La Cuarentena Estricta o la lógica del miedo

La Cuarentena “estricta”

A los alcaldes, gobernadores y al presidente de la República muchos sectores y gremios le piden una cuarentena estricta como medida eficaz para evitar el colapso de los servicios de salud por el Covid-19. A su vez estos mandatarios amenazan con esta posibilidad si la población no tiene la suficiente “disciplina” y si no funciona ninguna de las demás estrategias para evitar aglomeraciones de personas.

Colombia nunca ha tenido una cuarentena estricta, desde su inicio en marzo de 2020 ya existían al menos 32 excepciones a las que se sumaron otras 15 en el mes de junio. La cuarentena tuvo dos objetivos, el primero se cumplió que fue bajar el número de reproducción efectiva que es el número de personas que puede infectar una persona portadora del Covid-19 que en el caso de Bogotá ha pasado de 1,52 a 1,19. Esto significa que 100 personas infectadas pueden contagiar a su vez 152 personas y se pasó a contagiar 119.

El segundo de los objetivos era alistar los servicios UCI y esto no se logró en gran medida. En el caso de Bogotá a finales de mayo se esperaban tener 2 mil camas UCI, pero a julio de 2020 se disponen de 1.295. La situación en el resto del país es similar.

Actualmente en el caso de Bogotá se realizan cuarentenas localizadas más estrictas en medio de una cuarentena general flexible, lo cual debe continuar porque ha funcionado. Así mismo la estrategia ha sido no incorporar más sectores a la reincorporación laboral. 

Las localidades con cuarentena estrictas han logrado bajar el número de reproducción efectiva como las localidades de Bosa y Kennedy.

La cuarentena no es inocua

Las cuarentenas no son inocuas, son insostenibles en el tiempo y ponen al ciudadano a escoger entre varios males: o se contagia por el virus o se somete a un confinamiento con falta de actividad física, afectación en su salud mental y deterioro de su condición socioeconómica.

Algunos estudios por ejemplo en ciudades como el Líbano (Beirut) han mostrado cómo los ciudadanos sometidos a cuarentena dan lugar a la sintomatología de trastorno de estrés postraumático durante la segunda semana, la cual empeoró en la cuarta semana de la cuarentena COVID-19. (Fawaz and Samaha 2020)

Un estudio realizado en  niños y adolescentes en cuarentena en la India mostró cómo estas personas experimentaron mayor angustia psicológica que los niños y adolescentes que no estaban en  cuarentena , con sentimientos de preocupación, impotencia y miedo.(Saurabh and Ranjan 2020)

Muchos estudios han mostrado efectos psicológicos negativos por la cuarentena incluidos síntomas de estrés postraumático, confusión y cambios en el estado de ánimo. Los factores estresantes incluyen una mayor duración de la cuarentena, temores de infección, frustración, aburrimiento, soporte socioeconómico inadecuado, información no oportuna y pertinente, deterioro económico y estigma social en caso de resultar infectado.(Brooks et al. 2020)

Este mismo estudio de Brooks mostró que los efectos no se limitan solo al tiempo de cuarentena, pueden ser duraderos. En Colombia la vigilancia en salud pública se ha orientado más a tener un resultado del examen de laboratorio del hisopado nasofaríngeo, el cual si resulta dos o tres o más veces positivo hace que se prolongue innecesariamente la cuarenta de la persona y su núcleo familiar, sin tener en cuenta que así sea positiva para Covid-19 esta persona ya no es necesariamente infectante.

Otro problema grave de las cuarentenas es la violencia intrafamiliar. Un estudio publicado por el Journal Psychiatry Research (Mazza et al. 2020) mostró que debido a los sentimientos de frustración y agitación, la agresión surge con la posible transmisión transgeneracional del trauma y la violencia. Así mismo que durante la cuarentena existe la necesidad de programas destinados a prevenir actos de violencia doméstica y lograr una evaluación precisa de múltiples dominios de abuso (psicológicos, físicos, sexuales) proporcionados por personal multidisciplinario capacitado incluidos psiquiatras, psicólogos, servicios sociales y legales. Este soporte en salud mental y psicosocial usualmente no existe en nuestro medio. 

El Lenguaje del Miedo y la Incertidumbre

La cuarentena no es solo un problema de salud pública o epidemiológica, sino que implica una condición social y económica de vulnerabilidad teniendo en cuenta que por ejemplo la informalidad en Bogotá es del 60% y en el resto del país es mayor por lo cual la persona debe buscar su subsistencia. La cuarentena sin soporte socioeconómico y de salud mental no funciona y constituye un factor de riesgo. La cuarentena como estrategia debe recurrir más al altruismo que al miedo o al estado policivo que es lo que ocurre usualmente en nuestro medio.

