Vladímir Vladímirovich Putin intenta verse fuerte frente a Occidente. Para un hombre como él, la imagen de seguridad y claridad mental es fundamental. Sus gestos permiten identificar ciertas emociones, reales o fingidas, en momentos precisos de la interlocución. Es claro que ha entrenado el arte del silencio, pues no necesita mayor esfuerzo para evadir una pregunta a la que corresponde una respuesta obvia pero inadecuada. Sabe muy bien cuáles son los efectos expresivos de su imagen: el traje negro y camisa blanca; no oculta que ha adquirido cierto volumen en su vientre y un gran número de canas en su cabeza pelona. De esta forma, demuestra que no necesita cirugías plásticas para parecer en vigor… no lo ha perdido.
Tucker Carlson lo interrumpe porque cree que está inventando una justificación histórica de la invasión de Rusia a Ucrania y no entiende la relevancia del relato «enciclopédico» sobre el origen de ese país limítrofe de la otrora Unión Soviética. Putin mira a un lado y hace una seña con la mano, como quien llama a un guarda de seguridad o un escolta, tensionando el ambiente. El preocupado entrevistador (vean la imagen) solo puede descansar cuando se acercan con una copia de los archivos que demostrarían la justificación histórica de la invasión.
«Estos son documentos del Archivo. Son copias (...). Se las dejaré para su revisión. Hay una traducción al ruso. Usted puede traducirlas al inglés luego». De este modo, sugiere el fin de la hegemonía de los Estados Unidos con sutileza. «Ve y las trascribes, que no las tenemos en inglés». Ya me imagino que hay una decena de agentes occidentales tratando de conseguir una copia del documento para interpretarlo. Es obvio que, en su lenguaje de honor, una parte de la amenaza que ha lanzado debe interpretarse conforme a esos documentos. Putin habría podido hacer una gran actuación de Vito Corleone, empleando el código siciliano al estilo del Comité para la Seguridad del Estado (KGB), pero al mismo tiempo parece revelar la estrategia que ha empleado, lo que puede tener pocos significados.
Es un teatro. La precisión, la provocación y el respeto se han incorporado en todo el discurso, que dio frente a la mesa en la que se ha sentado con el enemigo. Dice sentirse traicionado y da a entender que la campaña en Ucrania, que considera que comenzó con el golpe de estado en 2014, es solo un capítulo de su razonada represalia. Tras los acuerdos firmados con Occidente con la caída de la Unión Soviética, expresa que hay más de una conversación confidencial que el público europeo y norteamericano desconocen, pero ha determinado los sucesos de la historia reciente.
Como si se preparara para una guerra, explica cuáles son los posibles conflictos que podrían surgir en Europa y la forma en que provocarían rompimientos territoriales por razones de idioma y religión. Parece un pensamiento básico y arcaico en un mundo globalizado, pero recientemente la xenofobia en Europa y Estados Unidos ha desembocado en un nacionalismo parecido al que precedía las grandes guerras del siglo pasado. El orden mundial está en riesgo y Putin explica que todo se debe a que Occidente ha fallado en el establecimiento de una política internacional que incluyera a Rusia como par del desarrollo. Se ha sentido excluido y chantajea con la posibilidad de establecer una suerte de bloque comunista del siglo XXI en respuesta a la negativa de que Rusia se incorporara a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No diría nada de esto si no fuera porque, según él mismo, China ha superado la economía estadounidense.
La entrevista en sí misma es una pieza de propaganda incomparable. Al lucirse con su oratoria, es difícil abstenerse de compararlo con Joe Biden, a quien el mismo día lo exoneraron de los cargos de posesión de documentos clasificados porque «en el juicio, el señor Biden probablemente se presentaría ante un jurado, como lo hizo durante nuestra entrevista con él, como un hombre anciano comprensivo y bienintencionado con una mala memoria». Putin, tácita o intencionalmente, ha respaldado la candidatura de Donald Trump, con quien presume tener una relación personal. De la mano de Tucker Carlson o sin él, Elon Musk ha logrado que X pueda utilizarse para la divulgación de información reservada de interés para el Kremlin sin ningún tipo de control por razones de seguridad nacional.
Continuamente le insiste a Tucker y al público estadounidense (you) que les pregunten a sus líderes por el origen de la situación. Creo que es hora de que los líderes de occidente expresen cuál es la situación y qué posición asumirán en el escenario en el que Putin nos sitúa. ¿Es todo mentira propagandística? Debería quedar oficialmente despejada la duda. ¿A qué época se refiere el discurso de Putin? La libertad, igualdad y democracia no se protegen con la invasión de países árabes de costumbres distintas, sino asumiendo la responsabilidad internacional de consolidar las ideas del humanismo liberal en el mundo.
En las últimas tres décadas, la rampante desigualdad en la que vivimos ha impedido al grueso de la población ejercer la libertad de la que nos proclamamos dueños en Occidente. ¿Por qué la situación ha cambiado desde la caída del muro de Berlín? Porque hemos descuidado la educación bajo la predominancia del internet y sus hidras de desinformación. La privatización del Estado ha conducido al fortalecimiento de multinacionales que hoy superan el producto interno bruto de Portugal, Grecia o Nueva Zelanda. Quizás no debamos preguntarles por su posición a nuestros líderes, sino a los directores de estas empresas, que no son elegidos democráticamente, pero pueden optar por apoyar a China o Rusia a razón de las utilidades.
El traslado de las fábricas, la pérdida de empleos y la disminución de los impuestos redujeron el tamaño del Estado no solo para la intervención económica, sino para la defensa de los intereses de Occidente. Espero que no estemos tan mal y que Putin haya aceptado esta entrevista en medio del desespero por el retraso de la invasión en Ucrania. Quiero creer literalmente en las noticias para que se confirme que Putin ha hecho todo este teatro por su debilidad. No se veía como un hombre asustado, pero ¿qué se puede creer de un exagente de la KGB? Seguramente, el espectáculo de la semana pasada es una muestra de miedo, y todo está bien.