María del Rosario Concha

Psicóloga de la Universidad Javeriana, con estudios de especialización en educación, en práctica sistémica y terapia familiar sistémica del Kensington Consultation Centre Foundation, London (KCCF) - Sistemas Humanos.

María del Rosario Concha

La adolescencia, una oportunidad para construir juntos

La adolescencia es una etapa maravillosa de construcción de identidad, pero, sobre todo, de construcción de sentido. De preguntas fundamentales y trascendentes que cuestionan la existencia, el significado de las cosas, el por qué y el para qué… 

“¿Quién he sido? ¿Quién quiero ser? ¿Quién necesito ser? Ya no soy la niña que depende de sus padres para ser, pero tampoco la adulta que puede valerse por sí misma para subsistir. Pero quiero ser libre, quiero tener alas para volar, para encontrar mi camino”. Son las inquietudes de una adolescente con la que conversé. 

Su sentir, coincide con la definición de adolescencia de la Real Academia de la Lengua Española: “Período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud”. Definición que tiene implícita una negación. No se es niño, pero tampoco adulto… No se es… se carece de…

¿Estamos viendo y viviendo la adolescencia desde la nostalgia de ese niño que fue y de ese adulto que queremos que llegue a ser?  

¿Cómo honrar, respetar y entender esta etapa de la vida, para construir juntos desde sus fortalezas, desde sus sueños, desde sus miedos, desde sus necesidades, desde sus preguntas, desde sus confusiones, desde su rebeldía?

La adolescencia es también, entre otras cosas, un proceso de crecimiento, de descubrimiento, de desarrollo, de cambio, de sueños, de incertidumbre, de preguntas en continua evolución. ¿No es eso acaso la vida misma?

Necesitamos conversar más con nuestros adolescentes, escucharlos más, para entender qué y cómo piensan, qué sienten, cómo se definen, para ayudarlos a encontrar las respuestas a sus preguntas, para que surjan nuevas preguntas, para ayudarlos a construir mundos posibles, para que puedan vivir una vida con sentido y con propósito.

“La adolescencia es una etapa de descubrimiento, en la que se viven experiencias que nos permiten construir quiénes somos y quiénes seremos”. “Es el momento de mayor descubrimiento y cuestionamiento de uno mismo y del mundo”. “Es una etapa difícil porque tienes muchos cambios, nadie te entiende, ni tú misma, crees que te las sabes todas, no mides las consecuencias de tus actos y te vuelves insoportable para los demás”. Son las definiciones de algunas adolescentes, sobre la etapa que están viviendo.

¿Cómo hacer de este momento extraordinario una oportunidad transformadora para ellos y para nosotros?

Aprovechemos el privilegio que tenemos de poder construir con ellos el camino, su camino, de tomarlos de la mano para ayudarlos a levantarse cuando se tropiezan, para que vean en el error y en la equivocación una oportunidad para aprender, para que desarrollen una mentalidad de crecimiento que les permita ejercitar la voluntad, valorar el esfuerzo, la persistencia, la constancia, mostrándoles las herramientas con las que cuentan para cumplir sus propósitos.

Si queremos jóvenes y adultos que crean en sí mismos, tenemos que creer en ellos, ofreciéndoles unos límites precisos, que les permitan saber hasta dónde pueden llegar. Porque en esta etapa, más que en ninguna otra, necesitan de una estructura clara que les ayude a tomar buenas decisiones. Construyamos con ellos este marco, para que puedan hacerse corresponsables.

Hoy más que nunca, estos adolescentes nos necesitan a su lado y de su lado, firmes, seguros, claros, tranquilos y amorosos, para que puedan construir la confianza, la autonomía y la seguridad en sí mismos, que tanto necesitan.

Tomar buenas decisiones, mantenerse firmes, gestionar las emociones, asimilar los cambios, aprender a decir no, a no ceder frente a las presiones, toma tiempo, práctica y un gran ejercicio de la voluntad. Por eso tenemos que estar ahí para ellos, disponibles y cercanos, pero permitiéndoles tener su espacio propio y ayudándolos a que enfrenten las consecuencias de sus decisiones. 

Un factor protector muy importante en esta etapa es establecer un sistema de redes, a través de actividades artísticas, deportivas, académicas, entre otras, que sean significativas para ellos, donde puedan expresar y representar sus ideas, sus emociones, sus habilidades y sus intereses, encontrando el sentido, la satisfacción, el disfrute y el desafío que necesitan. Esto favorece su salud física y mental porque les da un sentido de logro, de satisfacción, de reconocimiento y eleva su energía positiva.

Soy una convencida de que la realidad se construye en el lenguaje, por eso mi invitación es a que construyamos una realidad de confianza y de esperanza, porque son nuestros adolescentes de hoy los llamados a transformar el mundo. 

Juntos, podemos ser el cambio que queremos ver.

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María del Rosario Concha
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