Cada vez más empresas en el mundo buscan herramientas de gestión para impulsar la llamada revolución emocional y preservar su fuerza laboral.
“La revolución emocional”, concepto definido en el libro escrito por la psicóloga Inma Puig de la Universidad de Barcelona, señala cómo gestionar las propias emociones y a entender las de los demás dentro del entorno personal y empresarial. Estamos en una revolución en la que los cambios tecnológicos se suceden a un ritmo acelerado día a día, por eso es importante darle el valor real a las emociones, ya que se han obviado en las empresas y a veces en las relaciones interpersonales.
La “revolución emocional” al alcance de las personas y empresas, permite respetar, compartir y considerar los sentimientos propios y ajenos, ya que la realidad muestra que nos emociona lo auténtico, que recordamos y aprendemos de los momentos emocionantes.
Por lo tanto, el cuidado emocional de los trabajadores no es algo novedoso para muchas empresas, ya que a más de un año de confinamiento por la pandemia y ahora por los “paros”, resulta prioritario poner foco en las emociones e incluirlas como parte de la estrategia empresaria y es aquí donde la dirección de talento humano debe comprender que las relaciones laborales están cambiando y que, además de la salud física, esta la salud psicológica. Así, las relaciones interpersonales, los valores y cultura organizacional, la compatibilidad ideológica, la inclusión y diversidad, se convierten en factores promotores del bienestar general.
Con el liderazgo de la dirección de Talento Humano, la Revolución Emocional en las empresas se busca respetar estos factores para validar aspectos cognitivos y subjetivos, dentro y fuera de la empresa, asegurando las habilidades emocionales, con el objetivo de aumentar la motivación, el interés, el compromiso, la satisfacción, la compatibilidad, la felicidad, el desempeño y la productividad, entre otros.
Para lograrlo es importante desarrollar una estrategia que contemple la gestión de las emociones desde diversos frentes al promover la confianza y autoconfianza, mediante una comunicación asertiva con objetivos claros, teniendo como factor clave, la empatía, es decir, ponernos en los zapatos del otro, entendiendo lo que está viviendo la persona y poder actuar en consecuencia.
Sin embargo, para implementar esta Revolución Emocional en las empresas es fundamental contar con un liderazgo emocional desde talento humano. Al conocer y entender qué es lo que nos gusta, y que le gusta al otro, podremos respetar la individualidad de cada uno y la sumaremos a la colectividad, de esta manera se alcanzara el cambio, pensando de manera conjunta en nuestras emociones y en las de los demás.
Como sociedad hemos experimentado una sensación de vulnerabilidad, en donde el miedo ha sido el gran protagonista, es decir miedo al contagio, la muerte, la pérdida de un ser querido, la pérdida del trabajo o negocio, al cambio y a que se extingan las rutinas que se tenían establecidas. Por lo tanto, esta sensación de vulnerabilidad y de corto plazo se ha alimentado de emociones y de estados de ánimo poco conocidos para muchos, además de lo que hemos aprendido que ayudaría a tener una cambio en la sociedad, como por ejemplo la solidaridad y la cooperación.
La conciencia ecológica emergió para muchos, por la pandemia, logrando que empecemos a entender mejor los conceptos de sostenibilidad, protección del medio ambiente y los compromisos ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Aprendimos a vivir con menos, dando valor a lo que tenemos, pusimos foco en nuestras necesidades, inquietudes e ilusiones, permitiéndonos reconectar con el cuerpo y la mente, al experimentar una emoción, poco común, como la gratitud.
Con todo, por el agotamiento debido a la prolongación de la pandemia y ahora por los paros y el vandalismo, experimentamos emociones que empañan los aprendizajes adquiridos durante ese periodo. Sentir malestar, frustración o enfado es totalmente lógico. Las emociones negativas forman parte del abanico emocional y no deben invalidarse por que nos dan información, que bien utilizada, pueden facilitar claves para una oportuna y eficaz gestión emocional.
Una vez identificadas, es importante reconocer qué nos hace sentirnos así y si dependen de nosotros, hay que ser creativos buscando soluciones y de ser necesario pedir ayuda para resolver la situación. Pero si, por el contrario, lo que genera la molestia no depende de nosotros, es momento de dejarlo ir y enfocarnos en aquello que sí podemos decidir o cambiar.
Es aquí donde las empresas, academia y gobiernos, pueden desarrollar acciones que promuevan la innovación y la creatividad para que las personas realicen actividades que les agrade, facilitando que estén bien y logrando transmitir estados de ánimo positivos a las personas con las que compartimos, así como actuar solidariamente con quienes la están pasando mal.
Un apoyo para la gestión de las emociones, es la inteligencia emocional. Gestionar las emociones de manera inteligente significa canalizarlas para mantener equilibrio y armonía, por lo que manejar las emociones es saber interpretar el mensaje que comunica cada una de ellas. Las personas con mayor control emocional utilizan la autoafirmación cuando la intensidad de sus emociones es baja, es decir que recurren a su fortaleza mental para gestionar sus emociones y retornar al equilibrio requerido para afrontar una determinada situación. Por esto es importante el autoconocimiento, conocer las fortalezas y debilidades, trabajando en estas últimas y reforzando las primeras, lo que ayudará a confiar en las capacidades y habilidades.
Hacer ejercicio, pintar o bailar, entre otras, son actividades que provocan que el cuerpo se relaje, libere tensiones y expulse toxinas, mejorando el estado de ánimo y la motivación. Cualquier actividad que cause placer, ayuda a liberar dopamina, y endorfina, actividades que reducen la tensión, relajan, activan el buen humor, motivan y a su vez generan felicidad.
La asertividad es una habilidad que permite expresar lo que se piensa de manera clara y oportuna a la persona indicada, lo que ayudara a expresar ideas, acuerdos, desacuerdos, a escuchar y generar un ambiente sano de convivencia. Todos enfrentamos problemas, algo que en ocasiones no se controla debido a situaciones externas, por lo que, se requiere buscar soluciones, diseñando un plan, recordando que cualquier problema tiene solución, logrando así, aprendizaje, confianza, madurez, toma de precauciones y diseñando estrategias para afrontar situaciones futuras.
En algunos casos, las situaciones inconclusas, independientemente del tiempo que haya pasado, generalmente se hacen presentes en ciertas decisiones, momentos, emociones o acciones, que desafortunadamente limitan el desarrollo personal e influyen en las relaciones interpersonales.
Las empresas deberán fomentar que sus trabajadores puedan expresar su punto de vista, pedir perdón o perdonar como parte del proceso de cierre de ciclos, así como de soltar, para fortalecer las emociones y transformarlas en positivas, logrando que puedan compartir con otros de manera asertiva y proactiva, algo tan esencial en este momento, donde la resolución de conflictos o diferencias se logran a través de diálogos abiertos y constructivos, especialmente cuando hay diversidad de opiniones, de gustos e incluso de ideales, en donde podríamos mediante la eficiente gestión de emociones, enfocarnos en crecer como personas, trabajadores, deportistas, artistas, empresas y país.