El Expresidente Ospina Pérez institucionalizó el 15 de mayo (1950) como el Dia del Maestro. Colombia aplaudió la decisión de la Iglesia católica y reconoció la obra de San Juan Bautista de la Salle, su ejemplo de vida: la universalidad de la educación. Es un derecho fundamental, el conocimiento es la herramienta de la igualdad social. Un día es poco para agradecer a los profesores y docentes lo que hacen por nuestras vidas. Más que catedráticos los llamo compañeros de la ruta existencial. Su presencia tutelar en cada instante, desde el nacimiento, se convierte en norte de nuestro camino. Cuando nos deslizamos por el rodadero del parto y aterrizamos a este mundo desnudos, no llegamos como tabula rasa. Nuestro cerebro tiene ya una programación genética que marca, con el entorno y la crianza, nuestro rumbo. Nacemos con tinta, pero la caligrafía dirigida de los maestros permite escribir nuestra página vital.
Que mejor fecha para reflexionar sobre la neuroeducación y los aportes que la intervención multidisciplinaria ha hecho al proceso pedagógico. La neuro radiología ha permitido comprender, en tiempo real, las diversas áreas que se activan cuando se educa. Entender los mecanismos de la memoria y como esos archivos neurológicos guardados (hipocampo) se pueden mejorar modificando ciertas estrategias académicas. Dar razón a Dale (Cono de la Experiencia), cuando en su pirámide de la enseñanza, hablaba de la baja retención de lo que escuchamos y la conservación del 100% cuando somos los protagonistas de la acción.
Las nuevas imágenes y publicaciones recientes nos llevan a redescubrir el concepto de educabilidad como fundamento de la educación de las próximas políticas pedagógicas. La educabilidad conjuga dos elementos básicos. La capacidad que tiene el individuo para aprender y la influencia del sujeto educador de potencializar el aprendizaje. La relación dinámica que se establece entre profesor y alumno, enriquecedora. Utiliza la ductilidad del discípulo como piedra angular del aprendizaje.
La educabilidad depende de factores ambientales y hereditarios. Hoy conocemos lo plástico y maleable que es nuestro cerebro. Podemos aprender hasta el último día de nuestra existencia. Cuando descubrimos algo reciente estamos generando la formación de nuevas redes sinápticas que nos mantienen activos. Es propiedad de la neuroplasticidad cerebral reiniciar nuestro computador personal. La cercanía de ésta con la educabilidad los aproxima a un propósito común: formar al individuo.
Volver a aprender, como ciertos pacientes neurológicos. Su enfermedad les ha lesionado parte del cerebro y a pesar del daño son recuperables. Está demostrado que las áreas vecinas toman esa responsabilidad y con entrenamiento dirigido van asumiendo la función neurológica perdida. Una película de ciencia ficción: creamos nuevas neuronas y un proceso pedagógico restaurador.
El cerebro es un órgano elitista: 2% del peso corporal y gasta el 20% de los aportes calóricos. Exigente desde temprano de nutrientes, pero con un crecimiento exponencial mayor que el coronavirus. Otro aliado del aprendizaje: la epigenética. Los factores ambientales pueden modificar la expresión de los genes sin cambiar su DNA. Esta modificación, susceptible de transmitir, es heredable. Los gemelos son productos de un mismo ovulo fecundado que se divide en dos. Tienen la misma carga genética, su DNA es exacto. Si los llevamos a ambientes distintos la expresión de su DNA será diferente.” No parecen hermanos”. En un solo entorno, son indiferenciables.
Resulta asombroso como ciertas circunstancias ambientales que vivieron los padres repercute en la salud de las generaciones siguientes. Casos como la hambruna de Holanda en la Segunda Guerra Mundial donde los niños concebidos en ese periodo tuvieron unos rasgos y predisposición a ciertas enfermedades décadas después. Otro ejemplo, la adicción de los padres puede saltar a la primera descendencia y afectar el comportamiento en los nietos. La única explicación es la epigenética.
La educación y el aprendizaje cambian la estructura del cerebro. Observar el estudio de los exguerrilleros iletrados colombianos, donde se compararon los exámenes de resonancia nuclear magnética antes y después del proceso de alfabetización. Estos cerebros adultos, después del proceso de instrucción, mostraban en el hemisferio izquierdo más materia gris y en la sustancia blanca mayor densidad. (Price Nature, Wellcome Trust and the Spanish Ministry of Education and Science, Universidad Nacional de Colombia)
La epigenética, la neuroplasticidad y la educabilidad nos están diciendo que el proceso de aprendizaje es una historia sin fin. El cerebro nace y se hace: ¡todo es posible! La narrativa en la educación del siglo XXI debe empezar afirmando que nunca es tarde para aprender o para enseñar. La dicotomía de la herencia y el ambiente es algo del pasado.