La carta de María Jimena Duzán a Gustavo Petro en la que expresa su apreciación sobre el mandatario y su ineficaz gestión gubernamental, tiene relevancia especial viniendo de ella, dado su reconocimiento periodístico de corte petrista.
El escrito de Duzán pone de presente varias verdades de a puño sobre la conducta de Gustavo Petro en lo que lleva de mandatario de los colombianos; sin embargo, el debate se ha limitado a la pregunta que formula la columnista sobre la adicción de la que pueda padecer el presidente.
Mientras el petrismo busca “quemar” a María Jimena -lo digo en los términos de la senadora del Pacto Histórico Isabel Zuleta- y restarle importancia a las afirmaciones de la periodista, la oposición insta para que se dé aplicación a lo prescrito en el artículo 194 de la Carta Política que señala que el Senado de la República es el llamado a declarar la incapacidad física permanente del presidente.
Sin restarle importancia al asunto de las adicciones, que la tiene toda, hay que destacar que la carta de María Jimena tiene mucho más e importante contenido que exhorta a debatir sobre los inexplicables comportamientos públicos del presidente y, en especial, de los ineficaces resultados gubernamentales en más de un año de gobierno colmado de promesas incumplidas y miles de mensajes confusos y contradictorios por canales inadecuados.
Las adicciones son un grave problema de salud, que difícilmente el adicto y su entorno familiar reconocen con facilidad para pedir oportunamente ayuda profesional. La negación es la respuesta inmediata del adicto y su entorno. De ser este el caso de quién habita en la Casa de Nariño, no resultan extrañas las publicaciones en la red social X sobre el asunto que él, su familia y su entorno hacen.
El presidente responde que la “unica (sic) adicción que tengo es al café en las mañanas”. Su esposa, desestimando el tema, advierte que ella es adicta al “baile”. Una de sus hijas dice que su padre es adicto al “amor”. Por su parte, en la cuenta oficial de la Sociedad de Activos Especiales (@activos SAE) de manera exótica y sin que se advierta cómo pretenden ayudarle con ellos, se publica un video del presidente comiendo sancocho y una foto preparando patacones con la leyenda “Somos adictos al patacón”.
Si el presidente Petro sufre de una adicción diferente a la que parece tener por la red social X, no lo sé. Las adicciones pasan por las sustancias como el alcohol y las drogas, comportamentales como el sexo y la pornografía o el juego, y las emocionales como cuando alguien termina una relación y siente la necesidad de seguir con esa persona.
Las señales de alerta que toda adicción emite oportunamente en su generalidad son esquivadas por el adicto y su entorno o, en el mejor de los casos, le restan equivocadamente importancia. Las adicciones son algo serio.
Ahora, lo que verdaderamente pone de presente María Jimena es un largo listado de comportamientos y situaciones reales que viene cometiendo Gustavo Petro que denotan que algo de fondo pasa con él en el ejercicio de las funciones que le competen como presidente de los colombianos y que lejos están de ser evidencia de aptitud, eficacia y eficiencia gubernamental.
Cualquiera que sea la causa de la desconexión del presidente con la realidad, como lo señala María Jimena, lo propio debe ser el centro del debate. En mi sentir, el mayor problema es el talante de Gustavo Petro que pareciera siempre dirigirlo de manera soberbia por el mundo del caos similar al que identifica y dirige a la vicepresidente Francia Márquez.
