Colon e hizo su primera parada en la isla La Española. Uno de los lotes,200 vacas, lo trajo el primer ganadero de América: Rodrigo Bastidas. El puerto de Santa Marta, su entrada y estos los primeros animales en 1524. La semilla y genética de la ganadería en América. La cercanía a la provincia de Bolívar y desde ahí llegó hasta el apetecido Sinú.

Su imaginación creadora veía todas las posibilidades de desarrollo de esta tierra y no solamente en la actividad ganadera, había muchos filones por explotar. Había traído la yerba del Para en 1854 y muchos de los potreros de la Hacienda Berasategui mostraban como esta tierra del medio Sinú, apta y ya fecundada de admirable, revolucionaria la ganadería de la época. La optimización de los humedales con dique y canales de drenaje adecuaría este tapete vegetal. Soñaba con el futuro empresarial de lo heredado y fundó Manuel Burgos &Co en unión de sus hermanos. Muy pronto la llevó a 12 mil hectáreas y con capacidad para cebar 16.000 novillos (acababa el mito de una res por hectárea). La exuberancia, fertilidad y rendimiento del Sinú.

Miraba con nostalgia los tiempos del Cura y el trato con los trabajadores que vivían alrededor de la casa principal en el centro de la hacienda. Esa relación obrero-patronal, -colonial en la naciente república-, donde la amistad y respeto con los 200 campesinos convertían la vereda en una gran familia. La “calderona”, la mazamorra de maíz con leche del desayuno servida en lisas totumas y que cada trabajar llevaba lo que su hogar necesitaba. El almuerzo con carne fresca, arroz pilao y plátano para compartir con esposa e hijos. La parcela de “Paja para Pobres”, donde los trabajadores cultivaban el pan coger. Ese vínculo que su padre mantuvo hasta el día de su muerte donde el cariño fue el contrato laboral más fuerte.

Su formación de abogado le permitía anticipar el panorama político que se aproximaba. Había derrotado en los comicios regionales al joven Rafael Núñez y les decía a sus amigos que éste sería la gran reserva para la república. Se avecinaba lentamente la republica conservadora y germinaría la Constitución de 1886.

Le había gustado el diseño que vio de la plaza de toros en Bogotá y guardando proporciones se la imaginó en la plazoleta de la Hacienda en donde dos horcones serian frente a lo que se conocía como la “Casa Burguera” de dos pisos y el otro mirando la casa del personal administrativo de la hacienda. Había motivo para celebrar y los buenos vientos debían ser compartidos con sus trabajadores. El 6 de enero de 1865 había nacido uno de sus hijos, Francisco, quien a la edad de 37 años seria General de la Republica.

No sabemos exactamente cuántos corrales hizo Manuel Burgos en la segunda mitad del siglo XIX. Interrogante abierto que debemos seguir explorando y buscando evidencias en hechos históricos de la segunda mitad del siglo XIX.Lo cierto es que cuando los vientos empresariales, familiares y políticos (todo indicaba que sería Secretario de Hacienda de Núñez) soplaban a su favor, falleció el abogado Burgos el 4 de agosto de 1884. Muerte súbita, al parecer de infarto del miocardio. Berastegui languidece y Ciénaga de Oro destinada a convertirse en el centro más importante del medio Sinú (designada capital de la provincia Juan José Nieto,1862) traslada no solo a los Burgos Rubio sino también sus costumbres de celebración. Se hace la primera corraleja formal en Ciénaga de Oro, 6 enero de 1900.

Hoy no conocemos con precisión la motivación de la escogencia de la fecha, Los 35 años del general Burgos Rubio (“en el cielo manda Dios y en Ciénaga de Oro un cojo”. Manuel S González, “el ciego”) o la Fiesta de los Santos Reyes. Ajeno a esta tradición de 120 años, la génesis fueron los corrales artesanales del Cura Berástegui y su hijo, el Abogado Burgos. Como bien escribió Jairo Polo Herrera (revista Expectativa) en Córdoba “el ombligo de las corralejas “se encuentra enterrado en Berástegui donde existió la más famosa y productiva hacienda del Sinú. Pero ese ombligo lo enterraron profundo pues además de la conexión cultural, mantiene viva nuestra fuente de nutrientes, satisfacciones y preocupaciones: el Sinú.

Más KienyKe
¿Podrá recibir un castigo? 'Llama Trina' no cumplió con la regla de evitar el uso de las duchas dentro de la competencia, sino hasta después de la gala.
Conozca la lista de ganadores de los galardonados en la emblemática gala celebrada en la Plaza de la Aduana de Cartagena.
El alcalde Fico Gutiérrez insinuó que, desde el gobierno Petro, se estaría pensando en intervenir esta empresa antioqueña.
La nueva fiscal señaló que la entidad está comprometida con encontrar a los responsables de crímenes contra mujeres.
Kien Opina