En general la Organización Mundial de la Salud-OMS y las autoridades sanitarias como el Ministerio de salud y Protección Social y el Instituto Nacional de salud han tenido serias dificultades en la comunicación social del riesgo frente a la ciudadanía y han apelado al lenguaje del miedo, a la estrategia de esconderse frente a un enemigo invisible y la cuarentena “estricta” como último recurso más fruto de la incertidumbre de las mismas autoridades estatales. Ya no se habla de cuarentena sino de prolongar el “aislamiento preventivo” en un eufemismo que hace que las personas pierdan confianza y sean escépticas frente a los mensajes gubernamentales. 

Hay estudios que muestran que la adherencia y confianza de la ciudadanía en una cuarentena y para que esta sea exitosa reside en gran parte en la confianza de las personas en que estos esfuerzos disminuirán la transmisión de la enfermedad y que el sacrificio vale la pena. (Kiliç, Ataman Hatıpoğlu, and Güneş 2020). Esto no se esta dando en general en Latinoamérica donde pese a las cuarentenas de Perú, Colombia, Chile y Argentina, la población no ve impactos ni tendencia a mejorar, así como la falta de un mensaje claro y de confianza de las autoridades gubernamentales que recurren al recurso del miedo, la amenaza de militarización de la sociedad y la incertidumbre.

La cuarentena o la falsa seguridad

El hogar de una persona, su casa cumple con las condiciones que la misma OMS ha señalado que facilitan la trasmisión del Covid-19. Espacios cerrados, cercanos ya que usualmente las distancias entre los miembros de hogar son menores a 2 metros y concurridos debido a que en nuestro medio en un hogar pueden convivir varias generaciones de personas. Si un miembro del hogar sale a la calle porque en la cuarentena se puede salir por alimentos, se puede contagiar y al regresar a su casa hay un efecto tiempo respuesta de transmisión continua del Covid-19 en especial si hay personas mayores de 70 años o con enfermedades de base. 

Es necesario también que dentro de los hogares las personas que han salido y se han expuesto, usen tapabocas y distancia física frente a los adultos mayores que están confinados. Hay evidencia que el uso de tapabocas en el hogar podría ayudar a prevenir la propagación de la infección por COVID-19 entre los miembros de la familia que viven en el mismo domicilio hasta casi un 80%, pero solo antes de que se desarrollen los síntomas. (Estudio del BMJ https://gh.bmj.com/content/5/5/e002794)

¿Qué hacer entonces?

Es importante reforzar la atención primaria, a nivel internacional se sabe que si hiciéramos bien las estrategias de mitigación (Higiene respiratoria, de manos, de superficies y aislamiento físico) no se requeriría cuarentena. 

La cuarentena es un fracaso de nuestra respuesta frente a la pandemia y es un debilitamiento de la salud pública. Se busca recurrir a la cuarentena porque no funcionan estrategias más efectivas que implican más costo, cuidado social, cercanía e inversión socioeconómica. La cuarentena es la solución facilista. 

Es necesario reforzar la estrategia PRASS (Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible) que es la versión colombiana del TTI europeo: Estrategia de testeo, rastreo y aislamiento (Testing Tracking and Isolation- TTI), lo cual implica delimitar en los barrios, sectores urbanos o micro territorios, los que se consideren con alto riesgo de transmisión activa y silenciosa de la infección por SARS-COV-2.

Más que cuarentena estricta requerimos una combinación de estrategias de inteligencia epidemiológica con más cercanía a los ciudadanos. Se hace necesario por ejemplo el suministro gratuito de tapabocas con un sistema sanitario para su disposición final, puntos de lavado de manos para los transeúntes y taxistas. También como hacen otras ciudades como Buenos aires, la posibilidad de aislamiento por 2 semanas en hoteles pagos por el Estado a personas y familias que definitivamente no pueden por su vulnerabilidad social estar en aislamiento. 

No se recomienda entonces una cuarentena general estricta ya que es mejor tener cuarentenas focalizadas bien medidas con intervenciones socioeconómicas y de salud mental delimitadas, cumplibles y medibles que una cuarentena generalizada que implicaría hacer uso de la fuerzas policivas y militares, con grave afectación que ya se ha comprobado en la salud física y mental de los ciudadanos. Adicionalmente toda intervención que se haga hoy tendrá efectos 15 días después debido a la historia natural y social del Covid-19, por lo que la cuarentena “estricta” en la práctica no tendrá ningún impacto en la saturación que ya se está presentando en los servicios UCI.

 

Hay opciones más eficientes que el facilismo de una cuarentena generalizada estricta poco cumplible.

 

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